Capítulo 24 (parte 1)

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Ésta vez quien había venido a recogerla no fue Thån, sino nada más y nada menos que el mismísimo príncipe. Venía montado en uno de esos unicornios alados que Lisa quería tener como mascota. Alex aterrizó justo a su lado y al verlo no pudo evitar sentirse nerviosa.

No quería ir a esa ceremonia o celebración, prefería quedarse encerrada en su cuarto investigando sobre cómo evitar que el dragón force se activase a la hora de enfrentar al dragón; pero le había hecho una promesa a "Mr. Engreído" y debía cumplirla.

—Te ves hermosa. —Sonrió Alex dándole la mano para ayudarla a montarse sobre la criatura negra.

—Impresionantemente tú lograste verte mejor de lo normal, ya no pareces un árbol. —Sonrió a la vez que Alex reía recordando aquel momento que tuvieron juntos peleando contra el Amphisbaena.

La verdad es que Alex sí se había pulido para este baile. Vestía un traje élfico azul oscuro con detalles dorados; una capa del mismo tono en su exterior, pero dorada por dentro. Ésta caía sobre sus hombros y en el cinturón llevaba atada su espada de bronce. Lisa se dio cuenta que su atuendo combinaba muy bien con el de él y le echó toda la culpa a Valï.

Recordó que habían tenido la misma discusión que para el primer baile y que al final había terminado ganando la elfa. La obligó a ponerse un largo vestido dorado tallado al cuerpo y la maquilló sin que ella quisiera; por último su amiga se despidió y le dijo que ella se iría con Thån dejando a Lisa irse sola con Alex.

—¿Te acuerdas de las bromas que hacía en la Academia sobre los unicornios espaciales? —Le preguntó Alex mientras ella lo rodeaba con sus brazos para mantener el balance y no caer del unicornio.

"Nunca me imagine que haría esto... cuando vuelva a mi tierra le diré a esa creída de Heather que monté un unicornio. Solo para ver su reacción."

—Claro, nunca te creí que existieran. Los unicornios normales tal vez, pero ¿los unicornios espaciales? Eso no era posible... hasta ahora. —rió recordando todas las veces que le había dicho a Alex que era un tonto por pensar que los Đįspāsūs iban a salvarlo.

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El resto del vuelo Alex le pasó contando todo lo que había hecho mientras ella estaba inconsciente y luego terminaron hablando preocupados sobre lo que estarían haciendo sus amigos.

Lisa notaba como cada vez se acercaban más a Royelgard. Aún no se había acostumbrado a ver las cuatro áreas en las que habitaban los elfos, todas eran de diversos colores y emitían auras diferentes. Su favorita siempre iba a ser Gēnōvōnē, debido a que allí había pasado la mayor parte de su estadía en ese mundo, pero siempre quiso conocer las otras. Fêringhęłl tenía un volcán que emitía lava, creando ríos donde los elfos de fuego pescaban.

"No sabía que había criaturas que podían vivir en la lava, pero como estoy volando sobre un unicornio espacial, todo es posible."

Fijó su vista en Çorålsėīgh, esta supuestamente estaba al lado de la cuidad de fuego, pero lo único que se veía era un vasto océano. Supuso que Çorålsėīgh era una ciudad oculta bajo el agua, justo como Atlantis.

Finalmente Alex hizo que el Đįspāsūs aterrizara. Habían llegado a Rôyęlgârd.

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Llegaron a la puerta donde estaban dos guardas cuidando, uno de ellos era el que la había llamado ghefla cuando había venido por primera vez con Thån y Valï. Al verla ambos elfos hicieron un gesto de desprecio, pero cuando notaron que venía con Alex hicieron una reverencia y los invitaron a pasar.

El Secreto de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora