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Rachelle.

—¿Mucho mejor?—pregunta Joel sentándose a mi lado.

—Eso creo—digo encogiéndome de hombros. La taza de chocolate caliente que Joel me había preparado me hacía mucho mejor.

—¡Debes estar bien!—me ordena bebiendo de mi taza.

—¡Hey!—golpeo su mano entre risas.

—Te vez más hermosa sonriendo—pellizca mi mejilla y planta un beso en ella.

—Gracias por estar conmigo—le devuelvo el gesto y me acomodo a su lado de la cama cuidando que mi chocolate no se derrame.

—Ray—entrelaza mi mano con la suya.

—¿Si?—digo levantando mi vista aún acurrucada en su hombro.

—Te quiero, Ray—susurra y besa mi frente.

—Y yo a ti—respondo cerrando los ojos ante su tacto.

—Estoy muy orgulloso de ti, Ray.

Me giro bruscamente a mirarle. —¿Orgulloso?

—Así es. Finalmente le dijiste todo lo que debiste de haber dicho antes.

—No lo sé. ¿,No fui muy dura?

Me mira. —¡Por supuesto que no!, de verdad se lo merecía. Por más que tú fuiste quién se equivocó, no merecías esa humillación y si no hubiese sido por todo lo que le dijiste probablemente le hubiese roto la cara YO mismo—presume sonriendo.

—No iba a permitir que me humillará más.

Asiente con la cabeza y pasa su brazo por mis hombros.

—Descansa—vuelve a besar mi frente. —Hemos llegado apenas esta mañana y debes de estar muerta.

—Lo estoy. Lo único que quería era recorrer la ciudad y me encontré con Erick. Eso debe considerarse mala suerte ¿no?

—Definitivamente lo es—ríe.

Me enrollo entre sus brazos después de dejar la taza sobre el buró.

—¡¿Erick?!—grito asustada. ¿Qué se suponía que hacia el aquí? Joel era quien estaba a mi lado no él.

¿Me extrañaste?—pregunta de manera intimidante.

¿En- en don-dónde está Joel?—balbuceo nerviosa.

—¿Joel?...—se levanta bruscamente de la cama y me hecha a un lado. —¿Cuantas veces tengo que repetirle que no se acerque a ti he?... Sólo yo puedo estar contigo, sólo yo puedo tocarte—dice acercándose a mi cuerpo, toma de mi cuerpo como si se tratase de un objeto, acaricia mi pierna muy lentamente. —Sólo yo puedo hacerte sentir bien. ¡Sólo yo!—gritó arrojándome en la cama salvajemente, sacándose los pantalones.

—¡Erick! ¡No! ¡No por favor!—suplico tratando de alejarme. Estoy atada sin cuerdas a la cama, estoy inmóvil, no puedo hacer nada para escapar.

Se saca la camisa y se lanza sobre mí, besa mi cuello de manera salvaje, grotesca y dolorosa, saca mis pantalones junto con mis bragas y se acomoda entre mis piernas, me remuevo asustada, no quiero que lo haga de nuevo, no quiero que me toque, repentinamente lanza un golpe a mi cara, luego me detiene por los hombros y me penetra con simpleza luego de mantenerme inmóvil. Lloro contra sus labios y le suplico que pare, sus embestidas son tan rápidas que comienza a lastimarme, le suplico que me deje, que no me toque, que deje de besarme, de tocarme, de susurrarme esas cosas que tanto me atormentan.

Sollozo, sollozo y grité con todas mis fuerzas, le suplico que pare, que me duele, que me esta lastimando. Pero no hace caso, parece no escucharme.

—¡ESCUCHALO BIEN, RACHELLE!...—pausa volviendo sus embestidas más violentas y rápidas. —NADIE TE AMARÁ COMO YO A TI TE AMO—susurra muy cerca de mi oído. —NI NUNCA NI NADIE—sus manos, sus labios, él me está haciendo daño, él me estaba lastimando. 











***

Tengan un excelente día. Los amo con todo el corazón (hablo en serio).

—All the love ♥

CIEN ( Erick Colón, CNCO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora