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Rachelle

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Rachelle.

Seis meses transcurrieron desde aquel día. Seis meses y no había podido arreglar nada. Todo seguía igual y él en ningún momento me había escuchado. No quiso hacerlo y supongo estaba en todo su derecho.

Tal vez tomé una mala decisión, tal vez estuve mal, no pude solucionar las cosas y decidí huir, eso era un claro acto de cobardía ¿cierto?...

"Bienvenidos a México".

Sonrío de lado cuando escucho aquella frase y me incorporo en mi asiento. Anna toma de mi mano y la aprieta con fuerza cuando el avión desciende, sé bien que ella odia esta parte del viaje. Jane, por su parte, duerme plácidamente mientras sostiene su vientre, adaptó ese nuevo gesto y solía hacerlo muy a menudo.

Joel vendría en una semana, a diferencia de nosotras su instituto había tardado demasiado en el papeleo de traslado de EUA a México. Pero llegaría pronto y eso era lo único que importaba.

Me abrazo al cuerpo de Anna y sonrío cuando Jane abre los ojos con pereza. Masajea un poco su vientre y sonríe ampliamente cuando me ve observarla.

—¿Estamos de vuelta?—pregunta en medio de un bostezo.

—Así es. Estamos en casa—respondo. Pero no me sentía muy convencida de ello.

—Mamá vendrá a recogernos—nos informa Anna en media sonrisa.

El avión aterriza y todos bajamos ordenadamente. Recogemos las cosas y caminamos hasta dónde se encuentra la mamá de Anna. Ambas la abrazamos con fuerza y ella nos besa en la mejilla a las tres.

Astrid la hermana pequeña de Anna se abalanza sobre su hermana y ambas se unen en un abrazo lleno de emoción y felicidad es decir la tenia de vuelta.

Johana, mi tía me abraza por la espalda y sonríe.

—Te tengo una sorpresa—susurra en mi oído. La miro extrañada cuando un automóvil color blanco se estaciona frente a nosotras, sabía de quien se trataba, reconocía ese auto.

Mis padres estaban aquí.

Ambos bajan del automóvil y caminan hasta donde yo me encuentro, sin saber aún cómo reaccionar corro a sus brazos y me abalanzo sobre ellos. Beso sus mejillas y sollozo entre sus brazos. De verdad les había extrañado.

Erick.

Salgo de mi habitación, Margott aún duerme así que podía terminar de arreglar mis cosas para finalmente irme. Decidí que tal vez en Nueva York nadie me conocería y podría empezar una nueva vida, por supuesto a un lado de Margott, ella había aceptado mi propuesta de irse a vivir conmigo, éramos pareja apenas hace tres meses pero ella parecía convencida de lo que quería.


No voy a negar que aún no puedo olvidar a Rachelle, pensé en irme antes que ella aquel día en que le envíe aquella carta pero no pude hacerlo ya que ella tomo la iniciativa, tardo meses en arreglar todos sus trámites pero lo logró después de todo. Cuando lo hizo quise gritarle y suplicarle que no lo hiciera pero no lo hice, porque ni ella ni yo merecíamos sufrir más.

Ella se marchó ayer por la mañana, me sentí como la mierda al saber que le perdería y ni siquiera podría verla en el instituto, al parecer eso me mantenía vivo, me conformé con verla aún sin poder tocarla o besarla. Me sentía vivo con tan sólo saber que estaba ahí, en el mismo lugar que yo.

—Buenos días—besa mi mejilla.

Sonrío y me giro a mirarla, llevaba mi camisa puesta y le quedaba a la perfección. Recordé a Ray, ella solía ponerse mi ropa cada vez que se quedaba a dormir conmigo, recordé lo grande que le quedaba mi ropa y lo hermosa que veía aún con ello.

Sacudo mi cabeza y alejo ese pensamiento de ella. Tengo a Margott frente a mí, no podía hacerle esto.

—Buenos días—respondo finalmente besando muy suavemente sus labios. —¿Estás lista para irnos?—pregunto enredándola con mis brazos.

—¡Más que lista!—responde apegándose a mi cuerpo.

—Bien, entonces deberíamos apresurarnos. Es tarde y no tenemos mucho tiempo ya para llegar al aeropuerto.

—Vale—besa mis labios y toma de mi mano para guiarme, me lleva hasta el cuarto de baño y se desnuda frente a mí al igual que yo lo hice, ambos nos metemos bajo el chorro de agua que nos regalaba la regadera y nos duchamos mutuamente.

Simplemente no podía dejar de pensar en Ray. Ella solía volverme loco con tan sólo un beso. ¿Cómo es que no podía dejar de pensar en ella?

Ambos salimos envueltos en una toalla, yo me vestí lo más rápido que pude y esperé a que Margott terminará. Cuando lo hizo, finalmente salimos de mi departamento y nos dirigimos al aeropuerto, ahí nos esperaban Christopher, Zabdiel, Richard y algunas amigas de Margott.

—¡Cuídate mucho hermano!—dice Chris conteniendo las lágrimas. Al parecer esto iba a ser mucho más difícil de lo que pensábamos. Chris se mudaría en menos de una semana a México para estar con Anna. Zabdiel se iría a Puerto Rico debido a que sus padres le necesitaban allá desde un principio pero gracias a nuestra influencia él se había venido hasta acá con nosotros y Richard bueno el sería el único que terminaría su carrera aquí.

—Tú también—le abracé con fuerza.

—¡Basta! Nosotros también queremos un abrazo—interviene Zabdiel acercándose hasta nosotros.

Sonreímos y nos unimos en un abrazo, finalmente me separaría de ellos, nunca lo habíamos hecho y de alguna forma no esperaba que sucediera nunca.

—Erick, debemos irnos—interrumpe Margott.

—¡Buen viaje, Erick!—dice Richard deshaciendo el abrazo.

Sonrío y me despido de ellos por última vez. Tomo de la mano a Margott y camino junto a ella para abordar el avión.

Nos acomodamos en nuestros lugares, abrochamos nuestros cinturones y lo demás es historia porque ahora desde aquí comenzaría mi nueva vida.

Adiós pasado, adiós Rachelle.















***
Hola.

¿Cómo han estado?...

Asegúrense de tener pañuelos cerca porque ya se viene lo peor.

Muchas gracias por sus votos y comentarios, hemos llegado a los 10k de leídas Yeih!

Bonito día.

—All the love

CIEN ( Erick Colón, CNCO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora