SEGUNDA PARTE: CAPITULO 24

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                                           CAPITULO VI SEGUNDA PARTE

            Por fin llegaron las vacaciones de verano. El final de los exámenes. Mi relación con Eduardo no había experimentado ningún cambio. No es que confiase en el totalmente, ni que me sintiese totalmente segura a su lado, pero ahí seguíamos. No había existido ninguna diferencia no remediable entre ambos, y el no había hecho nada extraño, después de aquel fin de semana tan raro en la finca.

Jaime se había ido poco después de aquel fin de semana a Marsella a hacer unos trabajos para Eduardo y todavía no había regresado. Con Cristina y Silvia seguía teniendo relación pero no tanta como antes, ya que la mayor parte de mi tiempo lo ocupaba Eduardo. Sabía que Silvia seguía saliendo con Ricardo, y que Cristina y Javier seguían de líos. Al tener vacaciones decidí que mi relación se estaba volviendo demasiado posesiva y que iba a recuperar mi vida normal, aunque solo fuese un poco. Decidí quedar con Carlos para salir aquel viernes. Con el si había quedado bastante porque me reconfortaba mucho.

            Quedamos pronto y luego, mas tarde, me vería con estas en el Club. Me vino a recoger y nos fuimos a Drach, un sitio tranquilo donde poder charlar sosegadamente.

            - Hacia ya bastante que no nos veíamos.

            - Si, con el lío de los exámenes...

            - Y con Eduardo...- me recriminó

            - Sabes perfectamente Carlos que he quedado contigo más que con nadie-contesté molesta.

            - Ya lo sé, solo quería pincharte un poquito. ¿Que tal te van las cosas con Al Capone?.

            - Bien, y no es ningún mafioso. Bueno un poco, creo- le dije dubitativa- Pero bueno las cosas marchan más o menos normal. Creo que me he excedido en mi relación con el un poco, he dejado de lado un poco todo lo demás.

            - ¿Eres feliz?.

            - Si te soy sincera, ni me lo he planteado. Lo bueno de todo esto es que he dejado un poco aparte el desfase que llevaba antes de conocerlo.

            - Te hacía mucha falta.

            - Aunque no lo creas mi conversación contigo me ayudo mucho a recapacitar.

            - Era lo que intenté hacerte ver. Si he conseguido algo estoy orgulloso de ello-dijo riendo. Carlos siempre era muy optimista.

            - Aunque ahora ya no tengo tantas crisis existenciales, ni me planteo tanto las cosas, pero sigo pensando que me falta algo. Estoy muy bien con Eduardo, pero sé que no es el hombre de mi vida. Creo que no quiero pasar el resto de mis días con él.

            - Pues es algo que te deberías plantear seriamente Ale, porque el tiempo pasa.

            - No quiero pasar toda mi vida con un hombre del que solo se medias mitades de todo lo que hace. Un hombre que me cuenta medias verdades.

            - Díselo así. Dile que te hable- me propuso

            - No puedo, lo intenté muchas veces pero nunca me explica nada siempre cambia de tema, y ya me he cansado de insistir, lo doy por perdido- le comenté resignada

            - Pues vaya relación más comunicativa…

            - No lo sé, estoy bastante confundida. No sé hasta que punto llegaría por él.

            - ¿Y tu eterna pesadilla?. Hace mucho que no me hablas de él.

            - ¿Jaime?. De viaje, hace unos meses que esta fuera. Le he preguntado a Eduardo que está haciendo tanto tiempo fuera, y nunca me contesta realmente. Siempre me dice lo mismo, que fue él el que pidió el trabajo fuera de España.

            - Ya decía yo que no maldecías a nadie últimamente.

            - Nunca creí que fuese a decir esto, pero le hecho en cierto modo de menos- no se lo dije a Carlos pero la realidad era que pensaba en Jaime bastante a menudo, aunque no sabía muy bien porqué.

            - ¿Ah sí?- preguntó intrigado

            - No discuto con casi nadie...- me excusé mientras bebía el último trago mi copa pensativamente.

            Después de aquel sitio nos fuimos directamente al Club. Eduardo estaba en la puerta y no me puso demasiada buena cara al verme con Carlos. Decía que me metía ideas raras en la cabeza. Entramos y estaban Cristina y Silvia dentro.

            - ¡Dios mío! Es una ilusión óptica o realmente estas aquí de nuevo- dijo Cristina abalanzándose sobre mí.

            - Que exageradas sois. No hace tanto que no salgo con vosotras- me quejé.

            - Parecen siglos. Yo no estoy tan ocupada con Ricardo.

            - Vamos a tomar una copa ¿vale?- dije cambiando de tema, no quería oír lo que ya sabía

            - Es verdad hay que aprovechar que es la mujercita del jefe- dijo Silvia riéndose

            - Iros a la porra- me quejé riendo ya.

            Nos fuimos a tomar unas copas y al poco rato estábamos bailando las tres en la pista como siempre, como hacíamos antes. Me lo estaba pasando genial. Empezaba a echar de menos aquellos ratos de diversión. Pero mi diversión acabo cuando Eduardo me vio. Como siempre hacia me llamo con la mano para que fuese a su lado. Siempre me trataba así. Como iba un poco borracha le dije que iría luego en otro gesto, pero no le gusto mucho y vino hacia mí y me cogió de la mano y me saco fuera de la pista.

            - ¿Pero qué haces Eduardo?- le dije zafándome de su manos.

            - Te estaba llamando- dijo muy serio

            - Que pasa que tengo que ir hacia ti como un perro, cuando se te antoje, pues no me da la gana. No creo que sea nada tan importante- odiaba cuando se ponía así.

            - Si te llamo es porque lo es- su semblante serio no cambiaba

            - No Eduardo, lo que pasa es que aquí hay un problema, siempre tengo que hacer lo que a ti apetezca. Siempre tengo que estar disponible para ti. Pues se acabo, me lo estaba pasando bien y vienes a jorobarme-le contesté enfrentándome a él. .

            - Ese no es el comportamiento de mi novia. No quiero que te vean ahí en medio de la pista bailando como una cualquiera, medio borracha- dijo con desprecio.

            - Pues si soy una cualquiera no se qué haces conmigo. Tu sabias lo que había cuando me conociste así que no te hagas de nuevas ahora- le contesté con chulería- es lo que hay.

            - Controla tus palabras- dijo amenazante.

            - No Eduardo contrólate tu, yo ya estoy harta.

             Con estas palabras le dejé  y me fui otra vez a bailar, pero no estaba tranquila, así que les dije a todos que por favor cambiásemos de sitio porque allí se me estaba cortando el rollo. Todos me comprendieron. Cuando salí ni le dirigí una mirada a él.

            - Alejandra- oí que me gritaba Eduardo por detrás- tenemos que hablar.

            - Cuando te des cuenta de que soy tu novia, y no tu perro o tu posesión hablaremos, antes no.

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora