Capítulo 19

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Finalmente aterrizaron en su última parada antes de llegar a Jëzingêl. El lugar se veía desértico, pero esta vez no era como el pueblo fantasma, era aún peor, no había absolutamente nada.
Ni un solo edificio era visible al alrededor y Kate se preguntaba cómo harían para conseguir recursos, debido a que ya los habían agotado casi todos y los necesitaban para enfrentarse al ejército de Dauntan.

—¿Quién fue el inteligente que dijo que pasáramos por un pueblo? ¿Fuiste tú Jake? Porque al parecer este lugar está más vacío que tu cerebro.—dijo la inconfundible voz de Ingrid molesta. La chica se apoyó en su kleindragel, con su cabello negro atado en una cola alta y sus ojos ambar enfocados en Jake, asesinándolo con la mirada.

—Lo siento querida, pero este era el único lugar que quedaba cerca de donde estábamos y si no me equivoco, todos aceptaron seguirme. Después de todo fui yo quien venció al monstruo contra el que tú perdiste.—Jake le devolvía la misma mirada de muerte, pero Ingrid solo rodeó los ojos ignorándolo.

Kate se acercó a Adam y tomó su mano, desde que habían escuchado la profecía de la anciana él había empezado a actuar diferente y ella estaba muy preocupada por él. Aún no le había dicho por qué había reaccionado de esa forma gritando "maldiciendo", pero sabía que debía darle su espacio.

Decidieron dejar a Ingrid y a Jake peleando y siguieron con su camino, esperando encontrar algo más que polvo. A la distancia se veía unas figuras azuladas, que entre más se acercaban iban adquiriendo la forma de árboles.

"¡Un bosque!"

Kate se le adelantó a Adam y avanzó con pasos veloces, guiada por la curiosidad y emoción de encontrar algo. Finalmente llegó hasta el primer árbol de la extensa fila que seguía a lo lejos y posó una mano en esta para tomar un descanso. Había corrido bastantes metros para hacer que su corazón se acelerará y latiera con más fuerza.

—¡Kate! ¡No salgas corriendo así!—Adam llego desde los cielos, con su cabello dorado alumbrado por el sol.—Yo te pude haber llevado.—sonrío descendiendo hasta donde ella estaba.

"Rayos. Olvide que podía volar"

—Bueno, ahora ambos estamos aquí. Solo espero que Ángela no muera tratando de evitar un pelea entre Ingrid Y Jake. Esos dos pueden ser letales si quieren.

—Tienes razón.—Decidieron descansar junto a un árbol a esperar que los otros llegarán.

—Adam... sé que no te gusta hablar de esto, pero tienes que contarme sobre la maldición.—lo miró nerviosa, temiendo la respuesta. Adam que estaba ya reclinado en el árbol con los ojos cerrados, se enderezó.

—Bien, creo que es justo que lo sepas. Después de todo yo sé sobre toda tu vida y la fuerza dragón.—suspiró mientras Kate se mantenía callada dispuesta a escuchar.—Esto empezó cuando yo era niño, mucho antes de que escapara y fuera a rescatarte de Malmur. Vivía con mis padres en una casa alejada de la sociedad, después de todo no queríamos vernos afectados por el reinado de Dauntan.—Adam cambio de posición, sentándose de una forma más cómoda.—Desde pequeño ya sabía que yo era un descendiente y mi padre quería que fuera más fuerte, quería que tuviera más poder. Un día de estos un hombre extraño, viejo, llegó a mi casa, pidió comida y quedarse por una noche. Dijo que si lo ayudábamos nos devolvería el favor.

—¿Y lo hizo?—se atrevió a preguntar con sus ojos azules puestos en los verdes de él.

—Sí, pero no era la clase de favor que esperábamos. Como mis padres eran personas muy bondadosas dejaron al anciano quedarse y a la mañana siguiente antes de irse, el hombre hablo con mi padre. Resulta que era un hechicero y a cambio de la ayuda que le dimos prometió hacerme más fuerte.—Dirigió la mirada hacia abajo, viendo los guantes de cuero que cubrían sus manos.—Dijo que era una bendición... pero lo único que recibí fue una maldición.—Rápidamente Adam se quitó los guantes, luego capa y finalmente la camisa.

El Secreto de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora