CAPITULO 17

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            Nos fuimos a la pista a bailar. Estaba inmersa en una especie de espacio, de dimensión superior a mí. Todo giraba a mí alrededor, pero totalmente ajeno a mí. No tenía noción de tiempo, ni de temperatura, ni de nada. No existían los problemas para mí. Había llegado a un estado mental totalmente fuera de mí, hasta tal punto que quería retroceder y estar en una condición un poco más calmado. Tenía el corazón a mil revoluciones y creía que me iba a estallar.

            Al rato, no sé realmente cuanto tiempo fue, aparecieron Eloy, Eduardo y Jaime. Me asuste, porque no quería que me vieran, pero era inevitable.

            - Tienes una cara rarísima Ale- dijo Eduardo- ¿Te encuentras bien?.

            - Creo que voy un poco mal- dije a gran velocidad- pero no pasa nada porque estoy muy contenta de que estés aquí, de que hayas venido ya, ¿sabes?. Porque me lo estoy pasando muy bien.

            - Le metí en la copa una pastilla y por mi culpa esta así. Pensé que al estar contigo Eduardo…..- Babi estaba pasándolo fatal.

            De pronto me puse a llorar. Eduardo estaba completamente alucinado.

            - Vamos tranquila, que estoy aquí y te voy a cuidar- dijo en tono protector, pero a mí no había nada que me calmase.

            - Quiero que me pare el pulso y el corazón, por favor Eduardo diles que paren.

            - Esta niña está muy mal- escuche que decía Jaime- hay que darle un tranquilizante, a su casa no puede llegar así.

            - Yo creo que tengo en el coche- interpelo Eloy- vamos ven conmigo a buscarlo.

            Ni siquiera sé porque me fui con él, pero mi cuerpo no obedecía a mis vagos pensamientos. Todo para mi transcurría en una especie de nebulosa. Llegamos al coche y realmente no sé bien lo que paso. Decididamente un valium no tenía. Empezó a cogerme e intentaba darme un beso. Yo con mis escasa fuerzas intentaba resistirme y zafarme de él.

            - Vamos preciosa, que se que lo deseas desde que me has visto.

            - ¡¡Déjame en paz!! ¡¡SUELTAME!!.

            No sé como conseguí salir de allí pero lo hice y me fui dentro otra vez. Ya era de día y el sol me hacía mucho daño en los ojos. Me acerque corriendo a donde estaban estos, a los dos minutos llego Eloy, fingiendo como si no hubiese pasado nada y diciendo que no tenía valium. Alguien dijo que eran las nueve y media de la mañana. Yo no podía ir a mi casa, porque mi madre estaría despierta ya y si me pillaba así me mataría.

            - Bueno yo me tengo que ir a Zenit- dijo Eduardo.

            - Nosotros nos vamos a casa- dijo Babi y Eloy asintió.

            Yo no sabía que iba a hacer pero me daba igual. Me fui a sentar mientras todos decidían que hacer. Empecé a sentir escalofríos, tenía mucho frío. De pronto alguien me cogió del brazo, muy suave y cariñosamente.

            - Vamos Ale, te vienes conmigo, no te preocupes.

            Levante la cabeza y era Jaime el que me hablaba con esa voz tan agradable y afectuosa. No le proteste, le cogí la mano y me fui con él. Eduardo me dio un ligero beso y se fue. Yo me  monte en el coche con Jaime.

            - Tengo que llamar a mi casa, mi madre va a estar preocupada.

            - No te intranquilices, ahora la llamas.

            El resto del trayecto fuimos los dos callados. Llegamos por fin a su casa. Vivía en un ático dúplex que por lo que pude ver me pareció muy bonito, sin ser ostentoso tenía clase, y lo que es más que me sorprendió de la casa de Jaime, era muy acogedora. Nada más entrar me dio ropa para que me cambiase y estuviera cómoda. Me dio un jersey y un pantalón de chándal, que me venían enormes pero estaba comodísima. Busco un valium y me lo dio. Ya estaba un poco más calmada, así que decidí llamar a mi madre. Le dije que me quedaba a dormir en casa de Cris y que no iría a comer. Discutí un poco con ella, ya que no le hizo demasiada gracia pero al final la convencí. Cuando colgué el teléfono ya estaba más tranquila por haber llamado a casa. Jaime se había cambiado de ropa y llevaba una camiseta y un pantalón corto de hacer deporte. La verdad es que tuve que reconocer que era guapísimo y tenía un cuerpo perfecto.

            - ¿Que te ha dicho tu madre?- me pregunto interesado.

            - Nada, estaba un poco cabreada. Gracias por todo lo que estás haciendo por mí- le dije sinceramente.

            Esperaba que me soltase alguna bordería, pero en cambio se limito a sonreír.

            - Anda vete a dormir, el valium te hará efecto en seguida. Vete a mi cama.

            - ¿Y tu donde duermes?.

            - Hay más camas pero no tienen ni sábanas ni mantas y tú estás muerta de sueño y de frío, no te preocupes.

         Me llevó a su habitación. Tenía una gran cama de madera natural con un gran edredón nórdico, que nada más verlo me ilumino la cara, ya que estaba muerta de frío. Me acosté en el momento porque estaba empezando a quedarme un poco traspuesta por el efecto del valium. Jaime se acercó a la cama y me tapó bien, se sentó en la cama. Quería tener los ojos abiertos, porque quería admirar aquel cambio producido en Jaime. Se me iban cerrando

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora