CAPITULO 30

20K 299 10
                                    

Llegamos a Ibiza a las cuatro de la tarde. Fuimos primero solas las tres, Cris, Silvia y yo. Ricardo, el novio de Silvia, iría una semana más tarde, así que teníamos una semana para disfrutar las tres como en los viejos tiempos.

Aquella noche yo dormiría en su casa, ya que el matón, como yo le llamaba, que la persona que me iba a mandar Eduardo, no llegaría hasta el día siguiente. Eduardo no vendría hasta una semana y media después ya que le habían surgido muchos problemas y tenía que viajar a Marsella. Allí era donde estaba Jaime. Supuse que a su regreso me contaría cosas de él.

El viaje en avión fue maravilloso, además de no tardar nada. Cuando el taxi nos dejó en las casas que había alquilado Eduardo para nosotras nos quedamos de piedra en la puerta.

Aquello era demasiado, más de lo que yo nunca había imaginado. Al principio Cristina y Silvia estuvieron un poco reacias a aceptar la propuesta de vacaciones pagadas por él, pero la final el mismo las convenció, ya que esa capacidad era la más destacada de él, convencía a cualquiera, tenía gran poder de persuasión.

Eran dos preciosas casitas, en primera línea de playa, con una piscina impresionante cada una, blancas inmaculados, de ensueño.

Entramos en la que iban a utilizar mis amigas, ya que era en el que íbamos a estar todas, por lo menos aquella noche. La casa por dentro era magnífica. El salón daba a la parte de atrás donde estaba la piscina y un pequeño jardín y luego la playa. La cocina era inmensa con una mesa en medio. Tenía tres habitaciones arriba, una abajo y cuatro baños en total. Había yacusi incluso. La decoración era casi toda en tonos claros típicos de las casas de playa y daba un aspecto de tranquilidad que era maravilloso. Las tres estábamos encantadas como era normal. Yo decidí ir a la otra casa a instalar mis cosas, ya que era allí donde yo realmente iba a residir con mi matón de compañía.

            Cuando nos instalamos decidimos bajar al pueblo a echar un vistazo y darnos nuestro primer baño en la playa. Era preciosa la isla, además se respiraba un ambiente de alegría y marcha como no lo había visto yo en ningún lugar. Paseaba muchísima gente joven por la calle y la playa estaba a rebosar y no se observaba casi nadie mayor. Parecía la isla de la gente joven. Nos dimos un primer baño. El agua estaba en su punto, era maravilloso sentirse tan libre.

            - De verdad que cada vez me alegro mas de que hayas conocido a Eduardo- dijo Cris mientras nos metíamos en el agua.

            - Si yo también- corroboró Silvia

            - He de reconocer que al principio no me hacía ni pizca de gracia que tu novio nos pagase las vacaciones. Me parecía un poco excesivo- dijo Cris

            - A mi también.

            - Pero esto es una maravilla.

            - Si además nosotras no nos hubiésemos podido pagar unas casas así ni en la vida.

            - Es una gozada de tío, la verdad. Pero todavía no han acabado las sorpresas.

            - ¿Que mas hay?-preguntó Silvia intrigada

            - Ya lo veréis esta noche.

            - ¿Por dónde vamos a salir hoy?- cambió de tema Cristina

            - Eduardo me ha dicho un par de sitios donde debemos ir. Dice que son los mejores.

            - Hoy es jueves así que supongo que habrá bastante gente.          

            - Aquí todos los días está a rebosar- contesté yo, ya que Eduardo me había contado cómo funcionaba la isla.

            - Me ha dicho que vayamos primero a Vía de la Plata, y luego a un tal Moravska.

            - Aquí las discotecas son carísimas, no? – me preguntó Cris

            - Me ha dicho que diga en la puerta que soy yo y que soy la novia de Eduardo y que saben que vamos a venir. Pero supongo que las copas serán cosa nuestra, pero bueno... no nos quejaremos, no??- les dije. Estaba muy feliz.

            - Deja de quejarte que es para matarte. Estas son las vacaciones ideales que hemos estado soñando durante mucho tiempo.

            - Si tienes razón. En el momento de que venga el matón, que saldrá con nosotras, no pagaremos nada. Porque según me ha dicho este él ya ha estado aquí más veces y ha trabajado mucho por aquí- informé a mis amigas.

            - Pero no te ha dicho quien es- me preguntó Cris con curiosidad.

            - No tengo ni idea, la verdad es que me da igual, no le voy a conocer así que me es indiferente.

            - Con un poco de suerte esta bueno- dijo Cris.

            - ¡Pero si yo ya estoy con Eduardo!- contesté al momento.

            - ¡Te digo para mi, tonta!

            A las siete y media nos subimos de la playa, nos duchamos, nos arreglamos un poco y nos fuimos a cenar a una pizzería que habíamos visto al pasar. La verdad es que llamábamos la atención. Era un contraste entre las tres, que la gente se nos quedaba mirando. EN la pizzería acabamos hablando con unos chicos que eran de Barcelona y eran súper simpáticos. Quedamos con ellos esa noche que luego nos veríamos en Moravska a las tres y media. Estábamos las tres radiantes de felicidad, ya que aquel día estaba resultando perfecto.

            A las diez nos empezamos a arreglar, poniéndonos nuestro modelito más explosivo, ya que era la primera noche. Yo me puse un vestido amarillo, cortito, con toda la espalda al aire, sin tirantes. Silvia iba de blanco y Cristina de rosa. Se nos veía a distancia, pero allí en Ibiza te podías permitir esos lujos, todo valía. A las doce ya estábamos totalmente arregladas y deseosas ya de marcharnos.

            - Un momento- dije frenándolas- falta una cosa.

            - ¿Qué pasa?- contestaron al unisono.

            - ¿No os acordáis ya de la sorpresa?.- les pregunté.

            - Es verdad. Pero nos la das por el camino, que yo ya me muero por salir- dijo Cristina.

Saque un fajo de tickets de copas y pases de todos los sitios de Ibiza.

            - ¡Cada vez quiero más tu novio!- dijo Silvia.

            - Esto es irreal. Quiero que alguien me despierte y me diga que no estoy soñando- Cristina y Silvia daban saltos de alegría. Aquello era más de lo cualquiera de nosotras pudiera pedir.

            - No me extraña que estés enamorada.

            - ¿Es así en todo?.

            - ¿A que es guay?- dije sonriendo. Estaba muy contenta de ver a mis amigas tan felices y de estar allí las tres juntas disfrutando de nuestras vacaciones..

            - ¿Solo guay?. Tía si no quepo en mi gozo.

            - ¡¡¡¡Bueno pues vamos por ahí que la noche es nuestra¡¡¡¡.

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora