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Alex tuvo un sueño. Un extraño sueño que se asemejaba a la realidad... Fue del día en que la declararon traidora y tuvo que huir.

Todo era igual, desde el momento en que quemó todas sus pertenencias, tomó suficientes armas y huyó desesperadamente de Nueva York, hasta el momento en que llegó a Beacon Hills.

Le había tomado un tanto encontrar una ubicación donde fuera difícil rastrearla; así que escogió ese lugar debido a que estaba escaseando de demonios que la clave no tomaría en cuanta, además de que era lugar de subterráneos, perfecto para mezclar su olor.

Había tenido que confundirse y aprender a pasar desapercibida como mundana para poder encajar. Al llegar allí su primer pensamiento fue pedir ayuda a los Hale, debido a que hace mucho tiempo atrás había conocido a Talia. Ese plan se fue a la mierda al descubrir que casi todo el clan Hale estaba muerto a excepción del atractivo amargado y el psicópata, oh y Cora.

Aún recordaba claramente cuales fueron las últimas palabras de Matt antes de que ella se fuera sin despedirse:

"Alexandra Monique Carstairs,
¿de verdad crees que haría
lo que fuera para lastimarte?
Te quiero demasiado como para
desgastarme en eso."



•••


La chica estaba de pie al borde del risco, en el bosque.

Alex le daba vueltas a el anillo plateado que llevaba en el dedo con mucho nerviosismo. Sentía un nudo en el estómago cada vez que miraba el emblema que llevaba grabado. El emblema de su familia; los Carstairs. O al menos era el emblema de una antigua y respetada familia de cazadores de sombras, que era bien conocida por su amor y amabilidad.

Una familia a la cual ya no pertenecía. A la cual dejó de pertenecer desde el momento en que manchó ese nombre con la sangre de los inocentes que había asesinado; una sangre que corría por sus manos y manchaba su honor.

Con un ademán de frustración se quitó el anillo del dedo anular y en un impulso intentó lanzarlo lo más lejos posible. Pero algo se lo impidió. Alguien había tomado su mano con fuerza.

Como primer instinto, Alex lanzó un golpe hacia atrás fallido, la persona había estado esperando el ataque y simplemente torció su brazo. Pero Alex fue más lista; cambió el peso de los cuerpos y aplicando una llave con las piernas hizo que su atacante cayera al piso, debajo de ella.

- ¿Matt? - preguntó la rubia sinceramente confundida.

- Alex - contestó sin emoción alguna - ¿podrías...?

- Ah, sí, claro. - Alex se puso en pie, sacudiéndose la oscura ropa; el chico la imitó.

- Lo siento, yo... creí que te quedarías en Alacante hasta la siguiente semana - dijo la chica, intentado explicar su confusión.

- Sí... es que tengo algo importante que decirte - contestó.

- ¿Es demasiado importante? Me gustaría ir a la cafetería que hay frente a casa, ya sabes Matt, siempre te gustaron los waffles con miel maple y crema batida...

- ¡Alex! - exclamó el chico llamando su atención y mirándola seriamente - me voy a casar.

Mil y un pensamientos pasaron como un rayo por la mente de Alex, incapaces de formularse en expresión o palabra. Estaba atónita, en shock. Lo único que pudo formular fue un simple quejido imposible de oír.

- ¿Qué? - logró formular esas palabras con esfuerzo - ¿Quién es ella?

Matt miró el suelo un par de segundos antes de contestar.

- Iris. Mi prometida es Iris Herondale.

Y entonces todo dentro de Alex se derrumbó, se hizo trizas y la aplastó con ella. Negó con la cabeza levemente, intentando encontrar una explicación razonable para todo aquello. Estaba haciendo un enorme esfuerzo por contener las lágrimas, ya había llorado suficiente y no pensaba repetirlo. Pero aún así sus bien construidas defensas flaqueaban.

Había demasiadas piezas que no encajaban en ese rompecabezas, ¿por qué lo hacía? Hace tan solo una semana él le declaraba a voz en grito lo mucho que la amaba y ahora... ¿No era algo pronto? Matt solo tenía diecinueve, casi veinte años. Una boda así de repente no es nada común. Pero Matt parecía muy seguro de lo que decía cuando hablaba.

- ¿Por qué? - logró susurrar la chica.

- Porque la amo. - Alex intentó disimular fallidamente que sus palabras no le causaban un daño interno. -La he amado desde hace mucho, sólo que nunca me había dado cuenta.

- ¿Desde cuándo están...?

- Hace un par de días - declaró Matt.

Y entonces todo el dolor que se acumulaba en el interior de Alex, fue sencillamente sustituido por ira y rabia.

- ¡No puedo creerlo de ti, Matthew! ¡Una semana antes decides tener sexo conmigo, me dices que me amas y a la siguiente ya estás por unir tu vida a la de MI Parabatai! - exclamó.

- Yo...

Alex estampó su puño contra la mejilla del chico, haciendo que su posición titubeara y sus nudillos dejaran una marca en su rostro.

- Eres un hijo de perra. - Alex escupió las palabras con enfado - Que el ángel tenga piedad de ti, porqué yo no la tendré.

La rubia se dio la vuelta con lágrimas de ira acumuladas en los ojos y los nudillos lastimados, pero ni siquiera se inmutó ante aquel dolor tan particular al cual ya estaba acostumbrada.

Matt la miró alejarse. Sus órdenes estaban cumplidas y su hermana a salvo.

[...]

De camino a casa Yukimura Alex se dio cuenta de algo, que Kira no estaba en casa. Lo notó por el simple hecho de que la luz de su habitación estaba apagada y eran apenas las seis de la tarde. Kira nunca apagaba la luz tan temprano.

Intentó llamarla. Tres veces. Y Kira siempre responde a la primera. Fue entonces cuando supo que algo andaba mal y comenzó a rastrearla. Su primera información fue de parte de Stiles, quien afirmaba que ella y Scott iban a ver una película. Entonces solo armó el panorama.

Un par de adolescentes quieren ver una película a solas, lo cual quiere decir sin padres o hermanos o amigos, lo cual al final quiere decir sexo. Lo cual me lleva al loft de Derek.

Tal vez Kira no contestaba porque en efecto estuviese teniendo sexo con Scott, pero tenía que asegurase. Obviamente no iba a espiarlos si no simplemente checar los alrededores.

Al llegar fue cuando se dio cuanta que todo se había ido a la mierda.

La ventana estaba rota, un orificio demasiado grande para un humano, y a juzgar por los signos de pelea que mostraba el lugar, había sido un berserker. Pero no estaba solo; otra criatura con garras había estado ahí y había dado pelea a parte de Scott, los rasguños en el piso eran más finos y las pisadas de botas en el suelo eran femeninas debido al patrón que seguían. Kate Argent.

Pero había un problema. Con ella solo venía un berserker, lo cual la dejaba con la duda ¿y el segundo?

Pero no se dio tiempo para pensar en eso, si no que simplemente llamó a Stiles para avisarle lo sucedido. Alex regresaría por armas y de una vez por todas mataría a esa zorra que se los había llevado.

Por qué eso era lo único que ro daba en su mente.

Mátalos.

Mátalos.

Mátalos.






Vuelvo a recalcar que aún NO es el final para... Malex(?
-Dixon.

Nefilim • teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora