Capitulo 9

1K 106 9
                                    


El sonido de golpes en la puerta principal provoco que mis sentidos volvieran a la vida. Estaba durmiendo plácidamente en mi cueva. Mi habitación es oscura debido a las cortinas gruesas que uso para bloquear la luz del sol. Gruñí al escuchar los golpes de nuevo.

¿Qué nadie piensa atender?

-¡Abran la puerta!- ordene. Cubrí mi cara con la sabana y puse una almohada para aislar el ruido.

De nuevo los golpes.

Bruno, quien dormía en mi habitación, se quejó. A la manera de un San Bernardo.

-Oye Bruno, ¿Por qué no ahuyentas al que este en la puerta?- El bufo, tomo una sábana con su hocico y se envolvió en ella. ¿Es enserio?- Perro holgazán.

Me senté y trate de hacer memoria. Lance una maldición. Mis padres saldrían temprano a una actividad en la escuela de los monstruos. Y Dylan se había quedado en la casa de un amigo.

Tal vez si le ignoro se vaya.

Silencio.

Suspire. Al menos había funcionado. Me acomode en mi cama y cerré los ojos.

El timbre sonó.

Que me tuerzan el eje.

-¡Ya voy!- Grite con fuerza. Lo juro, si son esas niñas exploradoras de la tropa doce... Más vale que esas niñas traigan una buena promoción en galletas.

Salí de la cama. Busque mi bata y me la puse. No me moleste en calzarme, ya era suficiente con mis calcetines. Baje las escaleras soltando un sin número de maldiciones a la persona que insistía en golpear la puerta. Seguro y ya había hecho un agujero.

Llegue a la puerta y abrí.

-Más vale niñas malcriadas que hayan traído galletas con nueces... -No termine la oración. No era necesario. Un monstruo ojos verdes me sonrió.

-Buen día.-Me saludo sonriendo. Con esa sonrisa suya que busca encantar a los demás. –Parece que adelantaste el día de las brujas, pareces un zombie.- Y ahí murió su encanto.

Entrecerré los ojos fulminándole con la mirada y evitando que la luz del sol quemara mis retinas. Apoye mi cuerpo en el contramarco de la puerta.

-¿Se puede saber que rayos haces en mi casa?- Pregunte. No pude evitar soltar un bostezo.

-Te escuchas adorable recién levantada gatita.- Rodé mis ojos.- ¿Qué no puede tu atractivo vecino venir a verte?- Su voz goteaba inocencia.- Vengo a pasar tiempo de calidad contigo.

Reí con ironía.- Eso, Aja. Y yo soy rubia teñida.- Tome el pomo de la puerta.- No vales mí tiempo. ADIÓS.- Sonrei. Cerré la puerta en su cara. ¿Fue una falta de respeto? No lo creo. Él se lo busco levantándome temprano todo un domingo.

-Lo olvidaste, ¿o me equivoco?- Fruncí el ceño. Que yo recuerde no. Abrí la puerta de nuevo.

-¿Olvidar que?- Alex fue más listo esta vez y entro a mi casa sin ni siquiera permitírselo. Culpo al sueño por el estado actual de mi cerebro.- Sal de mi casa idiota.

-Me parece que no puedo. Tenemos un trabajo que hacer ¿ahora recuerdas? Sé que es difícil prestar atención cuando estas a mi lado. No te preocupes lo entiendo.

Me reí.

-Nope. No quiero tener que soportarte más de lo necesario.- bostece.- Sal antes de que pastee tu trasero fuera. O llame a la policía. Si es que queda algo de ti que recoger.

Orgullo, Sam, OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora