CAPITULO 32

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Cuando salimos y con la cara con la que salimos supusimos que todo el mundo se había imaginado que era lo que había ocurrido en aquel cuarto de hora.

            Sobre las nueve de la mañana decidimos irnos a casa ya que estábamos agotadas. Antes decidimos parar en algún sitio para comer algo ya que estábamos hambrientas. Había sido un día muy duro y largo. Además en casa no teníamos nada de comer. Desayunamos hamburguesas, patatas fritas, croquetas y todo tipo de comida que parecía de todo menos un desayuno. Aunque era ya de mañana decidí dormir con ellas en su casa ya que era casi la parte más divertida de la noche, el hacer un repaso a todo lo que había sucedido y examinar los más mínimos detalles. Yo tenía mucho sobre lo que recapacitar. Me había dejado llevar por completo. Aquella reacción tan radical por mi parte solo significaba que no estaba enamorada de Eduardo. Y confirmaba lo que me imaginaba desde hacía tiempo, que estaba atrapada en su mundo, que me dejaba convencer una y otra vez por él y por sus encantos, su poder de convicción, su dinero, sus regalos, sus halagos, pero que aquello no era amor. En la primera ocasión que había tenido de salir de su poderoso circulo, había caído. Y había sido capaz de hacerlo.

            - La verdad es que hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien- les dije a mis amigas- y creo que he dejado de estar hecha un lio.

            - No me extraña estas todo el día tan ennoviada- me dijo Cris

            - Ha sido una noche genial- corroboró Silvia

            - Bueno Ale, ahora ya nos contaras con todo lujo de detalles que ha pasado dentro de ese cuarto de baño. ¿No?- Silvia no aguantaba sin preguntármelo.

            - No gran cosa. Que me han abierto los ojos- dije con un poco de pena.

            - Vamos cuenta!- suplicó Cristina

            - Tenía unas ganas tremendas de hacer una locura. Y acabé con el primer chico guapo que me la propuso.- les dije- Es la primera vez que le pongo los cuernos- y entonces cai en la realidad- ¡Dios mío, como se entere a mi me mata! y a él detrás. Aunque lo veo un poco difícil, nadie nos vio. Lo dudo.

            - Todos nos lo hemos imaginado y como no, quedado alucinados- dijo Cris

            - Claro, como siempre he sido una santa- contesté sarcásticamente.

            - No eso ya lo sabemos. Pero últimamente si lo eras y nos has sorprendido- Dijo Silvia- Alex! Esto lo está pagando tu novio y tú la primera noche te has enrollado con otro.

            - Hacia mucho que no cometía una locura y estaba empezando a preocuparme. Bueno contad vosotras...- quería cambiar de tema, porque tenía mucho en que pensar antes de hacer valoraciones sobre mi actitud.

            - El mío se llamaba Santi- dijo Cristina - y no se casi nada mas de su vida. Anoche no me enteraba de nada. Fue una fiesta grande. Lo que pasa es que no quería traérmelo hoy a casa porque pasaba. Estaba cansadísima y además prefiero esperar hasta que estemos un poco más instaladas.

            - Pues del chico con el que hablé ayer no sé ni el nombre- interrumpió Silvia- se que está trabajando, no sé de qué, y que tiene 24 años. Y que no me enrollé con él. Que yo solo quiero a mi Ricardo!

            - Creo que se llamaba Marcos, pero no me hagas mucho caso- le dije.

            - Ha sido un día genial. Bueno y que fuerte cuando hemos llegado al otro sitio y al decir lo de Eduardo casi nos regalan la discoteca. Que peloteo- dijo Cristina

            - Es una gozada. Además cuando esté él no se qué va a ser- dijo Silvia.

            - Yo he fichado a uno que estaba en la puerta, todo vestido de negro, que era algo salvaje. Tengo que conseguir hablar con él- dijo Cristina- se parecía a Javier.

            - ¡No empecemos que estamos de vacaciones!. Las vacaciones ideales. Yo no he nombrado a Ricardo para nada- contesto Silvia riendo.

            - Si pero tú sabes que el va a venir- lloriqueo Cristina.

            - Pues llama a Javier y dile que venga. Hay sitio de sobra en la casa.

            - Estará con la novia….

            - Por probar no pierdes nada.

            - No mucha gente rechazaría una vacaciones a gastos medio pagados en Ibiza. Piénsalo.

            - Lo haré, pero mañana, estoy agotada.

            - Si yo también, vamos a dormir. Hasta mañana.

            - Hasta mañana.

            - ¿Habrá llegado ya mi matón?- me pregunté en voz alta.

            - Es demasiado pronto.

            - Mañana lo sabremos. Hasta mañana.

            Nos despertamos a las tres de la tarde. La primera impresión al despertarme fue no saber donde estaba. Por fin recordé que me encontraba en mis maravillosas vacaciones en un lugar de playa paradisíaco y con más marcha del mundo.

            Cristina y Silvia se despertaron a los cinco minutos. Nos encontrábamos muy bien a pesar de los excesos de la noche anterior.

 Lo primero que decidimos era que debíamos ducharnos y ponernos el bikini para bajar a la playa y allí de paso comer en algún chiringuito. También debíamos ir a hacer la compra ya que el dinero no llovía del cielo y no podíamos estar comiendo fuera todos los días. Yo me fui a mi casa a cambiarme ya que no tenía nada de ropa allí y porque debía de darle la bienvenida a nuestro guardaespaldas. Así que me puse el vestido de la noche anterior que tenía un aspecto desastroso, las gafas de sol una coleta y me fui a la casita de al lado.

            - Chicas me voy, dentro de media hora pasar a buscarme y así conoceréis al incógnito. ¿Vale?.

            - Vale, pero media hora Ale que solo te tienes que duchar y poner en bañador.

            - Adiós.

            - By.

            Entré en la casa y no se oía nada. Pensé que quizás todavía no habría llegado y que llegaría por la noche. De todas formas eché un vistazo por la casa por si acaso. Debía portarme bien con aquel tío si quería que Eduardo estuviera contento. Que fastidio. Se me había acabado la libertad. Aunque por un lado me venía bien estar más controlada para poder pensar que iba a hacer con Eduardo.

            Salí al jardín y allí estaba en una de las mesas de la piscina, debajo de una sombrilla leyendo el periódico. Estaba de espaldas así que no me vio llegar.

            - Hola buenos días, o mejor buenas tardes. Soy Alejandra, aunque supongo que ya lo sabrás- le dije mientras él se daba la vuelta.

            - Si, si lo sé. ¿Qué tal Alex?.

            Se dio la vuelta y cuando le vi me quedé completamente alucinada. ¡Era Jaime!.

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