Capítulo 26 (Parte 1)

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Sintió el color llegar a sus mejillas a la vez que trataba de procesar la pregunta de Alex por su mente. Le estaba pidiendo que se quedara con él, nada más, pero no pudo evitar que un pensamiento prohibido invadiera su mente. La invadió pánico y no supo que responder ante la pregunta de Alex. No quería nada con él... al menos no algo así.

Como si Alex se hubiera dado cuenta de lo que dijo se sonrojó también y tartamudeo con sus palabras intentando explicarse. —Me refiero a que te quedes en esta habitación, puedes usar mi cama y yo dormiré en el sofá.

Lisa soltó un suspiro que no sabía que estaba conteniendo, luego sintió como un sentimiento de alivio la invadía, pero había otro sentímiento más, uno que no sabía explicar y lo vio también en los ojos de Alex.

—Me parece bien. Pero establezcamos una reglas de convivencia. —fulminó a Alex con la mirada a lo que éste respondió con una sonrisa tonta.

"Me parece que aún no se le ha pasado el efecto de la bebida"

—¿Qué tipo de reglas?

—Está prohibido el contacto físico, roncar y molestarme. —lo miró seriamente— Juro que si rompes siquiera una de estas reglas, mañana no amaneces vivo.

Alex tragó saliva sin saber si Lisa estaba bromeando o no. —Como tú digas princesa, te prometo que no las romperé. —finalmente respondió  sonriendo intentando imitar a Thån.  Para Lisa eso de imitar no le salió muy bien, porque su sonrisa era mucho mejor que la brillante del engreído Thango.

—Primero que todo. Tú eres el príncipe aquí. —Rió a la vez que Alex se levantaba de su cama para dejársela a ella con una sonrisa.  Lo siguió con la mirada mientras se tambaleaba al sillón colocado en una esquina del cuarto y se acostaba en él. Una vez que se aseguró de que el descendiente no se hubiera caído se acostó en la cama intentando conciliar el sueño.

—Te amo Lisa. —Se volteó alarmada, pero Alex ya estaba en el mundo de los sueños. Se preguntó si él lo decía enserio o no, pero sabía que muy en el fondo ella sentía lo mismo.

—Igual yo.

***

Miró la armadura colgada en su armario. Mañana era el día, mañana enfrentaba la tercera prueba y aún no había encontrado una solución a su problema. Había intentado comunicarse con Angela para obtener respuestas y apoyo, pero la conexión no parecía funcionar.

Tampoco había hablado con Alex desde hace dos días, después de el accidente en la mañana. Recordó cuando había despertado después de la noche de la fiesta rodeada por los fuertes brazos de Alex, él la abrazaba mientras seguía dormido y no parecía querer soltarla a lo que ella no pudo evitar sonrojarse. Nunca supo como había llegado Alex a su cama, pero decidió irse y dejarle una nota en vez de preguntarle.

La reina de los elfos había vuelto de su recuperación justo el día anterior y lo primero que había hecho fue pedir una audiencia con ella el día de hoy. Lisa miro la brillante armadura color perla con pequeños diamantes y gemas de oro incrustadas, sabía que era una de las mejores armaduras de los elfos, pero algo en su interior le dijo que sería inútil contra el poder áurico del dragón. Ató su cabello en una fina trenza y salió por la puerta, cerró con llave sabiendo que Valï no estaba porque se encontraba con Thån.

***

El bosque estaba cubierto por una fina capa de nieve y lucía como un paraíso de tonos azulados. Los árboles escarchados y cubiertos de hielo eran su única pista del camino que debía seguir.

"No puedo creer que ya sea noviembre... ¿Cuántos meses llevo en ésta ciudad? Si mi memoria no me falla, ya casi era Navidad cuando me fui de la Academia"

El sonido de un ave la sacó de sus pensamientos e hizo que su atención se enfocara en el cartel frente a ella. Era el mismo que había visto hace un tiempo cuando había ido al castillo de la reina para robarle algo. Recordándolo, Lisa se río de lo que había hecho y siguió en dirección a lo que parecía su muerte.

Los guardias élficos la arrastraban por los cristalinos pasillos del castillo, ella forcejeaba con ellos insistiendo que podía llegar sola, pero probablemente no iban a dejarla después de lo que hizo al entrar. Lisa había llegado a las puertas del castillo y había golpeado a todos los guardias en su camino solo para llamar la atención de la reina.

"Admito que fuel algo inmaduro, pero estaría mintiendo si dijera que no lo disfrute"

Finalmente los guardias la tiraron al suelo, haciendo que cayera ante el trono. Levantó la vista para encontrarse con una reina vestida de oro y vino, sus ojos cristalinos la miraban amenazantes y parecían querer matarla. Con una seña su majestad le demandó a los guardias que se retiraran.
Una vez que estuvieron fuera y el salón se cubrió de silencio, el semblante de la reina cambió completamente.

En vez de sacar un cuchillo de su espalda y matarla, lo cual había imaginado en su mente, la reina se levantó de su trono y se acercó a ella.

Tensando todo su cuerpo, Lisa esperó el siguiente movimiento de la reina, pero para su sorpresa su majestad hizo una reverencia.

—¿Qué... qué significa esto? —preguntó alarmada cuestionándose si sería una clase de trampa.

— Thëalën, traedora de luz, espada de fuego, alma de estrellas. —La reina puso una mano sobre su frente y dibujo un símbolo. Lisa solo se quedó inmóvil, sin saber que hacer. Pasado unos segundos su frente comenzó a arder por la marca, hasta que el dolor se esfumó.

Intrigada por saber lo ocurrido se asomó en el espejo más cercano colocado en el salón. El símbolo que la reina había dibujado era el símbolo élfico de la valentía. Sorprendida notó como éste brillaba de una tonalidad plateada hasta desaparecer. —Te has ganado ese nombre y mi respeto. Jamás olvidaré lo que hiciste por mí. —Continuó la reina apartándose unos pasos de ella.

—Su majestad... Disculpe mi ignorancia, pero no entiendo nada de esto. —Lisa sabía que debía tener cuidado, aún no sabía si esa marca podía see una trampa para debilitarla de alguna forma.

—Ese símbolo te lo has ganado. Lo he marcado sobre tu frente para que cuando llegue él momento y te haga falta fuerza. El símbolo brille recordándote de toda la valentía que me has demostrado. —Los ojos de la descendiente se agrandaron en sorpresa, incapaz de murmurar ni una sola palabra. —Verás Thëa, cuando te enfrentaste a mi en nuestro pequeño duelo yo seguía cegada por un odio y una furia que me han estado consumiendo por años.  —Hizo una pausa y con un gesto, su majestad la invitó a seguirla, mientras abría las puertas para salir de salón. —Mi esposo, el rey de los elfos, murió en la guerra porque uno de los tuyos... un descendiente de dragón junto con unos humanos lo mataron. Permití que la oscuridad me consumiera y he dejado que me controle y consuma a mi pueblo. —Terminó cuando habían llegado a los jardines reales.

—Yo... lo siento, no sabía que el rey había muerto.

—No te preocupes, las palabras que me dijiste durante aquel duelo, esas palabras jamás las voy a olvidar.
"Un verdadero líder buscaría las debilidades de los demás y los ayudaría a volverse más fuertes. Tú los destruyes como te destruyeron a ti en vez de ayudarlos a mejorar" —dijo la reina repitiendo las palabras de Lisa. —Tenías razón, he sido una pésima líder y madre. Me has demostrado que no existen débiles o fuertes, que todos tienen la misma valentía y fuerza. Lamento todos los problemas que te ocasioné.

—La que lo lamenta soy yo. Llegué a su pueblo como una extraña y la enfrenté sin mostrar ni un poco de respeto. Espero que las cosas se puedan arreglar entre nosotras, es lo mejor para el pueblo de los elfos. —Lisa hizo una reverencia mostrándole verdadero respeto por primera vez.

—Sobre la prueba que debes ejercer mañana...

—Lo entiendo, es algo que debo hacer. Ese dragón morirá mañana.

***

El Secreto de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora