|15|

8.4K 634 60
                                    


Kindjal*: un arma más grande que una daga pero más pequeña que un cuchillo, hecha completamente de plata.

En realidad Alex no sabía que hacía, solo sabía que Melissa McCall era la persona que necesitaba. Ella le había dicho que si alguna vez necesitaba ayuda, podría contar con su apoyo, así que ese era el momento. Se dirigía hacia el hospital con intenciones de mejorar, pero de algo estuvo segura; esa fue la peor decisión que pudo haber tomado.




•••





Al regresar de la comisaría, Scott se acomoda junto a Stiles en el sofá, éste lo mira de reojo y aunque no quisiera preguntar, lo hace.

- ¿Oye has visto a Alex desde que la sacamos de...ahí?

Scott no respondió al principio, parecía perdido en sus propios pensamientos, luego simplemente negó con la cabeza.

- ¿Crees que se la llevó otra vez? - Stiles negó. Un incómodo silencio se formó entre ambos.

- ¿No te has preguntado... la verdadera razón por la que Alex está aquí? Quiero decir, sé que gente poderosa la busca pero, ¿por qué Beacon Hills? Estoy seguro de que hay lugares con más seguridad. - Scott miró a Stiles con el ceño fruncido.

- No entiendo a qué te refieres, ¿quieres decir que crees que Alex está aquí por alguna otra razón aparte de ser perseguida? - Stiles ladeó la cabeza ante la mención de su propia teoría.

- Deaton dijo que nuestro sacrificio atraería lo sobrenatural aquí, como un faro. Alex no es sobrenatural, bueno... los cazadores de sombras no lo son pero ¿y qué tal si Alex no es solo una cazadora de sombras? - Scott lo miraba confundido.

- ¿Te refieres a que Alex puede ser algo más que una Nefilim? ¿Cómo una híbrida o algo así? - Stiles asintió.

- Deaton mencionó que antiguamente existieron cazadores de sombras con sangre de hada...

- ¿¡Existen las hadas!?- exclamó Scott en un susurro para no sonar anormal.

- Si, eh... - Stiles negó con la cabeza - ¿sabes qué? Olvídalo es una idea ridícula, no sé cómo se me ocurrió.

A pesar de denegar su propia idea, Stiles seguía pensando que era cierta, no sabía cómo, pero lo sentía.





• • •







Alex se acercó al módulo de asistencia a paso normal, no estaba muy segura si había hecho bien al acudir a la madre del chico que le gustaba, aunque sinceramente en ese momento estaba confundida con sus sentimientos.

- ¿Puede llamar a Melissa McCall? Es una emergencia - dijo con firmeza, para dar a entender que no era una petición, si no una orden.

El hombre rubio la miró fijamente un par de segundos, luego agitó la cabeza levemente y levantó el teléfono fijo que había en el escritorio.

- Va a tardar un par de segundos ¿si gusta esperar en un...? - Alex no lo dejó terminar y se fue a acomodar en uno de los incómodos sillones de hospital.

Bufó con aburrimiento, el nogitsune había destruido su celular y el único entretenimiento que poseía era una cartilla sobre el aparato reproductor femenino. No podía distraerse, cada vez que intentaba olvidar, la sólida imagen de Stiles sobre ella, mirándola de una forma en que estaba segura que el Stiles real jamás podría mirar a nadie, la atormentaba.

Tomó aire un par de veces para ahuyentar esos recuerdos pero parecían no querer irse y se recostó de manera más cómoda en su asiento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tomó aire un par de veces para ahuyentar esos recuerdos pero parecían no querer irse y se recostó de manera más cómoda en su asiento. Pero cuando creyó que por fin podría tener un tiempo para sí, una voz conocida se hizo audible en el silencio de la sala de estar del Hospital Memorial de Beacon Hills...

- ¿Podría llamar a Melissa McCall por mi?

Alex giró la cabeza e intentó ocultar su rostro con su cabello mientras que disimuladamente se ocultaba detrás de una pared. El hombre que la había atendido le dirigió una mala mirada al demonio, el cual tenía impresa en su rostro una sonrisa de psicópata; tres Oni se materializaron junto a él, formando una especie de escudo. Uno de ellos sacó su katana y se la enterró en el estomago al pobre hombre. Alex apretó la mandíbula con rabia al haber tenido que presenciar eso, en silencio juró que vengaría la vida que se perdió.

Se subió la gorra de su chaqueta para que no le vieran la cara y con mucha discreción y silencio extrajo el kindjal de su bota. Sinceramente, lo único que quería hacer era dar la vuelta e irse, pero la parte de ella que aún era una cazadora de sombras le decía que debía hacer lo que todo Nefilim hacía, proteger a los mundanos de las amenazas demoniacas.

Los Oni se mueven por los pasillos, matando y mutilando cualquier cosa viviente que se les cruza en el camino. Alex simplemente no sabe qué hacer, se esconde ¿qué podría hacer ella con una pequeña arma contra tres de esas cosas invencibles que usan katanas? Nada, claro está. Cerró los ojos cuando la sangre de un pobre mundano salpicó la pared a su lado.

Las puertas del elevador se abren, dejando ver a Melissa junto con su ex-esposo, un Oni se les acerca y a Alex no le queda más que reaccionar a la defensiva cuando éste se le acerca a la mujer. Sale de su escondite y balancea el peso del arma en sus dedos, justo cuando la criatura alzaba su katana para dañar a Melissa, Alex soltó el kindjal, el cual se clavó en la espalda de la criatura.

El Oni se quedó estático unos segundos, para después comenzar a chillar y desvanecerse en una luz dorada. Su kindjal había desaparecido, más la katana se había quedado tirada en el piso; sin más opción de armas, Alex tomó la espada del suelo y se acercó a Melissa.

- ¿Estás bien? - la mujer asintió mientras que el hombre a su lado miraba todo el desorden intentando descifrar qué demonios pasaba.

- ¡Cuidado! - Melissa advirtió.

Pero cuando Alex reaccionó ya era demasiado tarde, un agudo dolor le pasó por el brazo al ser arañada por una de las oscuras espadas. Giró rápidamente para desorientar al Oni y poder huir.

- ¡Encuentra a mi hijo! - gritó Melissa, a lo que ella asintió.

Al darse la vuelta para irse se dio cuenta que el nogitsune la miraba, la había reconocido y la estaba dejando ir. ¿Por qué? No lo sabía, peor no desaprovecharía la oportunidad de huir de aquel calvario. Con la katana del Oni muerto en mano, salió corriendo a una velocidad poco común para los humanos.












Perdón por tardarme tanto en actualizar, es que se me fue el internet :(
Gracias por leer y votar, son lo máximo.
- Dixon

Nefilim • teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora