Silencios rotos

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Jordi había llegado pronto para ver a su primo. Cuando lo vio llegar estaba hablando por el móvil. Soltó un suspiro, iban vestido del mismo modo: vaqueros negros, camisa a cuadros y la misma Parka que habían comprado hace un año por Navidad, la diferencia era que Puro llevaba una camisa azul marino a juego con un suéter ligero color gris. El bajito caminaba hablando por el móvil, dando vueltas, pensando que nadie lo veía sonreír al oír lo que por el otro lado le decían.

- ¿Bruno? - preguntó Jordi cuando por fin sé acercó.

- Sí - afirmó Puro guardando su móvil -, el cotilleo de ayer. Parece que él y la pandilla están más desatados que nunca.

- ¿No le echas de menos? - mirando el mismo camino que Puro. Siendo él quién recordaba la vez que se conocieron, fue algo bastante abrupto para los tres, más por Ana, la hermana de Bruno.

- A veces - confesó Puro con cierta nostalgia -, pero...sabes como son sus padres... - metiendo sus manos en los bolsillos de su Parka. Prefería no obviar ese hecho de coincidir en el atuendo.

- Ya - no había más que decir. Él también lo echaba de menos, se habían hecho amigos los tres, pero era un tema que no podía mencionarse tan a la ligera.

Jordi era dos dedos más grande que su primo. Compartían el mismo tono de cabello pero Jordi lo tenía peinado en un tupé enorme; había heredado esa palidez por lo que las venas azuladas se le marcaban en los brazos y los ojos azules de su abuela inglesa; caminaba de una manera resuelta, a comparación de Puro, que caminaba algo torpe y con pasos cortos.

La diferencia entre Jordi y Fer, era que el primero se hacía a desear; miraba ocasionalmente a las chicas que lo veían pasar y se reían pensando mil cosas sobre él. Y claro que lo veían a él. Puro jamás se había sentido guapo y nadie se lo hacía hecho saber: jamás hablaban cuando pasaban u oía risillas por parte de nadie como las que oía con su primo al lado. No había recibido ni una nota durante las clases como las que recibía Bruno en el pueblo o las miradas que cada tarde que salían a dar un paseo.

"Seguro te miran a ti" recordaba que le decía, a lo que Bruno siempre le dijo: "claro que no, sí yo soy el feo aquí..."

Aquí nadie veía a Puro.

- Bueno. Nos vemos... Tengo que acabar un trabajo...

- ¡Pero tienes que pasarte por el local! - mientras lo veía alejarse.

- Lo prometo - aseguró su primo, dejando a Puro en la oficina a la espera de que le asignaran una clase.

Soltó un suspiro mientras se recargaba en la pared. Para su suerte, había alguien en todo el instituto que lo veía sólo a él; lo que hacia, alguien que guardaba cada sonrisa que pescaba: Fer, que pasaba justo por ahí camino de su clase cuando lo vio; guardó esa mirada perdida llena de ilusión antes que se girara a atender a la secretaria, volviendo él a su clase.

-/-

Ahí estaba Puro, con los hombros caídos, con ese picazón que el aire caliente generaba por la entrada directa de los rayos del sol al aula llena de tedio; viendo ese lienzo en blanco; sin entender cómo es que había terminado en dibujo artístico,con la frustración de no tener ni idea de qué dibujar y la incomodidad de una bata que le quedaba sumamente grande. Odiaba ensuciárse las manos pero todo parecía que cada acción las ensuciara más: tomar un "nuevo" pincel, la pintura...todo estaba lleno de pintura fresca. Dejó caer su cabeza sobre su pecho.

- Bueno, Puro. Ponga de su parte, que no es difícil dibujar algo. Sé que no tiene práctica pero inténtelo - lo animó la profesora.

Soltó un suspiro. Hizo un par de líneas sin sentido, tenía una canción en la cabeza, eso hacia cuando estaba aburrido. Por un momento entre ver soy verso, Fer se le vino a la mente, ¿cómo será su voz cuando canta? Comenzó a imaginarlo, a trazar líneas suaves y orgánicas, hasta que...

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