CAPITULO 9

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Le dije a mi madre que me iba a casa de Silvia y subí con mi pijama de rallas de hombre. Como no me encontré con un vecino en el ascensor, que tenía más o menos mi edad y que era una monada, pero era súper tímido. Me puse roja como un tomate. El chaval debió pensar que estaba loca por ir en pijama por el portal a las cinco de la tarde. Siempre nos saludábamos y charlábamos de lo típico que se charla en el ascensor, del tiempo y de cosas por el estilo. Se llamaba Gonzalo y estaba estudiando tercero de arquitectura. Era medio rubito con los ojos de color miel, de estatura media y últimamente se le estaba poniendo buen cuerpo. Además creo que aquel aspecto tan tímido le hacía más ideal. Salí del ascensor y oí que Gonzalo me llamaba:

            - ¡Alejandra! te sienta muy bien el pijama. De verdad, muy bien- me dijo con una sonrisa pícara.

            Entonces se cerraron las puertas, conmigo allí plantada con cara de imbécil y Gonzalo sonriendo en el ascensor. Me quede unos segundos allí en la puerta del ascensor completamente ida. Me moría de vergüenza. Me acerque a la puerta de Silvia, que la acababa de abrir:

             - ¿Qué haces ahí parada con cara de subnormal mirando el ascensor?.

            - Si te lo cuento ni te lo crees. Gonzalo se ha dignado a dirigirme la palabra.

            - Dios mío que logro. Yo empezaba a pensar que era mudito el pobre. ¿Y qué te ha contado?

            - Nada. Solo me ha dicho "Alejandra estas muy guapa con el pijama", y tan ancho que se ha quedado. Me he quedado alucinada.

            - jajaja Bueno ¿me quieres contar ya de una vez qué  hiciste ayer?

            Le conté toda la historia de Mario y se quedo alucinada. También le conté lo de Cristina, que eso era de esperar.

            - No me lo puedo creer. Tía de verdad que cada día estas peor.   pues yo con Tito...

            - ¿No me jorobes que pasó algo con él?-pregunté asombrada

            - No que va, casi...

            - ¡¡¡Hala!!!.¡Qué fuerte!.

            - No la verdad es que solo nos enrollamos un poco, no te me asustes. Estaba yo ayer como para camita pero sola. Estaba agotada. Lo típico para despedirme le di un par de besos. Se me empezó a poner un poco pesado, con que me quedase un rato. Le di la gracias con un poco de cara de mala leche, y me bajé del coche.

            En aquel momento llamaron al telefonillo. Lo cogió y yo me fui a por un cigarro a su cuarto ya que estábamos en la cocina. Cuando volví me la encontré toda pálida, sentada en un taburete alto:

            - ¿Qué te pasa Silvia?. ¿Quién era?.

            - Tía que es Ricardo el de ayer, que está subiendo. Ha venido a verme-contestó todavía en estado de shock.

            - ¡¡PERO REACCIONA!!- y Silvia empezó a reaccionar y a ponerse histérica.

            - ¡¡¡Mírame que pintas en pijama!!!. He perdido dos minutos ahí atontada. ¿Qué hago Ale?.

            - Tranquila que estas genial. Tranquilízate. ¿Quieres que me vaya?.

            - Ni se te ocurra, te mato.

            Sonó el timbre de arriba y apareció Ricardo. Era realmente guapísimo. Alto, moreno con los ojos azules, con hoyitos, y con muy, muy buena pinta.

            - Hola, madre mía hasta que he dado con esto y con tu telefonillo. Casi me vuelvo loco- nos contó nada más abrir la puerta. Se notaba que estaba nervioso.

            - ¿Qué haces aquí? Bueno te presento. Alejandra este es Ricardo - me dio dos besos y siguió hablando.

            - Ayer como supongo que observarías no fui a Elite. No pude un amigo mío se paso bebiendo y le tuve que llevar a casa. Y como me dijiste donde vivías pues he venido yo mismo a contártelo, porque tampoco tenía tu teléfono, ni nada más de ti. No sé tipo cenicienta. ¿Sabes?- hablaba muy rápido.

            Silvia y yo mirábamos alucinadas a aquel personaje que había llegado y que se había puesto a hablarnos como si fuera nuestro amigo de toda la vida y desde que entró no había parado.

            - Tranquilo respira hombre- le dije- que no creo que a esta le hagan falta muchas excusas.

            - Me has dejado totalmente alucinada. ¿Qué va a pensar tu querida novia?.

            - Te dije que no era mi novia. Y además hoy he estado hablando con ella y le he dicho que no quería nada más. Que me gustaba otra chica.

            - Si, pero tu todavía no sabes nada acerca de mí y si te voy a dar una oportunidad- le dijo Silvia haciéndose la dura.          

            - Me da igual tener que ganármelo. Y te aseguro que me lo voy a ganar.

            - No seas tan presuntuoso- dijo Silvia intentando contener la sonrisa de imbécil que se él había formado desde que llegó Ricardo.

            - Bueno yo creo que me bajo a mi casa- dije, porque la cosa se estaba empezando a poner demasiado privada.

            - Luego bajo a tu casa Ale. ¿Vale?.

            - Hasta luego.

            Me fui a mi casa y me pase toda la tarde sin hacer nada especial. Me llamaron un par de amigas y un amigo de la playa, uno con el que me había enrollado que la verdad no sé realmente porque me seguía llamando, porque pasaba un poco de él y creo que se lo demostraba abiertamente. Luego bajó a mi casa Silvia emocionada por la muestra de romanticismo, de la que había sido objeto por parte de Ricardo. Decía que estaba enamoradísima de él, pero yo había oído esa historia tantas veces que ya ni me lo creía. Luego el tiempo me demostró lo equivocada que estaba. 

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora