CAPITULO 31

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Cuando llegamos a la Vía de la Plata no tuvimos problema de ningún tipo con nadie ya que en seguida la gente se volcó en nosotras. Eduardo debía tener muchos amigos o muchos negocios allí. La noche estuvo impresionante. Había muchísimos chicos, el doble que de chicas. Las discotecas de Madrid eran pequeñas al lado de las de Ibiza. Aquellas eran todas macrodiscotecas.

Nos encontramos con los chicos tan simpáticos de Barcelona  con los que habíamos quedado por la tarde. Había uno monísimo que me estaba detrás de mí todo el rato,  pero tenía miedo de tontear solo por divertirme y que luego se enterase Eduardo, así que me contuve todo lo que pude. El que estaba detrás de mí se llamaba Gabriel y era guapísimo, se parecía a Jaime, moreno con los ojos oscuros, alto y con buen cuerpo.

            - Bueno Alejandra- me dijo acercándose a hablar conmigo- me han dicho que tienes novio. Me dejas muy triste

            - Si, desde hace ya algún tiempo- le contesté. Hacía tanto tiempo que no tonteaba con un chico que se me había olvidado.

            - Me han dicho que es un matón, pero que por aquí no está- me dijo con una sonrisa sugerente.

            - Ya pero me conoce mucha gente- le contesté intentando mantener las distancias.

            - Pero si es la primera vez que venís y es el primer día!- me dijo sorprendido.

            - Vale me he expresado mal. Mucha gente le conoce a él y sabe que yo soy su novia- puntualicé

            Me estaba poniendo nerviosa. Estaba hablando muy cerca de mi ya que estábamos en medio de la pista. Además eran ya las seis y media de la mañana, y mi estado de excitación estaba alcanzando su punto álgido. No sabía cuánto tiempo resistiría. Aquel chico no dejaba de provocarme. Tenía cara de pícaro y sonreía al verme en aquella situación. Yo me preguntaba porque me atraía tanto si yo estaba enamorada de Eduardo. Estaba un poco confundida. Me di cuenta de que no había salido del entorno de Eduardo en todo este tiempo, y que eh aquel momento estaba comprendiendo que lo que sentía hacía Eduardo se parecía más a una especie de obsesión que al amor.

 A los pocos minutos, sin pensarlo y le cogí de la mano y me lo llevé.

            - ¿Donde me llevas loca?- Gabriel estaba confundido.

            - Eso es un secreto- le dije- no quería que me hablase, no quería que rompiera el momento. Quería demostrarme a mi misma de lo que era capaz.

             Bajamos a la planta de abajo donde estaban los servicios. Miré hacia los lados y no vi a nadie sospechoso. Le agarré del brazo y le metí conmigo directamente en el servicio, para  sorpresa de las que estaban dentro.

Nada más entrar empezamos a besarnos apasionadamente. El era un chico muy fuerte y podía conmigo, así que no se lo pensó dos veces  y comenzó a besarme con locura, me subió hasta la altura de su cintura a horcajadas, mientras yo le arañaba la espalda como si quisiera dejar allí mis uñas clavadas para siempre. La música daba vueltas en mi cabeza, parecía que nos movíamos por la música, que envolvía todo el ambiente y hacia que no pudiéramos oír nada más que la música y nuestros cuerpos a su ritmo. Ni siquiera oíamos nuestros alientos apasionados y deseosos de devorarnos en los quince minutos que teníamos para hacerlo...

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora