Capítulo 31: ¿Me echaste de menos?

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- Lo siento -dijo tras unos segundos de silencio-

- Alex... Supongo que todos tenemos un secreto... Este será el nuestro, ¿vale?

Alex asintió, vi como sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas que luchaban por no salir. Suspiré y me acerqué más a él para abrazarlo.

- Gracias... De verdad... Si Marc se enterase dejaría de hablarme y él es lo único que me queda.

- No va a enterarse Alex... No te preocupes, ¿vale?

El asintió. Después de aquella pequeña conversación me quedé mucho más tranquila, pero seguía sin tener sueño. Consecuencias de levantarse a las dos de la tarde. Decidí ponerme a estudiar en el salón, y aunque me dieron las tantas de la madrugada había adelantado bastante trabajo. Creo que me fui a la cama a las cuatro de la mañana. A las seis y media sonaría el despertador de Marc, sólo esperaba despertarme para poder hacerle algo de desayunar y despedirme de él. Efectivamente, menos de tres horas después de haber cerrado los ojos, volví a abrirlos al escuchar el despertador del móvil de Marc.

- Lo siento, es que si no lo pongo con él volumen al máximo no me despierto.

- No pasa nada, yo también quería despertarme.

- ¿Para qué vas a despertarte tan temprano?

- Tres cosas. La primera, prepararte el desayuno y el almuerzo para que puedas comer bien en el circuito. Segundo, para desearte suerte. Y tercero, para despedirme de ti.

Él sonrió y se acercó a mí. Besó mis labios, y yo simplemente deseé que ese momento se volviese eterno.

- Eres adorable, pero no hacía falta. 

Ambos sonreímos, y cada uno se fue por un lado. Él, a ducharse y prepararse para ir a entrenar, y yo a prepararle un desayuno fuerte para que aguantase su vuelta a los circuitos y un apetecible almuerzo que le hiciese desear que llegase hora de comer para probarlo.

- No se lo cuentes a mi madre, pero creo que nunca había comido cosas tan ricas y sanas a la vez -me dijo mientras salía del baño, ya vestido-

- Eres demasiado exagerado, pero te quiero igual.

Sonreí, y le serví el café que acababa de prepararle mientras él se comía el bol de avena con leche que le había preparado previamente.

- Y esto te lo bebes a lo largo del día, nada de bebidas energéticas ni nada de eso.

Le dije mientras le daba la botella donde acababa de poner el batido que le había preparado.

- Sí mi capitana. Llevaba más de veinte años buscando a alguien que me cuidase como lo haces tú. 

Yo simplemente sonreí y metí los dos tuppers con el almuerzo que acababa de preparar en su mochila. Marc no terminó demasiado en acabarse el desayuno, y entonces, tras darme una docena de besos y llamar tres veces al ascensor porque alguien lo llamaba mientras él estaba demasiado ocupado en gastarme los labios, se marchó. Yo recogí la cocina y dejé los platos y los utensilios de cocina que había usado en el lavamanos, ya los lavaría luego. En ese instante sólo podía pensar en dormir. Cuando volví a abrir los ojos eran las once y media. Mierda, yo quería levantarme antes para limpiar un poco la casa y después quería estudiar hasta la hora del almuerzo. Pero estaba claro que el tiempo se me había echado encima. Me levanté de la cama y fui directamente a la cocina. Entonces vi a Alex fregando el suelo.

- Alex, ¿Qué haces? 

Se giró al escucharme y se encogió de hombros. Sí, a veces formulaba preguntas estúpidas.

- Tuve que madrugar para ir al médico y cuando volví no tenía nada que hacer... Así que limpié un poco la casa.

- Ya, yo también quería hacerlo, pero...

- Tú tienes que estudiar, así que date una ducha mientras se seca el piso y luego quiero verte empollar, eres el futuro del periodismo deportivo de este país.

Sonreí al escucharle y decidí hacerle caso. Me di una ducha, me vestí con ropa cómoda y después llamé a mi hermano para saber cómo iban las cosas por allí. Me contó que papá y mamá aún estaban enfadados, pero que ya no estaban tan alterados como antes. Seguí hablando unos minutos más con él, y después finalicé la llamada y cogí mis libros y apuntes. Al pasar por la cocina vi como Alex limpiaba los platos que yo misma había ensuciado, y aunque me sentí bastante culpable ni se me pasó por la cabeza decirle que no los lavase, sabía que se negaría a dejar ese trabajo para mí. Una vez más, me pasé toda la mañana estudiando, y con ganas de presentarme ya a la selectividad para poder deshacerme de esos nervios que sentía, y sobretodo para saber si podría cumplir mi sueño de estudiar periodismo.

-Narra Marc-

Aquel día fui de un humor bastante bueno a entrenar. Todos lo notaron y me lo comentaron, desde las personas que componían mi equipo hasta compañeros como Tito, Rins y Rossi. Nevaeh me había alegrado el día, no estaba acostumbrado a las atenciones que me había dado esa mañana. En pequeños detalles como ese se veía cuánto le importaba y cuánto me quería. La mañana se pasó volando, hacia días que no entrenaba, pero ese día fui con las pilas cargadas y con ganas de comerme el mundo. Marc Márquez había vuelto. Cuando llegó la hora del almuerzo, vi como mis compañeros se iban a almorzar y yo fui al box a por la comida que me había preparado Nevaeh. Y, una vez allí, sentí como se me caía el alma a los pies. Era ella, estaba allí. Era la chica con la que había compartido tantos momentos, y que me había dejado como si no hubiese significado nada para ella en el tiempo que estuvimos juntos.

- Marc, ¿me echaste de menos?

Conociendo a mi ídolo |Marc Márquez| [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora