A las 9.30 habíamos quedado como siempre para salir. Aquel día me vestí más discretamente ya que salía más en plan tranquilo. Me puse una falda negra corta y un jersey, blanco ajustado y con escote, de manga larga, y como no, mis botas altas negras. Habíamos quedado Cristina y yo con Silvia en Fiberwordl que estaba en el centro y que era muy barato, sobre todo los chupitos.
Me vino a buscar Cristina y nos fuimos para allí. Como todavía era pronto cogimos un autobús. Cristina iba con un vestido de lana negro corto y de manga corta también, ceñido al cuerpo. Nada más entrar en el Fiber nos encontramos con unos amigos de Cristina. Estuvimos un rato allí con ellos y con unos amigos suyos bebiendo chupitos invitadas por ellos por supuesto, solo eran chicos y se desvivían por hacernos felices a las dos, intentando de paso llevarse algo a la boca. Gracias a estos amables infelices que no se comieron un rosco, Cristina y yo salimos del local completamente borrachas. Estuvimos en un millón de sitios más y al final a las dos y media nos fuimos al Club con unas ganas tremendas de llegar. Fuimos todos juntos lo que era bueno porque así, entre paseo y paseo, tienes alguien con quien charlar. Nada más llegar me encontré con Jaime en la puerta. No iba vestido de traje como normalmente tenía que ir a trabajar. Llevaba un pantalón negro, que sin ser exageradamente ajustado le marcaba a la perfección la forma del cuerpo. Iba con una camiseta negra, que si le marcaba la forma del pecho y las formas cuadradas que se formaban en los abdominales. Encima llevaba una camisa preciosa de cuadros tipo leñador por fuera y dentro de ese aspecto desaliñado estaba impecable. Intenté pasar sin que me viera y evitar saludarle:
- Buenas noches preciosa- me dijo nada más verme.
- Ah! Hola Jaime no te había visto- contesté intentando hacerme la despistada
- Que bien mientes- me contestó con aquella expresión sarcástica que me desesperaba.
- Que pasa que hoy no toca vestirse bien?. No me darás la satisfacción de no trabajar hoy y tener que evitar verte.
- Para tu desgracia, si trabajo. Aunque sé que en el fondo no es una desgracia, porque te encanta venir aquí y verme- dijo acercándose un poco a mi.
Lo decía con una mirada tan irónica, que me dieron ganas de matarle allí mismo. Conteniendo mi furia, intenté deshacerme de él e irme:
- Mira Jaime de sobra sabes que no eres de mi agrado ni yo soy del tuyo, así que vamos a evitarnos malos ratos y a ignorarnos mutuamente.
- Pero si yo te ignoro eres tú la que viene a mi- dijo con una mirada inocente- y con las admiradoras no se puede ser antipático, sino luego lo pasan mal...
Le miré con tal ira en los ojos que se empezó a reír:
- Me encantan las chicas con carácter.
Dijo eso y se alejo riéndose. Yo me metí dentro queriendo matarle, degollarle y odiándole con todas mis fuerzas. Cuando entré al primero que encontré fue a Eduardo:
- Hola. ¿Qué tal?- le saludé
- ¿Dónde te metiste ayer?- me preguntó.
- Me fui a casa, porque estaba agotada, además todas mis amigas se fueron y no iba a irme a Zenit de colgada.
- Sinceramente me asombras.
- ¿Por qué?- contesté un poco perpleja, no había hecho nada extraño y estaba de bastante mal humor.
- Creo que eres la primera mujer que ha tenido la osadía de plantarme y rechazar mi invitación- contestó en tono sereno lo que hizo que me enfadara más de lo que estaba por mi conversación con Jaime.
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JUGANDO A JUEGOS DE MAYORES
RomanceAlejandra es una niña bien, estudiante de periodismo guapa que le gusta mucho salir por la noche. Pronto descubrirá que enamorarse de mafiosos no es un juego y que en ocasiones los amores mas reñidos, son los más pasionales al final.