CAPITULO 26

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            Por la mañana nada más levantarme había una docena de rosas esperándome, con una tarjeta de Eduardo pidiéndome perdón. Con las rosas, excusas aceptadas.

            Aquella misma tarde quede con Eduardo para ir a merendar, ya que por la tarde tenía que irse, como no, a hacer algún negocio. También habíamos quedado en planear aquella tarde las vacaciones de verano. Fuimos al Vips una cafetería que estaba en el centro. El tenía una expresión extraña cuando me vino a buscar.

            - ¿Que te pasa?. Te veo rarísimo- le pregunté preocupada.

            - No nada es que se han presentado una serie de problemillas que no sé ni como resolver, pero no es nada no te preocupes- dijo intentando quitarle importancia, pero seguía con el semblante preocupado.

            - Me preocupo si es algo que te afecta, pero como sé que no me lo vas a contar pues ni siquiera insisto.

            - Necesito que me hagas un favor, porque ando demasiado liado y no voy a tener tiempo- me pidió

            - Dime. ¡Ya debes estar liado! porque para que tú le pidas un favor a alguien debe ser muy importante- dije

            - Es una bobada pero confío en ti y más que nada es que tengo a todos los hombres ocupados.

            - Dime lo que es- me presté voluntaria sin dudar un segundo.

            - Luego- me contestó- ahora dime tu lo que quieres hacer este verano, quiero que tengas unas vacaciones perfectas.

            - Pues la verdad me gustaría ir a la playa pero aquí en España. Estuve hablando con Cristina y Silvia y decían que querían ir a Ibiza, Así que la verdad es que me gustaría mucho ir y así estar también con ellas. Necesito estar un poco con mis amigas.

            - Me parece estupendo porque yo no voy a poder estar todos los días que estés tu de vacaciones, asi que si estas con tus amigas genial. Yo  iré los fines de semana o quizás cada dos o tres días.

            - ¿Por qué?- me quejé

            - Ya sabes nena los negocios.

            - Tú y tus negocios. Un día me voy a cansar de ellos- le dije enfadada

            - ¿Y de que viviremos tu y yo en un futuro?- me preguntó muy serio

            - Tu no lo sé, pero yo de mi carrera de periodista.

            - Ya sabes que no me gusta nada que hables así, como si en el futuro tú y yo no fuésemos a estar juntos.

            - Quien sabe cariño, nada se puede predecir. Nada es eterno.

            - Yo si lo sé, tú siempre estarás a mi lado- me contestó mirando muy fijamente con aquellos ojos azules casi transparentes.

            - Eso será si yo quiero- me gustaba dejarle claro que no era una posesión suya, a veces actuaba como tal.

            - No estés tan segura- replico de nuevo muy serio.

            - Cuando te pones así te odio Eduardo. Te pones insoportable. No sé cuantas veces te voy a tener que explicar que yo no soy una posesión tuya.

            Lo dije lo más calmadamente posible, para que no se notase lo nerviosa que me ponía cuando se ponía así. Me llegaba a asustar algunas veces con esa mirada tan fría, tan serena y tan segura sobre todo de que yo estaría allí, con él, para siempre, cosa de la que yo estaba menos segura cada día que pasaba a su lado.

            Al final me dijo que dejase lo de las vacaciones en su mano, que el contrataría la casa y lo demás y me dio un paquete de tamaño medio muy bien cerrado y me dio una dirección para que lo llevase diciendo que era de parte de Eduardo. Me dio dinero para los taxis y me pidió que se lo llevase esa misma tarde.

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora