Capítulo 41

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—¿Lisa, qué has hecho?

El principe cerró y abrió los ojos, tratando de despertar de la pesadilla frente a él, pero no funcionó. Lo que estaba viendo era real y mucho peor que cualquier cosa que pudiera extraer de sus sueños.

—¿Qué te sucede!  —gritó —La mataste...

La voz de Alex estaba cargada de ira, no entendía por qué Lisa estaba actuando de esa manera, pero la mirada en los ojos de la descendiente lo aterraba. No podía permitirse creer que lo que estaba viendo fuera real. La Lisa que él conocía nunca actuaría de esa manera, pero una voz en su cabeza le decía que ella había cambiado, que no había vuelto a ser la misma después de la muerte de Ruby.

Alex recordó todas las veces que Lisa había mencionado detestar a la reina y querer asesinarla. En esos momentos le había parecido que estaba bromeando, pero al verla cubierta en sangre dorada... un escalofrío recorrió su espalda.

Ella caminó unos pasos hasta estar frente a él. —Alex yo en verdad lo siento. –dijo a la vez que situaba una mano ensangrentada en su mejilla, y lo obligaba a verla a los ojos.  —No tenía la intención de lastimarla... era la única forma. —sus ojos se volvieron llorosos y los labios empezaron a temblarle.

Él no respondió y solo se le quedó viendola fijamente sin demostrar ninguna emoción. Lágrimas empezaron a caer de sus bellos ojos plateados, pero Alexander las ignoró.

—¡Lo hice por nosotros! ¡Por la Academia! —la voz de Lisa sonaba desesperada, pero él solo le podía poner atención a la sangre en su cara, su cuerpo, sus manos. —Era la única forma de salir de aquí —tartamudeó —Dauntan está ahí afuera, muy cerca de empezar una guerra. Nuestros amigos están en peligro, ni siquiera sabemos si están vivos o si obtuvieron esa estúpida llave —su rostro se enmarcó de dolor y la voz empezó a quebrarse —No quería hacerlo Alex. Tienes que creerme.

¿Creerle? Como se atrevía a poner excusas para explicar lo que había hecho. Disgusto recorrió las entrañas del descendiente al ver en lo que se había convertido la mujer que amaba.

—Yo no podía seguir esperando aquí sin hacer nada —sollozó —Rendida inútil por el hechizo de la reina. No sabía que más hacer, simplemente no podía quedarme de brazos cruzados mientras las vidas de millones están en riesgo.

La reina. La forma en la que lo decía, como si solo fuera un enemigo más en su camino. —¿Y ésta era la forma Lisa? —exclamó apartándose bruscamente de ella. —¿Asesinándola a sangre fría?

Las lágrimas estaban al borde de caer de los ojos del principe cuando fijo su mirada nuevamente en el cadaver de su madre, y luego en Lisa quien estaba intentado volver a acercarse a él. Había ignorado completamente sus palabras, no le interesaba en lo más mínimo las excusas que tenía para sus acciones, había otra forma de solucionar los problemas. El lo había conseguido. ¿Por qué ella no pudo esperarse?

—Por favor Alex... Tienes que entender.

—No eres mejor que Dauntan, lárgate de mi vista —El principe hizo un esfuerzo para que su voz sonara fría e insensible.

—Si es lo que quieres.

Las palabras apenas fueron audibles. Su voz sonaba derrotada, triste. Alexander solo asintió con la cabeza.

Lisa se dirigió  hacia las puertas de cristal.  —Te estaré esperando en la salida de la ciudad de los elfos. Búscame cuando recapacites y comprendas por qué hice lo que hice. Porque fue por nosotros —con esas últimas palabras la descendiente salió por la puerta.

Una vez que ella desapareció del campo de visión de Alex, él dejó caer el acto. Cayó de rodillas y dejo que las lagrimas fluyeran, la temperatura del lugar pareció descender a la vez que un sentimiento oscuro empezó a rodearlo.

El Secreto de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora