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Maratón 2/3.

Erick.

Mis ojos se cierran por inercia, necesito poder saber que lo estoy imaginando todo, quiero poder imaginarme un mundo junto a ella a pesar de que sabía que ya no podría ser posible.

Acuno una de sus mejillas y beso sus labios, están fríos, tan fríos como un tempano de hielo, pero disfruto de ellos a pesar de todo. Siempre serían mi debilidad.

Entrelazo su mano con la mía, y jugueteo con sus dedos, beso su mano y acaricio sus nudillos esperando a que reaccione, pero... no es así.

La puerta se abre y Julio su padre entra en la habitación junto con Beatrice; lucen devastados, heridos y sus ojos no paraban de llorar, no me gustaba verlos de esa manera, pero tal vez yo lucía igual o peor que ellos.

Él corre en su dirección, suelto de la mano de Rachelle y me aparto de ella para otorgarles privacidad, saliendo de la habitación camino hasta la sala de espera ahí fuera me encuentro con Zabdiel, Christopher y Richard. Los tres me observan unos segundos y luego se lanzan sobre mí, uniéndonos en un abrazo grupal.

Ninguno dice nada, sólo nos dedicamos a observar a la familia de Rachelle pasar a su habitación, también ellos pasan después.

Fueron los 30 minutos más largos de mi vida.

—Familia, pueden pasar—dice el doctor indicando que ya es la hora. Todos nos ponemos de pie y caminamos dentro, su padre aún permanece con ella, toma de la mano de Rachelle y reparte besos sobre ella.

Muerdo mi labio inferior para evitar las lágrimas, pero sé que me sería imposible teniendo una escena como esta.

—Bien... ¿Algo más que tengan que decirle?—pregunta el doctor situándose a su lado.

Nos miramos los unos a los otros, ya no había más, las palabras se habían terminado.

—¡Por favor, esperen!—grita una voz conocida detrás de nosotros.

Todos nos giramos de manera sincronizada.

Jane camina a toda prisa con el pequeño Joey entre sus brazos. —No iba a dejarte ir sin antes hablar contigo—dice refiriéndose a Rachelle, como si de alguna forma pudiera ella escucharla mientras camina acercándose a la camilla que por meses ha sido el lugar de Rachelle.

Julio y Beatriz se apartan de Rachelle y caminan hacia atrás como todos lo hicimos antes.

—¿Quién crees que ha venido a verte?...—cuestiona Jane como si en algún momento ella fuera a responderle. —Así es, el pequeño Joey ha venido a verte—sonríe. —Se llama Joel como lo habría querido su padre, por que sí. Así es, Joel era el padre—baja la mirada. —Ray...—dice seria. —Rachelle ¡Perdóname!—solloza. —¡Perdón, Rachelle!... Yo no quise hacerte daño, sé qué fue mi culpa, sé que no debí de haber dicho nada, si no lo hubiera hecho nada de esto hubiera pasado, Joel estaría con nosotras y tú estarías bien. Rachelle, perdóname—solloza con los ojos cerrados.

—Lo siento, es hora—dice el médico interrumpiendo el momento quizás el último que ellas dos compartirían.

Jane asiente con la cabeza y se aleja de Rachelle acercándose a los demás.

Julio, Beatriz y yo caminamos en dirección a Rachelle, tomamos de sus manos y las apretujamos con fuerza.

Asentimos con la cabeza indicando al doctor que puede proseguir, y así lo hace, camina en dirección a la máquina que la mantiene con vida y comienza a desconectar cada una de las manguerillas que la han mantenido con vida durante todo un año.

Luego de que le diera su padre la noticia de lo sucedido con Joel, ella nos corrió de la habitación y arranco todas y cada una de las manguerillas que la mantenían a salvo, su herida del cuello termino por abrirse y perdió tanta sangre que tuvo que tener una cirugía de nuevo, todo parecía ir bien, el problema fue cuando las cosas se complicaron en el medio de la cirugía y comenzó a sentir tanto dolor que tuvieron que sedarla e inducirla al coma, pensaron que sería temporal pero no fue así, ella quedó en estado vegetativo, teniendo así que ser conectada a un aparato que la mantendría con vida. Ahora, un año después los doctores nos sugirieron desconectarla, ya que no había avances ni mejoras en su salud, nos explicó que sólo la estábamos reteniendo en un lugar en el que posiblemente ella no quería estar.

Tal vez por ello aceptamos.

—Ve con Joel... El estará muy contentó de tenerte de nuevo a su lado. Salúdalo de mi parte—dice Jane abrazándose al pequeño cuerpecito de su bebé.

Las lágrimas comenzaban a hacerse presentes en los rostros de todos.

—Siéntete libre de toda esta mierda—grita Anna llena de alegría, aunque aún no podía parar de llorar. Christopher la mantenía enrollada entre sus brazos, supongo que eso era lo único que podía mantenerla en pie, ella lucia bastante mal.

—Fue un honor haber sido tú padre, muchas gracias por ello, princesa—dice Julio entre sollozos mientras besa la mano de su pequeña. Beatriz lo abraza con fuerza pero no parece tener muchas fuerzas, ella también necesita que la sostengan.

El hermano de Rachelle sonríe y se acerca a Julio y Beatriz. —Te amo mucho, hermanita. Nunca nos olvides...

Con caras tristes sonreímos, todos lucimos tranquilos aunque estamos dolidos, sabíamos que Rachelle merecía descansar después de tanto.

Entrelazo mi mano con la de ella y me acomodo a su lado quedando a su altura, observo su rostro, sus labios; aquellos labios de los que me había vuelto adicto. Sus facciones, todo de ella era perfecto, ella era mi chica perfecta.

Te amo, Ray...

—Lo siento mucho—dice el medico luego de haber terminado por desconectarla. —Iré fuera para darles más privacidad, señor Julio necesito que me acompañe tenemos que hacer el papeleo para que puedan llevarse a Rachelle—informa sacando de su trance al papá de Rachelle, el asiente con la cabeza y va detrás del médico acompañado de su hijo y Alejandro el padre de Anna.

Los demás permanecemos dentro, yo simplemente no me podía separar de su lado, tenía su mano aún entrelazada con la mía, me hubiese gustado mantenerme así toda la vida.

Recuesto mi cabeza a un lado de la suya y me mantengo así con los ojos cerrados.

Quería estar con ella lo más que pudiera antes de que se la llevarán.

Un silencio profundo se apodera de la habitación, habían pasado solo 3 minutos luego de que la hubiesen desconectado y ya nadie podía ser capaz de decir algo.

Todos sollozan en silencio.

—¿Erick?...—logroescuchar en medio de un susurró. 




















***
Hola hola.

Tengan un excelente día.

—All the love

CIEN ( Erick Colón, CNCO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora