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Los minutos transcurren con rapidez. El reloj marca las 7:30pm.

¿A dónde me dirijo? Bueno... Por un lado se encontraba mi mejor amiga y su sorpresa y por el otro Erick y mi maravilloso contrato con la directora del instituto, la elección fue fácil luego de recordar cuál sería la recompensa o el castigo y lo mucho que ayudaría a mis padres al ahorrarles ese dinero y que la escuela se convirtiese en gratuita para mí.

Con la mejor de mis sonrisas llamo a la puerta chocando mis nudillos contra el duro material de lo que sea que la componga. No demora demasiado a que Erick abra la puerta confiado a quien se trata.

—Hola—finjo una sonrisa.

—Adelante—dice permitiéndome el paso.

—Aquí estoy bien, gracias. Dime para qué querías que viniera, no tengo tiempo—digo rápidamente reprochándome a mi misma de manera interna el tono de voz que estoy ocupando, así Erick nunca va a confiar en mí.

—Entra y hablaremos—dice convencido. Ruedo lo ojos y me adentro al departamento.

—¿Ahora si vas a decirlo?—digo llamando su atención mientras él permanece recargado en la puerta.

Me mira con una ceja levantada y sonríe. —¿Qué? ¿Es que acaso no puedo estar contigo?—suelta con serenidad.

—¿Disculpa?—pregunto confusa. Imposible que haya venido hasta aquí por algo tan absurdo como eso.

Ríe. —Bromeaba—dice como si se tratase de algo gracioso.

—¿Vas a decirme para que he venido hasta aquí o ya puedo irme?—pregunto carente de humor, restándole importancia a su estúpida broma.

—Vaya—sonríe. —Veo que no estas de humor—replica y sus pies avanzan en mi dirección.

—¿Erick?—le miro. —¿Qué pretendes?—digo mirándolo, este chico quiere jugar sin saber que soy la ama de los juegos.

Su semblante cambia por una mueca de desagrado —¿A qué te refieres?—pregunta consternado.

—Bueno... A veces me odias, otras me besas y pareciese que no quieres dejarme ir pero luego lo haces y me dejas ¿Hasta dónde quieres llegar?—le miro, he avanzado tanto como él, tomo su barbilla entre mis dedos para así obligarle a mirarme. Sus ojos verdes me miran, su frente se posa sobre la mía y su respiración se vuelve lenta y densa.

—No lo sé Rachelle. Tienes algo que hace que no pueda controlarme ¿Por qué no me lo dices tú?— sus labios rozan los míos, toma mi rostro entre sus manos se acerca con lentitud para así robar un beso de mis labios una vez más.

Mi teléfono comienza a vibrar junto a las maravillosas voces de mis chicos One Direction.

Me detengo rápidamente y me aparto de él.

—¿Es enserio?—pregunta Erick divertido.

—¿Qué?—pregunto confundida.

—¿Te gusta One Direction?—me mira esperando una respuesta mientras se cruza de brazos.

—Por supuesto—sonrío. —Creo que a quién no le gusta es porque no sabe apreciar la música y está completamente estúpido—explico convencida.

—A mí no me gusta One Direction— confiesa.

Rio un poco. —Vez de lo que hablo—él se ríe pero antes de que estalle en carcajadas con una seña en la mano le digo que se calle y contesto el móvil. —¿Hola?—digo a la otra línea.

—Rachelle ¿En dónde estás?—pregunta Joel con tono molesto.

Salí a conseguir algo de comida ¿Qué sucede?—pregunto asustada, él jamás se enoja conmigo.

Tienes 5 minutos para estar en casa y descubrirlo tú misma—dice y sin más termina la llamada.

Observó el teléfono durante unos segundos y luego guardo el móvil dentro de mi bolsillo trasero.

—Debo irme—digo dirigiéndome a Erick.

—¿Tan pronto?—me mira con frustración.

—Así es—digo acomodando mi bolso sobre mi hombro.

—Aguarda—me detiene Erick cuando casi salgo de su departamento.

—¿Si?

—Toma—dice entregando una bolsa de papel de lo que parecen ser hamburguesas de Burger King.

—¿Qué?—le miro extrañada. —¿Para qué es esto?—pregunto confundida.

—Tú dijiste que saliste a conseguir comida. No creo que si llegas a casa sin comida él pueda creerte—explica algo que yo había tomado por desapercibido.

—Gracias—respondo en media sonrisa

Sonríe y se despide sacudiendo una mano en el aire.

Camino dos pasos fuera cuando él me detiene de nuevo.

—¿Me permitirías llevarte?—pregunta en media sonrisa.

No lo pienso mucho, necesito llegar cuanto antes a casa asi que no suena tan mal. —Bien pero apresúrate porque gracias a ti se han acabado mis cinco minutos que tenía para llegar a casa—replico en media sonrisa.

Sonríe. Toma las llaves de su auto junto a su gran chamarra de mezclilla para luego caminar a mi lado hasta el estacionamiento. Ambos subimos a su auto e iniciamos en marcha casi de inmediato.

No pierdo tiempo, cuando el auto se estaciona frente al edificio en el que vivo, salgo del auto y hablo en medio de una sonrisa. —Gracias—digo, esta vez en verdad estoy agradecida.

—No fue nada—sonríe.

—Hasta mañana—me despido sacudiendo mi mano en el aire.

—¡Espera!—vuelve a detenerme Erick.

—¿Si?—respondo con frustración. Me urge llegar y este chico no para de detenerme.

—¿Te parece si mañana paso por ti para ir a el instituto?—me mira nervioso.

—Claro—sonrío. —Ahora... Debo irme—respondo cortante. —Hasta mañana—digo y corro dentro. El ascensor tarda en bajar por lo que opto tomar las escaleras. A paso apresurado llego hasta mi departamento, con rapidez introduzco la llave abro la puerta pero nada. Todo parece estar vacío entonces es ahí cuando me doy cuenta de que han dejado una nota en la mesa.

"Salí un rato, no me esperes despierta.
Joel"

Frustrada camino hasta el comedor, ahí tres platos aguardan sobre la mesa, al igual que tres vasos y dos de ellos contienen labial una rabia increíble inunda mi cuerpo, estoy molesta porque no sé a quién pertenezca esta marca.

Molesta friego los trastes que han dejado, esto definitivamente no debería estar haciéndolo yo.

Cuando termino, camino hasta mi habitación. Y en un intento de girar la perilla me percató que está se encuentra cerrada con llave.

¿Qué mierda se supone que haré ahora?

Molesta y llena de frustración marco el teléfono de Joel pero él no responde a ninguna de mis llamadas.

Relájate Rachelle... Relájate—me repito una y otra vez.

¿Qué mierda pretendía Joel con dejarme así?


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Se puso brava la cosa xD

No se olviden de dar favorito y comentar. Los amo con todo mi corazón.

-All the love

CIEN ( Erick Colón, CNCO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora