Capítulo 45: Corto pero intenso.

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-Narra Marc-

Efectivamente, el sitio en el que supuestamente estaba Nevaeh quedaba muy cerca del centro de Barcelona. No tardamos ni diez minutos en llegar allí. Y, por si fuese poco, nada más aparcar, probé a llamarla una vez más, mientras escuchaba como mi hermano me decía que, si no nos había cogido el teléfono hasta ahora, no iba a hacerlo en ese momento. Cuando estaba a punto de colgar, escuché un silencio. Ni el contestador, ni más pitidos. Un silencio, sin más, que me dejó sin respiración durante varios segundos.

- ¿Petita

Sí, era ella. Y conseguí hablar con ella y escuchar su voz, aunque finalmente colgó tras recordarme que me amaba. Yo también la amaba, y como no me dio la oportunidad de decírselo, se lo iba a demostrar. Ahora que sabía que estaba bien nada iba a impedir que la encontrase.

- ¡Habló con ella! 

Exclamó mi hermano mientras Anna y su padre se acercaban a nosotros. Yo aún estaba asimilando la llamada.

- ¿Te llamó? - Me preguntó él-

- No... La llamé yo y me lo cogió.

- Eso significa que está bien y que sus secuestradores no le prestan mucha atención, dos puntos a nuestro favor chicos. 

Asentimos y nos acercamos a la dirección donde el teléfono de Nevaeh había transmitido señales cuando estábamos en la comisaría. Dios mío, si gracias a un aparato como aquel consiguiese encontrarla... De pronto nos vimos en frente de una casa pequeña y vieja que tenía pinta de estar abandonada. Los policías que venían con nosotros sacaron sus pistolas, el padre de Anna incluido, y, como si de una película se tratara, tiraron la puerta abajo y se empezaron a oír gritos y disparos. Y, aunque pueda parecer una locura debido a la situación en la que nos encontrábamos, yo no quise esperar ni un segundo más para poder ver a Nevaeh y entré en la casa, escuchando los gritos de mi hermano y de Anna, que me suplicaban que me quedase fuera o podría salir herido. Me dio igual. Llevaba toda la vida siendo un impulsivo de mierda, y no iba a cambiar mi forma de ser en un momento como aquel. Tapé mis oídos por el ruido de los disparos, corriendo sin saber a donde ir, y comencé a mirar en todas las habitaciones que habían, hasta que di con una que tenía la puerta cerrada. Fui hasta allí y, al abrir la puerta, me encontré con las espaldas de Nevaeh. Estaba atada a la silla a la que estaba sentada y tenía sus muñecas llenas de marcas. Comencé a llorar, sin poder evitarlo, y me acerqué a ella. Sentí como se sobresaltaba cuando comencé a desatar sus manos, y cuando lo conseguí se giró y su mirada cambió en cuestión de segundos de una que sólo mostraba temor y debilidad, a otra que derrochaba amor y esperanza. Se abalanzó a mis brazos y me abrazó como nunca me había abrazado nadie. Y entonces recordé la llamada teléfonica que mantuve con Tito la noche antes de irme a Tenerife. "¡Sé que hay alguien ahí fuera que está dispuesta a quererme por quién soy, y no por lo que tengo! ¡Que me gritará que me levante cada vez que caiga, que sonría como idiota porque simplemente la esté mirando, que me recuerde día a día que seguirá queriéndome aunque deje las motos y no gane tanto dinero como ahora!" Y él, completamente desesperado por mis gritos y mi rabieta de niño pequeño, me dio el mejor consejo que me podía dar. " ¡Pues tómate unas putas vacaciones y sal a buscarla Márquez, por tu salud mental y por la mía!" Y esas putas vacaciones habían cambiado mi vida.

- Va a volver, Marc, y nos va a matar...

Volví al presente al escuchar la voz de Nevaeh, y me di cuenta de que estaba temblando.

- No amor... Hay unos diez policías hay fuera encargándose de la persona que te haya hecho esto... Te juro que no voy a dejar que nada malo vuelva a pasarte.

Cuando conseguí que Nevaeh se relajase le propuse salir fuera, y aunque estuvo de acuerdo no se separó de mi lado ni un sólo momento hasta que no llegamos a la entrada y Alex se tiró sobre ella para abrazarla. Ellos dos lloraban. Anna lloraba. Hasta yo lloraba. Todos estábamos muy emocionados. Cómo prácticamente todos los momentos que había vivido con Nevaeh, aquello había sido corto pero intenso. Menos de veinticuatro horas que se habían hecho eternas. Vi  como uno de los policías obligaba a alguien a entrar en el coche patrulla y, sin poder controlar mis movimientos, me acerqué a allí. Necesitaba verle la cara al capullo que se había atrevido a ponerle la mano encima a mi novia. Pero, al llegar al coche y ver a Claudia allí, sentí cómo me fallaban las piernas. ¿Cómo había estado tan ciego? Hasta Alex lo había visto desde el primer momento.

- Si no te pudres en la cárcel, al menos espero que te pudras en el infierno. 

Y, tras decirle aquello, agradecí a los policías su ayuda y colaboración, y volví con las chicas, que se abrazaban como si la vida se les fuese en ello, y mi hermano, que las miraba con una sonrisa. Conocía esa sonrisa, y era la sonrisa que Alex Márquez mostraba para seducir.

- Germà, gracias por todo. Me has demostrado que eres el mejor hermano que podía tener, y sé que siempre estarás a mi lado, pase lo que pase. 

Él simplemente sonrió y me abrazó con fuerza, cómo me abrazaba cuando alguno ganaba un premio o una carrera.

- Anna, ¿quieres venir a cenar esta noche a casa? - le pregunté mientras le daba un codazo a mi hermano-

- ¡Claro que quiero!

- Genial, Alex también estará, pero antes tiene que traer todas sus cosas a nuestra casa de nuevo... Porque tanto Nevaeh como yo le echamos muchísimo de menos, y el piso sin él no es lo mismo. 

Nevaeh y Alex se miraron por un segundo antes de tirarse sobre mí y crear un intento de abrazo grupal que sólo me hizo reír. 

Conociendo a mi ídolo |Marc Márquez| [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora