Capítulo 45

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—Señorita Novacek—Llama una voz en un acento que ella logra reconocer como francés, entre su aturdimiento logra abrir sus ojos, observa la habitación de color crema, se incorpora hasta quedar sentada, la cabeza le da vueltas, la boca la tiene seca, y no entiende que hace en esa habitación.

— ¿Dónde estoy?, ¿dónde está Dashev? —pregunta al ver a la mucama, quien sostiene una charola de plata con el desayuno, la chica la observa confundida pues ella le habla en Alemán  y ella no entiende nada.

—Retírate Colette — dice Harry entrando a la habitación, la chica asiente y deja la charola en un mesita dentro de la habitación.

— ¿Dónde estoy? —pregunta al saliendo de la cama.

—Estás en tu nuevo hogar mi pequeña Keri— dice el hombre sentándose en una de las sillas del pequeño antecomedor que se encuentra en la nueva habitación de Keri

— ¿Dónde rayos estamos?

—Estamos en Marsella.

— ¿Francia?

—Así es Francia, Keri… aquí nadie te encontrara.

— ¿Dónde está Dashev? —le arrebata el periódico a su padre.

—Tu pequeño bastardo— el tono de voz es burlón y frio

— ¿Qué hiciste con él? — dice llena de miedo.

—Tranquila Hija, tu bastardo está bien— dice dando un sorbo a su café—esta con su nueva familia.

— ¿Nueva familia? ¿Qué nueva familia, Papá que hiciste con mi bebe?- las lagrimas comienzan a descender por sus ojos.

—Creí que una vez te había dicho, que conmigo no se jugaba Keri— dice  levantándose de la silla—así que ahora aprenderás.

—Y yo creí que te había quedado claro que si lo tocabas nunca volverías a verme— dice limpiando las lagrimas con el dorso de su mano.

—Keri, no eres más estúpida porque tu madre no tuvo tiempo de contagiarte con eso… pero a partir de hoy harás lo que yo te ordene y tal vez algún día te diga donde esta ese bastardo—dice para finalmente salir de la habitación.

 — ¡Te odio! — dice lanzando la tetera hacia la puerta que se ha cerrado, se deja caer al suelo mientras las lagrimas vuelven a recorrer por su rostro, un desgarrador sollozo se escapa de su garganta, casi lastimándola, lleva sus manos hacia su vientre que se encuentra plano, el dolor comienza a renacer de nuevo en ella, se pone en pie para salir de la habitación pero justo en ese momento la puerta se abre, un hombre vestido de traje negro lleva con él el estuche de su chelo y su padre entra detrás de él.

—Muy bien Keri… ahora tocaras hasta que yo te diga que pares lo harás.

—No lo hare—Le mira desafiante.

—No seas ridícula, tu harás lo que yo te ordene… ¿o que no quieres saber quien tiene a tu bastardo? —le toma  por el brazo, ella solo asiente—muy bien a partir de hoy harás lo que yo te diga y cuando yo considere adecuado te diré donde está.

España, Italia, Portugal, Noruega, Reino Unido, Rusia, México, Keri ha perdido la cuenta de en cuantos lugares distintos ha tocado, cuantas orquestas sinfónicas la han acompañado en los últimos 4 años, cuantas noches a llorado, cuantas veces a suplicado para que le digan que su hijo está bien, se siente muerta en vida, se deja guiar por sus pies, quienes la arrastran sin rumbo conocido o tal vez sí, pero es solo que su mente no está donde debería, el viento revuelve su cabello, el  frio aire se cuela entre su abrigo pero ella no siente el frio, hace mucho que dejo de hacerlo, se hizo incapaz de sentir frio o calor, lo único capaz de sentir, es el frio que rodea su alma, las garras de la desesperación que se ciernen sobre su cordura, las calles de Dresden parecen las mismas que ella caminaba hacia muchos años atrás con Leila, su única y mejor amiga de la cual no volvió a saber nada, tal vez aun seguiría con Tom, ¿estarían casados?, ¿tal vez ahora estarían separados?, nunca supo nada de la carrera musical de Leila, tal vez ella se dedico a otra cosa, confiaba en que siguiera junto a Tom, después de todo lo de ellos fue amor a primera vista, como lo suyo con Bill… ¿Bill aun se acordaría de ella?, después de tantos años aun seguiría enamorado de ella, ¿se abría vuelto a enamorar de otra mujer?, ella aun lo estaba desde hacía cuatro años, él era el único que habitaba en su corazón, él es y seguiría siendo el amor de su vida, finalmente habían procreado un hermoso ser, Dashev, que sería de ese pequeño que ella solo tuvo entre sus brazos un par de horas, su carita habría cambiado de eso estaba segura, ¿sus ojos habrían tomado un solo color?, ¿seguiría teniendo uno ojo azul y otro café?, ¿su cabello se abría tornado chocolate como el de ella o seguiría siendo castaño claro como el del Bill?, que habría pasado con Dashev, solo confiaba en que las personas que lo tuvieran apreciaran al ser tan único que ella había concebido, ese ser que representaba todo el amor que sentía por Bill, el único amor de su vida.

Cuatros años, siete meses y tres días, habían pasado desde que él había visto a Keri por última vez, aun recordaba la ultima mañana en que la tuvo entre sus brazos, por las noches aun podía sentir el calor de sus caricias sobre su piel, podía escuchar el sonido que emanaba de sus labios cada vez que llegaba al cielo, su sonrisa después de hacer el amor cuando él hacia algún comentario inapropiado que hacía que ella se sonrojara, solo tres días había tenido para hacerla suya para siempre, para grabarse en su piel cada caricia de ella, para que su memoria guardara cada milímetro que el había recorrido de su cuerpo, mientras le hacía el amor, durante el día su tiempo lo dividía entre el estudio de grabación y Dashev que cada día estaba más grande, mas despierto, inquieto y observador, mientras que las noches las usaba para recordarla a ella entre sus brazos, ¿Dónde estaría Keri en estos momentos?, ¿aun pensaría en él?, tenía claro que Keri jamás alejaría de sus pensamientos a Dashev era su hijo, pero él era otra cosa, no ella aun lo amaba de eso estaba seguro, así como él aun la amaba. Su amor era tan grande que estaba seguro que el tiempo no lograría hacer mella en su amor, si el tiempo no había desgastado el amor de Tom y Leila al contrario lo había afianzado hasta el punto de comprometerse, pues el amor que él y Keri se habían jurado estaba intacto.

UnendlichkeitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora