Capítulo 17

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Jake•

Aun no estaba seguro de que pensar sobre Lisa, los demas habían decidido ignorarlo y preguntarle a ella cuando regresara, pero el sabia la verdad.
Lisa era la decendiente del dragón de diamante, antes lo sospechaba, pero ahora estaba seguro. Por eso le había dicho a Dauntan que era hora de enviarle a la Academia una advertencia, de demostrarles que él sabía dónde estaban y que podría destrozarlos en cualquier momento.

Ahora que había cumplido su misión, "encontrar a la descendiente de la profecía", Dauntan le permitirá volver a su lado y controlar Svijet Nade. El único problema es que no sabía si eso era lo que aún quería...
Había pasado unos increíbles días junto a sus amigos y no había nada mejor que estar al lado de Ángela, pero... si se quedaba sería destruido junto a ellos.
Además aún le quedaba cumplir su misión. Recordó la profecía.

"La destrucción los rodeará,
El hijo de primogénito la convocará. Dragones emergerán y sin piedad comerán todo aquel corazón cual se deban enfrentar. En Jëzingêl, donde la llave del secreto de la necromancia se oculta.
El futuro esta en garras oscuras
Destrucción vendra"

Sabía que con "el hijo del primogénito" probablemente se refería a él, pero no se imaginaba cuál tipo de destrucción podría convocar. Lo de los dragones lo asustaba, supuestamente todos estaban muertos y si volvían a la vida podrían vaporizar todo a su paso, claro que no le importaba mucho porque después de todo el estaba del lado de Dauntan, pero le molestaba que si tenía un plan tan serio como ese no se lo hubiese contado.
Si la llave de la necromancia se encontraba en Jëzingêl, el debía conseguirla antes que sus amigos y antes que Dauntan, de esta forma podría ser el quién controlará a los dragones renacidos y solo le obedecerían a él...

"Tal vez a eso se refiere la profecía con que traeré la destrucción, ¡Significa que voy a triunfar!"

—¡Jake!—Angela lo llamó, él siguió el suave tono de su voz hasta llegar a un claro donde estaban todos reunidos con sus kleindragels, silbó con fuerza para llamar al suyo y lo monto sabiendo que aún quedaba un último pueblo al que debían llegar antes de Jëzingêl.

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En el camino se pasaron hablando de las gemas descritas en el libro. Se preguntaba que pasaría si conseguían una y donde podrían encontrarla.

—¿Dónde creen que se encuentre la de oro? —dijo Ingrid con la vista puesta en el horizonte. Jake estaba molesto con ella, era la única que sabía de sus encuentros con Ashley y le preocupaba lo que podría llegar a decirle al resto.

—Muchos dicen que se mantiene escondida en las montañas más lejanas de Svijet Nade, en un pueblo de monstruos —respondió él preguntándose si Dauntan ya había enviado a su gente a buscarla.

—Definitivamente no iremos por esa. ¿Que tal la de zafiro?—dijo Ángela con su cabello blanco resplandeciendo por el sol.

—Nadie jamás ha escuchado de ella. Pero... ¿que tal si la Academia oculta una? —Esta vez la que habló fue Kate con una chispa de curiosidad en sus ojos.

—Si lo hicieran ya la hubieran usado contra Dauntan ¿no crees?—le respondió Adam volando a su lado, Jake no pudo evitar sentirse apartado por su amor. Ellos podían estar juntos, pero el jamás podría estar con Ángela y lo peor es que no conocía los sentimientos de ella.

—Creo que deberíamos cambiar de tema, lo que más importa aquí es lo que va a pasar cuando lleguemos a Jëzingêl. —Empezó Ingrid de nuevo, arruinando el momento. —Los nekroi nos llevan persiguiendo por días, no sé si ustedes se dieron cuenta, pero yo los vi llegar al pueblo fantasma justo antes de que partiéramos. Están cerca de alcanzarnos, no deberíamos seguir haciendo paradas.

El Secreto de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora