21

4.2K 256 29
                                    

Día cincuenta y nueve

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Día cincuenta y nueve.

Rachelle


Lo observo, sus ojos color esmeralda no paran de cautivarme y su sonrisa da resplandor a mi día. Es extraño como en tan pocos días una persona puede cambiar tu vida por completo.


—¿Por qué me miras de esa forma?—pregunta recorriéndose a un lado del sofá. —¿Acaso te gusto?—me rio. 


—¿Con qué volvemos al principio? 
Su sonrisa se intensifica. —¿Aún no lo olvidas?


—No. Tampoco creo hacerlo—respondo. 


Besa mi frente y sonríe. —No te dicen Rencores ¿acaso?

Echo la cabeza hacia atrás y me rio. —Probablemente se trate de mi segundo nombre. 

Se une a mis risas.

—¡Basta Rachelle! Guarda silencio por favor—me reclama reacomodándose en el sofá fingiendo poner atención al televisor.


Ruedo los ojos y hago lo propio.

Calma sus risas y pasa su brazo alrededor de mis hombros  entrelazando nuestras manos.

—¿Erick?

—¿Si?—me mira.

—Creo que este momento merece una foto.

Ríe. —Aguarda un momento—dice levantándose del sofá. De la habitación saca su cámara fotográfica y cuando sale me la entrega.

Sonrío.

Coloco una mano en su rostro y ambos hacemos una mueca, apartó la cámara cuando escucho el click y sonrío al ver el resultado.

—Perfecto—sonrío.

—Yo siempre—responde en tono arrogante a modo de juego.

—Que gracioso—ruedo los ojos y me apartó de su lado.

—Casi tan perfecto como tú—presiona sus labios contra los míos e inevitablemente correspondo al beso.

Se aparta de mí y deposita un par de besos por todo mi rostro. Entre risas logra levantarme del sofá sobre sus brazos y cuando menos lo espero me deja caer sobre la cama.

Ambos reímos y jugueteamos repartiendo cosquillas por doquier.
Sé qué debo de disfrutar de cada momento que vivo con él, falta poco para que los cien días terminen y no sé qué pueda pasar luego de ello.
Intenté cancelar el contrato varias veces pero aquella mujer soberbia y frívola jamás cedió a ello. Tengo miedo a saber la reacción de Erick al enterarse de toda la mierda en la que estoy metida, por ello he dado lo mejor de mí en esta relación.

—Erick—digo llamando su atención, mi voz apenas si se escucha. Estoy demasiado agitada como para poder hablar bien.

—¿Si?

—¿Tú me quieres?—pregunto con seriedad, él está prácticamente sobre mí.

—¿Por qué la pregunta?—me mira confundido. Ni siquiera se lo esperaba.

—Sólo responde—ordeno con cansancio.

Bufa. —Ray... Me es difícil expresar mis sentimientos... Pero creo que lo que siento por ti es más que eso.
Por inconsciencia sonrío. No sé ni siquiera como lo hago pero sé que puedo levantar mi rostro y puedo besarle, sus labios me corresponden y sus manos le sostienen de no caer encima de mí.

Esta vez no hay lujuria en nuestro beso, no hay nada más que amor y cariño. Cariño de verdad.

Me siento feliz de haberle conocido. Se ha convertido en mi salvación.
Sé que pronto esto tendrá que terminar pero ahora mismo no me importa nada, quiero disfrutar aunque sea un poco de esto.

—Agradezco tanto haberte conocido—susurra Erick contra mis labios.

—No tanto como yo agradezco el tenerte en mi vida—sonríe y besa mi frente.

Se incorpora sobre el piso y luego se sienta sobre el colchón atrayéndome hacia su regazo.

—Tomare una ducha. No tardo—digo adentrándome en el cuarto de baño.

—Sabes que tardaras más de lo que piensas ¿cierto?

—Dale Erick. Vas a seguirme juzgando o te iras a dar una ducha al otro cuarto de baño—gruño entre risas.

Alcanzo a escuchar su risa detrás de la puerta y luego la escuchó alejarse. Me río  hasta que finalmente me adentro en la regadera.

*****
—Señorita Rodríguez—llaman a mis espaldas.

Mi cuerpo se hace rígido, por un momento siento un ligero escalofrío, hacía ya algún tiempo que no hablaba con ella. —¿Si?—digo girándome sobre mis talones.

CIEN ( Erick Colón, CNCO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora