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Día treinta

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Día treinta.


Rachelle.

 
Dos semanas y media han pasado y Erick ni siquiera me ha llamado. He visto a los chicos cada fin de semana y me he sentido malditamente culpable por el simple hecho de que Erick ni siquiera se ha presentado a casa de Christopher, jamás quise ser la culpable de romper su amistad. 


En cuanto a Joel, bueno... No le he visto demasiado, si acaso dos veces le he visto pasearse en el balcón de enfrente.


—Entonces... Me éstas diciendo que Erick ni siquiera te ha llamado—habla Lilly, una chica que he conocido justo el día en el que ingrese al colegio, sólo que no había hablado lo suficiente con ella hasta hace unos días.


—No—digo y su sonrisa se desvanece. 


—Pues es un verdadero idiota. Si yo fuera él, te pediría una disculpa e intentaría hacer que las cosas funcionen de nuevo—me dice y lo tomo enserio, ella es una chica seria y también una muy lista. 


—Dale. Yo también lo haría pero sinceramente ya no me interesa soy feliz y el no podrá quitarme mi felicidad por sus estúpidos berrinches de niño mimado—contesto orgullosa. Aunque la verdad no sea esa. La verdad es que no me he sentido bien las últimas semanas, de alguna manera aquellas palabras que Erick dijo aquel día me dolieron como el infierno. Sabía que no debió de haberme importado, además aún tengo que arreglar las cosas con Erick si quiero que ese contrato funcione. 


Ella me sonríe y me abraza por los hombros con orgullo. —¡Bien dicho!


Ambas sonreímos y tomamos asiento en nuestros respectivos lugares dentro del aula, ella a un lado de Johan y yo con un chico rizado que hasta ahora sólo sé que se llama Henry, sonrío de lado cuando le veo acercarse e inmediatamente me devuelve una sonrisa y se sienta a mi lado acomodando su mochila sobre el piso. 


—Buenos días jóvenes, disculpen la tardanza pero es que había un tráfico de locos—gruñe la Srita. Adams dejando su portafolio sobre el escritorio.


La clase transcurre con normalidad. Todo parece ir bien y eso me agrada. 


La srita. Adams se marcha y el cambio de clase llega, a mi lado camina Lilly y al otro Johan. De alguna forma me he unido a ellos más de lo que esperaba. 


—¡Ray espérame!—grita alguien a mis espaldas.


—¡Anna!—grito y corro a sus brazos. 


—¡Foto! ¡Foto!—grita Lilly con la cámara entre sus manos enfocada en nuestra dirección. 


Sonreímos y beso su mejilla, ella enrolla sus brazos alrededor de mi cuello y sonríe manteniéndose estática hasta que el click suena y el flash deslumbra nuestros ojos. 
—¡Listo!—grita Lilly y se acerca hasta nosotras para mostrar la fotografía. 


Sonreímos satisfechas. 


Continuamos nuestra caminata hasta nuestra próxima clase. Nos adentramos al aula y los únicos dos lugares vacíos están completamente apartados el uno del otro. Nos miramos frustradas pero caminamos cada una en dirección contraria para tomar los asientos vacíos. 


Me acerco hasta el asiento vacío y mi corazón da un vuelco totalmente esperado. 


—Ahhh... Ray... Ammmm... Toma mi asiento—dice Johan interrumpiendo mis pensamientos. 


Él chico frente a mí, me mira incómodo. 


—No. No. Estoy bien aquí—digo sentándome a su lado. Esto podría ser una buena oportunidad para continuar con el contrato. 


—¿Estas segura?... Puedes sentarte a mi lado—dice Anna totalmente nerviosa. 


—No. Te juro que estoy bien aquí. Gracias—sonrío con confianza y ella asiente con la cabeza. 


Lilly me mira a lo lejos y con señas me ofrece su asiento, me niego de nuevo y parece que todos parecen comprenderme. 


Incómoda me revuelvo en mi asiento a lo largo de la clase. Estoy molesta, ni siquiera me ha dirigido una sola palabra. No quiero tener que hablar yo. 


—Sé qué esto debe de ser cansado para ustedes pero así es la escuela y mi trabajo como maestra no sería trabajo si no los molesto. Así que en parejas harán un trabajo de nueva cuenta—todos gruñen mientras que yo rezo para que no me toque con él chico de mi lado. —Las parejas serán así como están sentados—todos sonríen satisfechos. Probablemente se deba a que la gran mayoría esta con la gente que quería sentarse. 


Bufo molesta pero no digo nada, ya una vez lo he hecho y no salió como esperaba. 


—Te veo en mi departamento a las 5:30pm—digo luego de la gran explicación de la srita. Dopherty y poco antes de que la gran campana nos diga que ha terminado la clase nuevamente. Salgo del aula sin siquiera permitirle que diga algo.


—¡Hey!—grita Johan con la esperanza de detenerme. 


—¿Si?—digo girándome en su dirección. —¿Estás bien?—pregunta. Pero ni siquiera sé si lo estoy. 


—Perfectamente—sonrío. —¿En dónde están Anna y Lilly?


—Se fueron a su clase. 


Es verdad. Johan y yo asistíamos a todas las clases iguales, ellas no.

CIEN ( Erick Colón, CNCO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora