Moscones

1.8K 184 4
                                    

Puro volvió solo caminando, dando saltitos sin sacar sus manos de los bolsillos de su sudadera.

- Hola hijo - le dijo rápido su padre viéndolo sentarse en la barra. La vida de jefe de su teteria le estaba causando desconectarse un poco de su hijo. Lo veía entrar y salir durante todo el día, sin intercambiarse más allá de saludos y despedidas.

- Cómo han ido lo de...Huy, ¿y tú, a qué viene esa cara? - pero aún sabía cuando algo le sucedía.

Su hijo le sonrió y hundió los hombros.

- Pues que el sol ocultándose, el viento... ya sabes cómo me ponen...

- Ya - rió su padre -, ¿cómo fue el día? - "sin mucha presión, pero que se note el interés..." Recordaba lo que había leído por internet, había crecido su hijo y sí quería que le siguiera teniendo confianza debía estar actualizado.

- Muy bien, el profe de mates...bueno y... - contándole que día -... Y resolvimos los ejercicios... Nando es muy bueno en mates...

Y besando... pensó Puro sintiendo sus labios, estaban algo hinchados y todavía se sentían calientes. Aún le temblaban las manos de haber sentido a Fer.

Don Justo sabía que eran ya novios. Su sonrisa no podía evidenciar otra cosa que no fuera que disfrutar pasar el tiempo con Fer, repasando sus anatomías, creyó prudente hablar de eso con Puro ahora que lo pensaba, pero sus pensamientos se detuvieron con el sonido de la campanilla.

- ¡Vamos de marcha! - anunció Jordi entrando en la teteria -, que hoy, hay verbena. Venga. A adecentarse - parando a su primo.

- ¡Por fin! - confesó Puro emocionado -, nos vamos de jarana - haciendo reír a su padre y a su primo, subiendo a su casa.

Don Justo se quedó con varias palabras en la boca, estaba tan acostumbrado a ese corazón salvaje que su hijo tenía.

"Igual que su madre" confesó antes de volver a su trabajo.

Jordi le sugirió que llevara a sus amigos, así sería mejor, porque seguro irían los suyos y no tal vez no serían del agrado total de Puro.

La noche, ¡qué noche! ¡madre mía! Chicos mirando a las chicas, ¡madre mía! Luces amarillas guiando el camino entre la oscuridad, música para bailar, cantos de los vendedores anunciando sus viandas desde sus casetas; mil olores, mis sabores por probar.  Era una ocasión donde se reunían los jóvenes para buscar pareja, emocionados iban de grupos de tres o cuatro, siempre con uno al que le buscaban con quién bailar; algún que otro solitario cazador con expectativas menos serias más que pasar una buena noche.

Puro y Fer llegaron maravillados, hacia tiempo que ninguno iba a una verbena y Jordi lo sabía, así que los tres estaban emocionados. Fer le señaló a Puro el puesto de churros. Fueron a sentarse y pedir unos mientras esperaban a sus amigos y Jordi veía a los suyos. 

Ya había un par de grupos de chicas que habían divisado a esos dos amigos que habían ido a dejarse ver. Hoy en día podían pasarse el protocolo de esperar a que ellos se acercaran.

- Voy por chocolate - anunció Puro poniéndose de pie.

- Vale - afirmó Fer viéndolo alejarse feliz.

- Hola. ¿Eres Fer, no? - dijo una chica, acercándose al moreno.

- Sí. ¿Y tú...? - su rostro se le hacía conocido.

- Soy Sonia, una amiga de Jordi. El capitán del equipo.

- Ah. Encantado - dándole dos besos.

- ¿Te gustaría bailar? - señalando la pista.

- No. Lo siento, que he venido con un amigo y no quisiera dejarle solo...

- Ya. Pues...será otro día - algo desanimada. Sólo un poco, ya había hecho el primer contacto.

- Si. Disculpa...

Media hora después, luego de varios vasos de chocolate y ver a sus amigos bailar, Clara se acercó a Fer. Ambos habían aceptado que no se les daba eso de bailar y no comenzarían ahí haciendo el ridículo.

- ¿Bailarías conmigo? - preguntó la rubia al ver que Rodri estaba ya algo cansado hablando con Renzo y Nacho en la caseta de horchatas. 

Puro asintió para aprobar tan acto. Dejándolo solo.

Ahí estaba; lo había visto desde hace cinco canciones y había visto sus ganas de bailar desde hace dos. Dio el último sorbo de su bebida y fue hasta él. Sus amigos se habían ido, era ahora o nunca.

- Hola.

Todos sus amigos oyeron eso, por encima de la música, bueno, menos Clara y Fer. Puro se limitó a sonreírle y susurrar también un hola.

- Eh... soy Carlos - rascando su nuca.

- Hola, Carlos - dijo Puro.

- ¿Esperas a alguien?

- Mis amigos. Que han decidido ir a bailar...

- ¿Te apetece hacerlo? Digo. En lo que... esperas...

Puro estuvo por responder, claro que lo hacía desde la mesa, donde tenía sus brazos cruzados por el frío. Debió de haber llevado una cazadora, pero alguien lo llamó.

- ¡Aquí estás! - afirmó Nacho -, venga. Vamos a por los chicos. Oh, Carlos, no te había visto - claro que lo había hecho, por eso se apresuró a salvar a su amigo que dejaba la mesa rápidamente.

- ¿Lo conoces? - señalando a Puro.

- Vamos en el mismo Insti - volviendo a ver a Puro -, ¿vamos?

- Claro. Adiós - le dijo al chico.

- ¿Por qué siempre te tengo que recatar de este tipo de personas? - haciendo reír a su amigo. Realmente lo apreciaba, en verdad no sabría qué hacer sí de nuevo pasaba. -¿Dónde está Fer?

- Ha ido a bailar con Clara.

- Ya. ¿Quieres ir a bailar? - riendo. Viendo a su amigo abrazarse por el frío que comenzaba a hacer -, así calmas ese frío.

Antes de que Puro pudiera responder, vio a Fer volver riéndose, dejando a Clara de nuevo en los brazos de Rodri quién la volvería a casa, mientras que él estaba quitándose su cazadora. Ante tal pequeño evento, el castaño jamás creyó sentirse muy emocionado de poder sentirlo: la cazadora de su novio sobre sus hombros, un beso en la mejilla y la razón por la que se reía: "te eché de menos", dicho bajito a su oído.

Te voy a enamorar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora