27

3.8K 273 22
                                    

Día sesenta y siete

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Día sesenta y siete.

Rachelle.
Mis ojos se abren con pereza, todo mi cuerpo duele y mi cabeza parece que explotará en cualquier momento. Me levanto de la cama y camino hasta mi armario para tomar algunas cosas del armario y me adentro al cuarto de baño.

Lleno la tina y me adentro en ella, lavo mi cabello al igual que mi cuerpo, recargo mi cabeza en el límite de la tina y cierro mis ojos buscando alivio alguno.

Un nudo se forma en mi garganta, sólo no quería llorar de nuevo. Sumerjo mi cabeza dentro de la tina y dejo destensar mi cuerpo unos segundos.

—Ray... Ray ¿Estás ahí?—pregunta la voz adormilada de Anna dando ligeros golpecitos en la puerta de madera.

Salgo del agua a toda prisa limpiando el agua sobrante de mi rostro y me apoyo con los codos para incorporarme ahí dentro.

—Sí. Aquí estoy—aseguro con la voz entrecortada.

—¿Estas bien?—pregunta asustada.

—S-si.

—Prepararé el desayuno—su voz sonaba apagada.

Asiento con la cabeza aunque sé que no puede verme. Saco mi cuerpo adolorido y salgo del agua. Me envuelvo en la toalla y me miro al espejo.

Mi rostro esta pálido, incluso más que antes, bajo mis ojos hay dos grandes bolsas color negro sobresaliendo en mi  rostro y mi nariz esta roja. Luce mal, bastante para ser sinceros.

Me visto con pereza. Salgo del baño y camino en dirección a la cocina, miro a Anna preparar el desayuno, esta de espaldas y ni siquiera ha notado mi presencia, tomo las llaves de la mesita de centro y salgo del departamento lo más silenciosa que puedo. No quiero llamar la atención.

Dejo el edificio y camino en sus alrededores, recorro las calles una a una, jamás lo había hecho tan detenidamente como ahora lo hacía.

Sentada en una de las bancas recorro con la mirada los alrededores, esto era más reconfortante que estar dentro de esas cuatro paredes, iba a volverme loca.

De alguna manera esto me hacía bien, la gente pasaba de un lado a otro, algunas lo hacían apresuradas mientras que otras sólo paseaban por ahí sin prisa alguna ahí fue cuando comprobé aquella teoría.

"El mundo jamás se detiene sin importar lo que pase".

—Bonita vista ¿No lo crees?—su voz me sobresalta. Interrumpió mis pensamientos y de alguna forma me había asustado.

—Bastante—asiento sin apartar la mirada del frente.

—¿Ya mejor?—pregunta con la mirada sobre mí. Estaba preocupado, su tono lo delataba.

—No lo sé—confieso agobiada, escondiendo mi rostro entre mis manos.

—¿Quieres hablar?

Asiento.

—Conozco un café por aquí cercas— me mira. —¿Vamos?

—Vamos—sonrío sin ganas mientras tomo de su brazo. Él siempre había demostrado cuan enorme era su amistad, no sabría que hacer sin él. —Joey—llamo su atención a medida que avanzamos entre las calles.

—¿Si?

—¿Por qué sigues aquí?

Frunce el entrecejo y me mira confundido. —¿Aquí en dónde?

—Aquí—me señalo.—Conmigo—susurro bajando la mirada.

Levanta mi mentón y sonríe. —Porque eso hacemos los amigos—y eso basta para envolverlo entre mis brazos.

Besa mi frente y abre la puerta para mí dentro del café. Ambos nos adentramos y buscamos una mesa.

Ordenamos dos cafés capuchinos y un par de galletas de chispas de chocolate, Joel sabe cuánto disfrutaba de comer ese tipo de galletas.

—Bien. Aquí estamos.

Sonrío de lado. —Estoy asustada. Jodidamente asustada con el hecho de saber que Harv está de vuelta.

Asiente con la cabeza y luego me mira. —No tiene posibilidades de encontrarte de nuevo. EUA es muy grande no tiene por qué hacerlo.

—Joel dijimos lo mismo cuando tome la decisión de venir hasta acá y me encontró Joel ¡El me encontró!—levanto la voz desesperada. La pareja que está en la mesa de a un lado se giran a mirarme.

—¡Hey vuelvan a lo suyo!—grita Joel y ellos apartan su mirada de inmediato. —Ray, debemos pensar positivo.

Y estaba de acuerdo. Por una vez en la vida el ser positiva no me dañaría. Necesitaba hacerlo. Necesitaba relajarme.

—Aquí tienen—dice la chica con la charola entre sus manos.

—Muchas gracias—le sonríe Joel a modo de agradecimiento.

Ella sólo se limita a asentir con la cabeza y dejar los cafés en cada lado acomodando las galletas al centro.

—Debes estar tranquila, dudo demasiado que Erick permita que Harv te haga daño de nuevo—asegura convencido luego de dar un sorbo a su café. No digo nada, me avergonzaría de contarle que ha hecho Erick estando conmigo.
Muerdo una de las galletas, y la deposito en su plato de vuelta.

—¡Mierda! ¿Cuánto llevan ahí?—digo molesta mientras miro a Joel y su mueca de gracia.

—Si bueno. Olvide decirte que este no era el mejor café—y finalmente comprendo el por qué sólo nosotros y la pareja de a un lado estábamos dentro de este café siendo la hora en la que todos los establecimientos están repletos de gente.

Me echo a reír y luego le miro. —¿Es en serio?

Ríe conmigo. —Salgamos de aquí—dice poniéndose de pie. —¡Hey! La cuenta—grita a la chica de momentos atrás y esta regresa. Salda la cuenta y salimos juntos del pequeño café.

El frío recorre mi cuerpo y un escalofrío me envuelve por completo. Siento inmensas ganas de salir corriendo y escapar de nuevo pero es tarde, muy tarde para siquiera intentarlo.

Ray...

Llama mi nombre mientras toma de mi muñeca tirando hacia su cuerpo. "Vaya suerte la mía..."

Entrecierro los ojos esperando lo peor cuando unos brazos tiran de mi lejos de su alcance.

—No vuelvas a ponerle una mano encima—amenaza, Erick molesto mientras me cubre con su cuerpo, no podía procesarlo ¿De dónde había salido él. —¿Estas bien?—pregunta volviéndose a mí con la mirada preocupada.

Joel envuelve su mano con la mía y luego se acerca a mi oído. —Regresa a casa. Erick y yo nos encargaremos de Harv—y sin más suelta de mi mano y me obliga a correr.

Correr sin mirar atrás.

Corrí a casa sin descanso alguno, la luz verde llegó varias veces antes de que siquiera pudiese cruzar la calle, pero aún con ello ni siquiera me detuve. No pensé haber caminado tanto como para ni siquiera poder ver el edificio grisáceo al que pertenezco.

Giré hacía la derecha aun manteniendo un ritmo bastante rápido cuando finalmente apareció frente a mis ojos el edificio que buscaba. Corrí a su interior y subí por las escaleras para no perder el ritmo que llevaba.

Saque la llave de mi bolsillo derecho y la adentre en la cerradura de la puerta, giré la perilla y me adentre al departamento cerrando la puerta detrás de mí.

Sobre el sofá Jane y Anna aguardaban sentadas, Jane con el teléfono en la mano y Anna mordiendo sus uñas, ambas estaban asustadas.

—¡Rachelle!—dice Anna levantándose de su asiento. Corre hasta mí y sostiene mis manos entre las suyas, aparta los mechones de cabello que se han pegado a mi rostro debido al sudor y me mira directamente a los ojos. —¿Estás bien?—pregunta con preocupación mientras inspecciona cada parte de mi cuerpo para cerciorarse que me encuentro bien y completa.

—S-si.

Jane guarda el teléfono en su bolsillo y al igual que Anna se acerca hasta donde yo me encuentro. Frota mi espalda con una de sus manos y toma por el hombro a Anna tratando de tranquilizarnos a ambas.

—¿En dónde estabas?—pregunta Anna sorbiendo su nariz.

—Sólo... Sólo salí a caminar—contesto evitando las lágrimas, no quería sentirme vulnerable de nuevo por culpa de alguien como Harv.

—Joel acaba de llamar diciendo que Harv volvió a molestarte—dice Jane mirándome con preocupación.

—¿En dónde están?.... ¿Están bien?

—Erick le advirtió que no debería volver a molestarte pero parece que él no lo tomó muy bien... Ambos pelearon...

Trago saliva y pierdo el equilibrio, Jane me sostiene con ambos brazos y me guía hasta el sofá depositándome en este con mucha cautela.

—¿Co- como está Erick?—balbuceo con nerviosismo. De Harv podía esperarse lo peor.

—Él está bien. Ninguno de los dos dejo ganar al otro. Está herido sí, pero no tan herido como terminaría alguien por pelear con Harv.

Suelto el aire que había contenido en mis pulmones sin siquiera darme cuenta y miro a Jane sentarse a mi lado.

—Joel se ofreció a traer a Erick hasta aquí pero el no acepto, dijo que no quería que lo vieras de esa manera.

—¿Qué? Entonces ¿no está bien?

—Por supuesto que sí. Sólo algo golpeado.

Ruedo los ojos y vuelvo a mirarla.

—Necesito irme de aquí Jane. Ya no quiero vivir aquí.

Sus ojos se abren por completo.

—¿Qué?

—¡Harv me encontró!

—Ray... No puedes hacer eso. Sólo llevas 6 meses aquí.

—Y llevaría más de no ser que Harv apareció de nuevo en mi vida. ¿Es que acaso nunca me va a dejar ser feliz?

Baja la mirada.

—¿A dónde irás?

—No lo sé. Lo más lejos que pueda.

Asiente con la cabeza como si de alguna manera pudiera comprenderme.

—Sí esa es tu decisión. Vamos a apoyarte.

—Primero que nada quiero regresar a México. Iré a despedirme de mi familia.

—Podemos ir el siguiente fin de semana. Hablare con mamá para que te quedes con nosotros. Papá estará muy emocionado de ver a su sobrina favorita y yo estaré muy emocionada de ver a Astrid mi pequeña princesa.

—Gracias—sonrío.

—Yo iré con ustedes y hablaré con Joel para que venga con nosotras—todas sonreímos.

—Me gusta la pareja que haces con Joel. Creó que empiezo a shippearlos.

—Yo también nos shippeo—se echa a reír.

—Iré a servir el desayuno—dice Anna adentrándose a la cocina haciendo de esto un momento más privado entre Jane y yo.

—Lo lamento—dice Jane mirando el piso.

Le miro confundida. Ni siquiera sabía a qué se refería.

Levanta la mirada y me mira fijamente a los ojos. —Yo sabía que tú querías a Joel. Siempre lo dijiste, incluso cuando salías con Harv. Y yo... Comencé a salir con él. Lo lamento—susurra. Sus ojos están cristalizados —Se lo que debes pensar de mí. No soy una buena amiga. Soy un asco de persona—solloza.

Envuelvo mis brazos alrededor de su cuerpo y beso su cabeza.

—¿Sabes qué?... Tú eres la mejor personita que he conocido en mi vida y no podría si quiera imaginarme una vida sin ti, mi mejor amiga.

Me envuelve con sus brazos y solloza cuanto puede en mi pecho. Froto su espalda con una de mis manos y así permanecimos hasta que deja de sollozar.

—Saben que extrañe demasiado ver esto—dice una vocecilla detrás de nosotras.

—Anna, ¿hace cuánto que estás ahí?—pregunto mirándole mientras sostiene una cámara fotográfica entre sus manos.

—No mucho. Acabo de servir el desayuno. ¿Alguien quiere?
—Nosotras sí—dice Jane incorporándose del sofá.

—Pues adelante el desayuno está servido.

Sonreímos y nos adentramos al comedor.

Las horas pasaron y por un momento olvide todo el exterior, estar con ellas me devolvía al pasado, aquel pasado donde sólo existimos nosotras y Joel, éramos grandes amigos y el tiempo volaba cuando estábamos juntos. Siempre fue divertido estar con ellos.

—Esta noche inaugurarán un nuevo centro nocturno. ¿Vamos?

—Eso mismo. Chris me invito a ese lugar y me pidió que las invitara a ustedes también. ¿Vamos?

Comencé a dudarlo, estaba asustada. No quería ver de nuevo a Harv.

—Ray... Iremos todos nosotros, no permitiremos que te pase nada lo prometo—dice Anna sosteniendo de mi mano por sobre de la mesa.

—No lo sé Anna tengo miedo.

—Por favor—suplica.

Lo pensé unos minutos. No quería volver a ver a Harv. Es decir a cada lugar que iba él debía estar.

*****

Erick.
Anna y Jane sostenían de las manos a Rachelle, entrelazaban sus dedos y caminaban a su lado dándole el soporte y seguridad que ella necesitaba.

La observe a lo lejos, lucía hermosa, su cabello ondulado y su vestido color negro ceñido a su cuerpo la hacían lucir irresistible, sentía aquella necesidad de abrazarla y tenerla ahí, sólo contra mi pecho.

Levanta la mirada en mi dirección, su mirada lucia tímida y asustada, casi podría asegurar que fue obligada a venir, puedo notarlo en su caminar, ella irradia temor, aquel temor de encontrarse de nuevo con Harv.

—¡Hey!—dice Chris en forma de saludo. Su mano se dirige a mi hombro y da pequeños golpecitos en él. Me quejo un poco y aleja su toque. —¿Te encuentras bien?—pregunta observando mi rostro. Sé que llevo golpes en el rostro, mi pómulo no debe lucir nada bien y ni se diga de mi labio y la gran cortada que llevo.

Asiento con la cabeza y frunce los labios, supongo esperaba algo más por respuesta.

Ray suelta de su agarre con las chicas y camina hasta donde me encuentro, Chris se aleja y obliga a los demás a seguirle, la mirada de Ray se detiene en mi rostro y luego inspecciona cada parte de mi cuerpo como para asegurarse de que todo esté en orden.

Se acerca a mi rostro y con ambas manos lo acuna, su toque me produce escalofríos y una extraña sensación de paz y calidez.

—¿Estás bien?—pregunta en un susurro temeroso, su mirada esta posada en la mía y sus ojos irradian la inocencia y el miedo que irradiaban el primer día que le había conocido.

—Contigo a mi lado me siento mil veces mejor.

Sonríe.

—Tonto—suelta una risita. —Hablo en serio.

—Estoy bien—ruedo los ojos.

—Tuve mucho miedo. Creí que el idiota de Harv te mataría a ti o a Joel.

—¡¿QUÉ?!... Por supuesto que no. Tienes un Erick para más tiempo—digo en tono arrogante.

Ríe. —Gracias—susurra de nuevo.
Arqueo una ceja.

—Por todo. Harv pudo haberte matado y yo sólo...  Sólo salí corriendo como vil cobarde. Lo lamento...—sus ojos cristalizan y su mirada se va al suelo.

—Hey—digo levantando su rostro. —No permitiré que ni Harv ni nadie te haga daño. ¿Me entendiste?.... Eres mía, eres mi chica y nada ni nadie volverá a lastimarte. Ni siquiera yo. Que soy un completo imbécil.

—Te amo—y por primera vez libera esas palabras de su boca. Por primera vez vienen de ella y no de mí, mil sensaciones recorren mi cuerpo y una sonrisa brota de mis labios involuntariamente.

—Lo sé. Pero yo te amo más —sonrío convencido porque sé que lo siento.

Acerca su rostro hasta el mío y en un sólo movimiento yo me encargo de unirlos. Su boca se abre y permite la entrada a mi lengua.
Recorro cada centímetro de su boca, y eso parece gustarle ya que sus manos van directo a mi cuello, apegándome más a ella.

"Necesito más de esto".

Mis manos van hasta su cintura, apagándola más a mi cuerpo, ni siquiera importa ya si estamos en la vía pública, ahora mismo sólo importamos ella y yo.

Separa su boca de la mía y permite la entrada al oxígeno, oxigeno del que probablemente ya me había olvidado que necesitaba.

—Ha sido demasiado para un sólo día, deberíamos entrar—dice riendo. Supongo es debido a la cara que he puesto luego de esto.

Ruedo los ojos y la tomó de la mano atrayéndola más a mi cuerpo. El guardia de seguridad que se encontraba en la puerta, nos permitió el acceso de inmediato mientras cientos de personas esperaban aún por tenerlo.

Reí para mis adentros y tome de la cintura a Rachelle para ayudarla a pasar por el medio de la multitud que bailaba de un lado a otro, sin importar el hecho de que estaban en la puerta de entrada.

—Ahí están—dijo ella señalando a los chicos en una de las mesas más apartadas del lugar. Chris tomaba la mano de Anna por sobre la mesa mientras que Joel abrazaba por los hombros a Jane, Richard por su parte bailaba con Jocelyn aquella chica que era su ex, y Zabdiel reía con una morena en otra mesa de junto, aún con ello todos nos miraron e incluso dejaron de hacer todo lo que hacían momentos atrás.

—¡Hey!—dice Richard acercándose hasta nosotros.

—¡Richard!—dice Rachelle con emoción prácticamente saltando hasta sus brazos.

—¡Rachelle!—responde Richard igual de emocionado que ella.
—Hola Jocelyn—salude con cortesía depositando un pequeño beso sobre su mejilla.

—Hola—dice ella con una sonrisa.
—Hey Ray—interrumpe Richard apartándose del abrazo que los unía.

—Ella es Jocelyn, mi novia—dice presentándolas. —Jocelyn ella es Rachelle—ambas sonrieron y estrecharon sus manos.

—Un placer conocerte. Richard me ha hablado mucho de ti.

—Espero que cosas buenas.

Ambas rieron.

—No te imaginas. Él habla de ti más que de nadie. Él te considera como una hermana.

—Y yo lo quiero tanto como a un hermano.

—Entonces finalmente tengo una cuñada.

—Por supuesto que sí.

—Tenemos que ir de compras, siempre he querido hacer eso con mi cuñada favorita.

Reímos.

—Cuando gustes podemos ir. Un día de chicas sólo tú y yo.

—Vale. Vale. ¡Basta! Luego se organizan—interrumpe Richard rodando los ojos.

—Está bien. Te llamo después para ponernos de acuerdo.

Rachelle asiente con la cabeza y escribe su número en el móvil de Jocelyn, besa su mejilla y se marcha de su lado caminado directamente hasta la mesa de los chicos.

—Vaya vaya. Veo que las cosas han mejorado—dice Chris observándonos con una sonrisa.

—Así es—sonrío.

—Me agrada que todo se haya solucionado—confiesa Jane en media sonrisa.

—A mí también—dice Anna con una mueca en el rostro. Sabía que no le agradaba la idea pero trataba de fingir que lo hacía sólo por ver a Rachelle feliz.

—¡Felicidades chicos!—dice Zabdiel a nuestras espaldas, mientras camina en nuestra dirección tomando a la morena de la mano.

—Gracias.

—¡Felicidades!—dice la chica que lo acompaña.

Ray sonríe. —Gracias...—se detiene, supongo esperaba su nombre.

—Fátima. Mi nombre es Fátima—extiende su mano y Rachelle la estruja en una sonrisa. Parecía agradarle.

—Un gusto Fátima, yo soy Rachelle.

—El gusto es mío Rachelle.

—¡Hey chicas!—dice Jocelyn llamando su atención. —¡Vengan, vamos a bailar!

Jane se levanta de su asiento al igual que Anna, Fátima toma de la mano de Rachelle y la lleva con ellas. Todas lucían muy hermosas pero Rachelle definitivamente resaltaba entre ellas.

Y como no iba a hacerlo si es perfecta, para mí lo es y jamás me cansare de decírselo. Ella es mi chica, mí única definición de perfección.

La noche trascurre con normalidad, Harv no puso un sólo pie en el lugar y eso tranquilizó a Rachelle, le dio seguridad y felicidad al mismo tiempo.

—Erick—llama mi atención.

Rachelle sonríe y toma de mi mano con firmeza mientras caminamos de vuelta a su departamento, nadie va con nosotros sólo somos ella y yo de nueva cuenta.

—¿Si?—digo centrando toda mi atención en ella.

—¿Llegaremos pronto? Muero de sueño.

—No lo creó, he decidido ir a mi departamento.

—¿Qué? ¿Por qué?—pregunta mientras me mira sorprendida.

—Porque dormirás mejor conmigo.

—Claro que no. Dormir en mi casa es mil veces mejor.

—No. No es verdad Ray...

—Claro que sí.

—¡No!

—¡Vaya que sí!

—Bien. ¿Por qué no dejas de pelear? Ya hemos llegado a mi departamento.

—¿Qué?—me mira. —¡Mierda! Haz ganado—rueda los ojos.

—Siempre lo hago Ray.

Me fulmina con la mirada.

Rio a carcajadas y tomo de su cintura para caminar con ella, tomamos el ascensor y marco al número del piso que me corresponde. Minutos después el ascensor se detiene y ambos bajamos y caminamos hasta mi departamento. Saco la llave de mi bolsillo trasero y permito el paso a Rachelle.

—¡Listo! Hemos llegado a su destino, mi princesa.

Levanta las cejas sorprendida.

—¿Cómo me llamaste?—pregunta sonriendo, luce emocionada y a la vez sorprendida, me hacia sentir realmente avergonzado.

—Princesa—respondo nervioso.

Su sonrisa incrementa y con una de sus manos toma de mi rostro, se acerca a mis labios y une sus labios con los míos en un beso realmente apasionado.

Con sus labios pegados a los míos me guía hasta el sofá, me sienta sobre este y se acomoda sobre mis piernas, mis manos se instalan en sus caderas y con estas le obligó a que se apegué más a mi cuerpo. Mueve sus caderas por encima de mi miembro y sonríe entre el beso.

Ahora sé lo que quiere.

Actúo rápido y saco su vestido por arriba de sus hombros, dejándola sólo en sujetador y bragas.

Sus manos llegan al botón de mi pantalón y con agilidad suelta de este y baja del cierre, se desase de ellos y se monta en mi regazo besando mis labios con más intensidad.

Mis ojos se agrandan y en cuestión de segundos me deshago de mi ropa tirándola sobre el piso a un lado de la suya.

Besó su cuello y los gemidos se hacen presentes cuando succiono su piel sensible.

Sus caderas no paran de moverse cuando con una de mis manos desabrocho su sujetador y con la otra me deshago de sus bragas, dejándola desnuda por completo ante mis ojos.

Me acerco a sus labios y la beso mientras la penetro lentamente disfrutando cada milímetro de ella.

Gimo levemente.

Sigue mi beso y rodea mi cuello con sus brazos apegándose más a mí.

—Erick—jadea contra mis labios.

La penetro profundamente y me detengo un momento, luego rodeo su cintura con mi brazo y empiezo con las embestidas lentas y profundas.

Jadea en mi boca pegándose más a mi cuerpo moviéndose un poco.
Muevo mis caderas hacia ella aumentando un poco las embestidas, y capto sus labios succionando su labio inferior. —Joder...—gimo.

Continuo moviéndome cada vez más rápido sintiendo nuestros cuerpos chocar el uno contra el otro, y hecho un poco la cabeza hacia atrás disfrutando de ella. —Rachelle...—gimo con fuerza.

Beso sus labios con algo de desesperación y me muevo más rápido, gime mi nombre de nueva cuenta y entrelazo mis manos con las de ella.

Me muevo embistiéndola mas rápido y fuerte, luego la miro y aferro mis manos a sus caderas, jadeo y beso su cuello.

—T- te amo—gime contra mi oído y miles de sensaciones recorren mi cuerpo, muchas veces me he acostado con diferentes chicas, muchas veces me han dicho las mismas palabras pero ninguna significó tanto como esta.

—Yo- yo a ti princesa—digo juntando su rostro con el mío, pegando nuestras frentes sudorosas para terminar juntando nuestros labios nuevamente.

Clava sus uñas en mi espalda y en cuestión de segundos dejamos que la pasión se apodere de nuestros cuerpos, ahora somos uno sólo.
Su cuerpo tiembla y se tensa es ahí cuando observo cómo llega al orgasmo y se tumba sobre el sofá aún conmigo dentro.

Entierro la cabeza en su cuello hasta que nuestra respiración vuelve a la normalidad.

Nuestros torsos desnudos suben y bajan lentamente debido a nuestro estado poscoital.

No puedo dejar de reproducir en mi mente la imagen de su cuerpo sobre el mío, su piel, su cuerpo. Dios ella es perfecta, mi chica perfecta.

***
Hola. Bue...

PD: Ya les había dicho cuanto las amo?

Bueno si no lo e hecho quiero que les quede bien en claro que las amo demasiado.

No de olviden de dar favorito y comentar acerca de lo que te parece la historia. Yo leo todos y cada uno de sus comentarios.

Tengan un excelente día.

-All the love

CIEN ( Erick Colón, CNCO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora