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Erick

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Erick.

—Ray...—digo cuando estoy frente a ella.

—Erick—me mira. Lleva los ojos hinchados y su mirada está vacía, ya no lleva brillo alguno.

—¿Po-podemos hablar?—pregunto con nerviosismo. Ella de verdad luce mal.

—Erick... No... No me siento muy bien por favor sólo... Sólo ayúdame a encontrar a Anna—suplica entre lágrimas.

—Pero Ray yo...

—Por favor—me interrumpe sollozando.

Asiento con la cabeza y hago lo que me ha pedido.

—Ray ¿Estás bien?—pregunta una voz a mis espaldas.

—¿En... En donde esta Anna?—pregunta ignorando por completo la pregunta que Chris le ha formulado.

—Está en la habitación de Joel—dice y ella asiente con la cabeza. No presta más atención sólo camina en la dirección que le han indicado.  Gira la perilla y se adentra a la habitación sin siquiera haber llamado a la puerta antes.

Anna le mira y ambas corren a abrazarse.

—¿Estás bien? ¿Te hizo algo?—ambas se preguntan entre sollozos.

—No-No lo sé. ¿Cómo se supone que me encontró?—solloza Rachelle en el hombro de Anna.

Anna acaricia su cabello y con delicadeza toma entre sus manos el rostro de Rachelle, besa su mejilla y limpia sus lágrimas.

No entiendo ¿Qué sucede?.

—No hay manera en la que alguien se lo haya dicho—dice Jane con la mirada perdida en algún punto de la habitación...

—Ray lo mejor será que nos vayamos a casa, debes descansar—dice Anna llamando su atención.

—¿Qué pasará si él está ahí?... Tengo miedo Anna, tengo mucho miedo—lloriquea asustada.

—Yo iré con ustedes —se ofrece Joel levantándose de su asiento.

—Tú no puedes venir con nosotras. Se trata de tu fiesta de bienvenida—razona Anna limpiando sus lágrimas.

—Yo puedo llevarlas—me ofrezco con cortesía.

Rachelle mira a Anna, su mirada no demuestra nada pero la de Anna si muestra molestia. Rachelle con lentitud acepta con la cabeza y eso basta y sobra para que una sonrisa sobresalga en mi rostro.

—Está bien—acepta Anna con molestia.

—Yo iré con ustedes—dice Jane tomando su chaqueta entre sus manos.

—¡Vamos!—dice Anna tomando por los hombros a Rachelle.

Jane dio un corto beso en los labios de Joel y él susurro algo acerca de que lo mantuvieran informado de cualquier cosa que pudiera pasar con Rachelle, Jane asiente con la cabeza y al igual que Anna, toma por los hombros a Rachelle para así ayudarla a continuar su camino.

—¡Hey bro!—llama mi atención. —Ray ¿Está bien?—pregunta Chris mirándola salir.

—No lo sé. Sólo sé que un tal Harv regresó—abre los ojos ampliamente y me mira asustado.

—¡¿HARV?!—pregunta exaltado.

—Sí Harv. ¿Es que acaso tu sabes quién es Harv?—le miro. Necesito respuestas.

—Será mejor que no la dejes sola—dice inexpresivo y con mucha seriedad en el rostro. Golpea con suavidad mi hombro y prácticamente me hecha del departamento a paso apresurado.

Corro detrás de ellas y abro las cuatro puertas del automóvil. Jane, entra en la parte delantera mientras que Anna y Rachelle se adentran en la parte trasera, inicio en marcha. De vez en cuando miro por el retrovisor para ver que sucede con Ray, Anna envuelve a Rachelle con ambos brazos y sus lágrimas cesan poco a poco.

Cuando llegamos a su edificio Ray duerme, finalmente sus lágrimas han cesado y despertarla tal vez no sea una buena idea. Tomo la iniciativa y saco a Rachelle en brazos, ella no se mueve, creo que ni siquiera se percata de lo que está sucediendo.

Jane avanza primero, llama al ascensor y todos subimos, cuando las puertas se abren en el piso indicado quien se adelanta es Anna, saca la llave de su chaqueta y abre la puerta permitiéndome el paso a mi primero, luego de ello abre la puerta de su habitación, lentamente y cuidando que no despierte en el movimiento que voy a hacer, maniobro y la deposito sobre la cama, Jane se encarga de cubrirla con una manta.

Anna besa su frente y Jane sólo se dedica a mirarle sin decir una palabra.

—Deberíamos dejarla descansar—dice Jane tomando la perilla de la puerta para que todos salgamos y así lo hacemos, caminamos hasta la sala reflejando la tristeza que sentimos.

—Muchas gracias Erick, puedes irte—dice Anna con los brazos cruzados. Su rostro esta serio pero no molesto, más bien se podía ver lo agotada que estaba.

Pero no iba a marcharme, necesitaba respuestas y Chris no había hecho nada más que preocuparme. Es decir "¿Quién es Harv? Y ¿Por qué debía cuidar a Rachelle de él?".

Mi cabeza da vueltas y vueltas sin encontrar alguna respuesta, Rachelle jamás me comento su nombre, jamás dijo nada que me diera alguna pista de quien es él.
—No—respondo con seriedad. —Necesitó respuestas, Anna.

Su mirada se intensifica, ahora sí parece molesta. —Y yo ¿Por qué te las daría? Tú no eres nada de Rachelle—dice de forma sería mientras se cruza de brazos.
Y tenía razón. No tenía por qué dármelas. No somos nada y eso era mi culpa.

—Porque Rachelle me importa—respondo convencido, porque a pesar de todo es verdad. Rachelle me importa y mucho más de lo que alguna vez una persona pudo haberme importado. Ella se convirtió en alguien importante en mi vida y quería protegerla a como diera lugar, no importaba de quien si no que iba a hacerlo con mi vida si fuese necesario.

Anna rueda los ojos y Jane sólo me mira.

—Anna, tal vez tenga razón. Necesita respuestas, él podría protegerla—dice Jane al cabo de unos minutos de silencio absoluto.
Anna la mira, frunce los labios y termina aceptando con la cabeza mostrando una pequeña pizca de compasión hacia mí. —Bien...—habla Anna tomando una gran bocanada de aire. —Quizás debas sentarte, lo que tengo que decirte no será nada agradable.

Mi piel se eriza al instante "¿Qué tan malo tenía que ser lo que iba a decirme para llevar tanta seriedad en el rostro?".

Jane se sienta a mi lado mientras que Anna coge una silla para sentarse al frente de mí. Anna mira a Jane en busca de aprobación para comenzar con su relato, la respuesta la recibe casi de inmediato.

—Tenía 15 años cuando le conoció. Fue en mi fiesta de cumpleaños—suspira. —Yo no le conocía y de verdad no supe cómo fue que asistió—se defiende molesta como si de alguna forma sintiera culpa. —Entonces accidentalmente Ray vacío su helado en él—detiene su relato y mira a otro lado de la habitación evitando mi mirada. —Al principio él estaba molesto e iba a gritarle pero cuando la vio—vuelve su mirada a mí. —Pareció enamorarse al instante, quedo flechado—hace una pausa y suspira. —El parecía ser un chico agradable la familia lo adoraba, y lo fue, lo fue durante mucho tiempo, un año para ser exactos—baja su mirada hasta donde descansan su manos, las cuales no dejan de moverse nerviosamente, su voz comienza a quebrarse.

—Ray era inexperta en eso de las relaciones, era su primer novio y fue una buena relación en un principio—interviene Jane frotando su mano en la espalda de Anna. —Al cumplir el año tuvieron relaciones, y así fue durante un largo tiempo—traga saliva y me mira, parecía que ella sabía más de ello que Anna misma. —Desde entonces Ray era otra persona, peleaba todo el tiempo con sus padres e incluso con nosotras, no era la chica dulce que todos habíamos conocido—las lágrimas comienzan a descender de sus mejillas.

—Al segundo año de su relación empezó el infierno para ella—limpia sus lágrimas y me mira. —Comenzaron las peleas y con ello la tristeza de Ray, era así todo el tiempo, terminaban y dos semanas después estaban de regreso. Eso estaba desgastando a Rachelle todos podíamos notar su ausencia aunque estuviera al frente de ti, la estábamos perdiendo, fue hasta entonces que a mitad de ese año ella decidió terminarlo, por supuesto que le dolía pero un mes después ya estaba como si nada hubiese pasado—sonríe un poco al recordar esos tiempos.

—Entonces los padres de Harv llegaron a su casa recriminando a Rachelle el intento de suicidio de Harv. Por supuesto fue un factor importante para que ellos regresaran pero Ray ya no era feliz a su lado, Harv le prohibía muchas cosas, dejar de hablar con Joel por ejemplo, y por supuesto Rachelle jamás lo hizo, ella amaba a Joel y no por un chico iba a dejar de hablarle—explica Jane tragando de nuevo sus lágrimas.

—Entonces la tarde de su cumpleaños número 17, Harv la encontró abrazada de Joel, y eso basto y sobro para ser la primera vez que le haría daño—limpia sus lágrimas de nueva cuenta y junta sus manos sobre sus piernas. —En ese entonces él ya tenía 19 así que la llevo hasta su departamento y abuso de ella cuantas veces pudo para demostrarle que nadie podría hacérselo mejor que él—llora con fuerza y cubre su rostro con ambas manos.

Mi cara probablemente cae al suelo, y mi corazón duele de sólo imaginarlo.

"¿Cómo alguien podría hacer tanto daño a la persona que amaba?".

—Cuando ella regreso a casa estaba destruida, y fue ahí cuando sus padres decidieron levantar una denuncia en su contra—suspira Jane con los brazos cruzados. —Pero jamás hicieron nada contra él debido a que era británico y probablemente contaba con el dinero suficiente como para sobornar a quien fuera para no ir a prisión—pausa de nuevo. —Por supuesto que él se enteró, y justo el último día del año llego hasta ella y la golpeó cuantas veces pudo—las lágrimas se hicieron presentes nuevamente.

—La encontramos tirada en la puerta de la casa. Estaba tan golpeada que incluso dolía mirarla—recordó Anna.

—Tardo más de un año en recuperarse, él la había destruido tanto físicamente como mentalmente—dice entre lágrimas Jane abrazando con fuera a Anna por arriba de los hombros.

La sangre bombea con fuerza en mi cabeza, todo me da vueltas. Quiero a Rachelle, quiero envolverla entre mis brazos y protegerla de quien sea necesario. Quiero tenerla a mi lado y jamás soltarla. Si él estaba de vuelta no lo quería cerca de ella, no le iba a permitir que le hiciera daño, si alguien tendría que salir lastimado no sería ella.

Me toma unos minutos reaccionar, entre en un estado de shock al imaginar el daño que le habían causado y sólo podía pensar en que podría hacer a Harv para dañarlo.

—¿Ese fue el motivo por él qué se mudaron hasta acá? —pregunto apretando los puños, de verdad necesito golpear a ese chico.

—Gran parte—responde Anna. —Los padres de Ray anhelaban que ella estudiará fotografía y esta era la mejor escuela para ello.

Asiento con la cabeza.

Sin decir una sola palabra camine de vuelta hasta su habitación, la mire tranquila descansando sobre su cama y no pude evitar llorar de sólo imaginar todo el daño que le habían causado en algún momento de su vida.

En ese momento jure que nada ni nadie la lastimaría más, tendrían que pasar sobre mi cadáver antes de lastimarla. —Tranquila, yo te cuidaré siempre... siempre...

CIEN ( Erick Colón, CNCO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora