Por fin Cristina reaccionó.
- Pero bueno ¿y esto?.- dijo Cristina con voz de asombro.
- No te preocupes- dije riendo- ya viene de mucho tiempo.
- ¿Lleváis mucho tiempo y no nos habéis dicho nada?- preguntó un poco sorprendida Silvia.
- No, viene de hace mucho, pero hasta ayer ninguno de los dos se lo confesó al otro- le contesté tan segura de aquello como de que me llamaba Alejandra.
-¡Que fuerte!. Yo estoy demasiado alucinada- Cris no daba crédito
- Yo sabía que iba a pasar- dijo Silvia- estabais demasiado pendientes el uno del otro.
- Ahora que ya podemos no nos vamos a separar ni un momento- me dijo cogiéndome y abrazándome fuerte.
- Los amores más reñidos son los más queridos. Me gusta la pareja que hacéis- dijo Cristina.
Pasamos el resto del día en la playa. Nos bañamos mil veces y tomamos el sol aun más. Parecíamos una pareja de recién casados, que no podíamos dejar de querernos ni tocarnos ni un segundo. Teníamos ambos una sonrisa de oreja a oreja que no podíamos controlar.
Esa misma tarde decidimos que al día siguiente alquilaríamos un barco y nos iríamos a ver las calas, a las que solo se podía llegar por este medio.
Esa noche salimos. Cristina y Silvia habían quedado con sus nuevos amigos. Nos lo pasamos genial, Jaime se perdió unas cuantas veces; al principio me fastidio un poco, pero luego era una maravilla, porque cada media hora siempre aparecía para ver si estaba bien o necesitaba algo. Me dijo que tenía que atender unas cosas de trabajo. No pregunté, como siempre, porque por experiencia sabía que no iba a obtener contestación.
Aquella noche se había puesto guapísimo. Llevaba una camisa azul clarita de polo, y por el calor la llevaba arremangada hasta medio brazo, y así se le veían las venas marcadas del musculoso brazo, iba con unos vaqueros azules, que marcaban su figura, alta y esbelta y unas botas. Estaba moreno con lo que el color claro resaltaba mucho en él, estaba guapísimo. Le adoraba.
Sobre las cuatro decidimos irnos a casa porque queríamos estar descansados, porque las excursiones eran agotadoras y más en barco y todo lo que pensábamos hacer. Cristina y Silvia decidieron quedarse ya que estaban totalmente encantadas con sus amigos.
Al llegar a casa decidimos tomarnos algo en la piscina. Nos tumbamos en una hamaca, juntos, yo encima de él. Hacía una noche deliciosa y había más estrellas de las que yo había visto en mucho tiempo. Me sentía flotando. La sensación que experimentaba estando a su lado era algo mágico, nunca me había sentido tan maravillosa, tan segura, tan dichosa... Pero había una nube en mi maravilloso cielo, Eduardo.
- No quiero romper este maravilloso momento, porque me parece tan sumamente perfecto - dije pausadamente intentando elegir bien las palabras- pero tenemos que hablar.
- Ya lo sé- el rostro de Jaime cambio de repente poniéndose muy serio.
- Eduardo viene dentro de tres días. Creo que habrá que decírselo- le dije inocentemente.
- No se lo podemos decir- contestó tajante- no hago más que darle vueltas a la cabeza y pensar en un solución, una solución que no existe.
- Pues entonces tendré que dejarle y luego, con el tiempo que sepa que estamos juntos.
- No se puede- me dijo de nuevo muy tajante y serio.
- ¿Que quieres decir con que no se puede?- pregunté extrañada.
- Pues que no puedes ni dejarle ni decirle nada de lo nuestro- me contestó incorporándose en la hamaca y poniéndome en frente de el. Su mirada era de mucha preocupación.
- Eso lo veremos- dije altiva.
- Mira Alejandra, tú no sabes cómo es Eduardo realmente. Tú eres suya y no te va a dejar escapar, aunque tenga que darte una paliza hasta que pierdas el conocimiento para advertirte.
- No entiendo que me quieres decir con eso- me comencé a asustar.
- Eduardo es un mafioso, pero a lo grande. No solo lleva negocios de drogas, eso al fin es lo menos importante, se dedica también al tráfico de armas y cosas que jamás imaginaste. Lo que pasa es que él es financiador más que nada. No arriesga demasiado, por eso la policía anda loca, porque es muy difícil cazarle.
- No me lo puedo creer...- ahora si estaba preocupada de verdad, no entendía nada- ¿Y qué puede ver en mi un tío así?. Yo al fin y al cabo soy una chica normal.
- Le da un respaldo muy bueno tener una novia normal. Además dice que esta perdidamente enamorado de ti, cosa por la que no le juzgo- dijo acercándose a mí y dándome un suave beso.
- ¿Que vamos a hacer?-pregunté asustada.
- Llevo pensándolo dos días y no encuentro ninguna solución, pero supongo que como siempre algo se me ocurrirá. Pero es que no quiero ponerte en peligro.
- ¿Porque lo ibas a hacer?- pregunté sin entender muy bien que quería decir con aquello.
- Da igual, tú déjamelo a mí. No te preocupes, quiero que disfrutemos lo que nos queda, luego ya veremos qué pasa.
Aquella contestación por parte de Jaime me dejó más preocupada aun. ¿EN peligro? ¿Estaba en peligro?. ¿Qué iba a hacer él?. Me daba miedo pensarlo.
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JUGANDO A JUEGOS DE MAYORES
RomanceAlejandra es una niña bien, estudiante de periodismo guapa que le gusta mucho salir por la noche. Pronto descubrirá que enamorarse de mafiosos no es un juego y que en ocasiones los amores mas reñidos, son los más pasionales al final.