Principios de abril.
- Aquí va - dejando el último paquete en la oficina de correos con Puro tomando su mano.
- Venga. No hay que rendirse - besando su mejilla. Guardando la angustia para otro momento.
Finales de mayo. (Actualidad)
Puro volvía a su casa después de pasar toda la tarde con Fer. Sus padres lo esperaban en la mesa del comedor; en el centro de ella una carta. La carta que su madre había encontrado mientras limpiaba la habitación de su hijo. Se fue acercando poco a poco a ellos sin decir nada.
- ¿Por qué no nos habías dicho de esto? - preguntó su madre preocupada.
- Yo... - jugando a torcer sus dedos.
- Calma. No has hecho nada malo pero.., queremos saber por qué... - lo tranquilizó su padre.
- Son varias cosas. Y...
- Voy por un té - dijo su padre para calmar el momento.
Era infantil, como muchas cosas en su vida, la razón por la que no les había dicho: seguía sin encontrar la forma en decírselo a Fer, que a pesar de los casi cinco meses que a penas llevaban, sabía que era demasiado pronto que su relación acabara.
- Se lo tienes que decir... - dijo su padre tomando un poco de café.
El sol se había ido y con ello, el problema que tanto había evitado Estaba frente a él.
- Lo sé - sin dejar de ver su taza de té humeante.
Estaba rodeado: a su derecha estaba su padre y a su izquierda su madre, viendo fijamente a su hijo.
- Sé que es una oportunidad que no puedo rechazar - viendo la carta que antes ya le había causado problemas con su primo y con Bruno -, sólo... - respirando hondo. No quería llorar -, sólo necesito un poco de tiempo para afrontarlo.
- No te queda mucho - aclaró su papá -, la carta dice que debes estar a inicios del verano...
- Ya. Pues... En ese caso mañana mismo se lo digo - confirmó antes de irse a su habitación.
La mañana siguiente, tras bajar del auto de su madre, entró en el edificio principal mirando a todas partes, con sus manos en los bolsillos, se decidió primero por hacer un par de gestiones con sus papeles. Caminó a la oficina de la secretaria principal sabiendo que se estaba volviendo realidad su mayor miedo: quedarse solo ahora que tenía a alguien.
- Severo - dijo la secretaria -, vienes a por tus papeles - Puro asintió y mientras lo hacía, algo llamó su atención, un matasellos, parecido al que había marcado su carta. Sin mesura alguna la tomó y vio el destinatario:
Fernando Gallo.
Madrid, España.Sus ojos se abrieron grandes, sus labios no pudieron contener expresar alegría muy efusiva, tanto que ignoró el hecho de que la secretaria había vuelto con sus papeles en la mano.
- Es que es... - tratando de ocultar una sonrisa frente a la secretaria que lo veía curiosa -... es de... mi mejor amigo.
La secretaria se puso sus lentes y miró, sonrió pícaramente y respondió -, amigo, eh. ¿Ese en el que te la pasas colgado por los pasillos?
Puro sonrió grande. ¡Era divertido!
- Si. Él.
- Pues nada. Dásela.
Salió con el aire ausente, sintió sus tripas, estaban huecas y el nerviosismo amenazaba con hacerlas desaparecer; su última carta en juego.
Madre mía.
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Te voy a enamorar
Novela Juvenil¿Te enamorarías de un chico? No sería de cualquiera, si no de ese que llegó a mitad de curso con un aroma y nombre particular, que hizo reír al profesor y que en su mirada se reflejaba lo risueño que era y que hacía que todos quisieran hablarle. M...