Capitulo 45

544 47 2
                                    


Dejare esto por aquí... espero les guste. Con cariño D'ma.

La puerta fue abierta sin cuidado, por una mujer mayor. Se disculpó al notar que casi le estrellaba el vidrio en la cara. Él le sonrió y le aseguro que no había nada de qué preocuparse. Ella se disculpó nuevamente antes de cruzar a su lado.

Miro hacia la puerta. ¿Debería entrar?

No estaba cómodo.

Estaba aterrado.

Nervioso.

Era capaz de escuchar los latidos de su corazón golpear con fuerza en sus oídos. Sus manos temblaban. Decidió meter las manos en su bolsillo en un intento de ocultar su nerviosismo.

Si sus suposiciones eran ciertas y ella sabía la verdad...

Todo acabaría.

Y él no estaba listo para ello

Escaneo el lugar en busca de una melena castaña. Ella se encontraba en la mesa más alejada del café, disfrutando de un vaso de té, ajena a su llegada.

Trago su miedo y con decisión fue a enfrentar a la chica. Cuando llego a la mesa, ella le ofreció una tímida sonrisa. Cualquiera habría podido confundir el gesto con amabilidad, pero el sabia más que eso. Ella no era amable. Era estratega. Tenía en sus manos la carta que podía arruinar su juego por completo. Arruinar su felicidad.

—Te tomo mucho tiempo. —dijo ella. Con un movimiento de cabeza le invito a sentarse. Él lo hizo.

—No es que me apasione tener esta conversación.

Ella asintió. —Sabes que es necesario.

— ¿Necesario para quién? ¿Para ti? No estoy de humor para una entrevista que seguro publicaras en el diario escolar.

Ella frunció el ceño. Luego dejo salir un suspiro. Estaba molesta. Él podía notarlo en la dureza con la que lo miraba. — ¿Te parezco el tipo de chica que disfruta del sufrimiento ajeno?— pregunto ofendida. Él se encogió de hombros. A estas alturas no estaba del todo seguro. Ella negó con una sonrisa. — Eres bueno escondiéndote. Me sorprende que hayas podido ocultar quien eres en realidad.

—No soy dos personas diferentes. He sido la misma persona durante dieciocho largos años. Pero tú no me conoces por tanto tiempo.

-Ahí es donde te equivocas. — Coloco un sobre frente a él. —Hoy por hoy, quieras o no, estas tan expuesto al mundo que es difícil tener un poco de privacidad.

—Lo dices como si supieras realmente lo que pasa allá afuera.

—Es porque lo sé. Anda ábrelo. Después podrás negarme todo lo que quieras pero ambos sabemos la verdad.

Vacilante, abrió el sobre. Sin olvidar la posibilidad de que cualquiera de los documentos estallara en sus manos, leyó detenidamente.

¿De cuándo a cuando era tan dramático?

La constante exposición produce contaminación, habría dicho ella.

En otras circunstancias el pensamiento le hubiera arrancado una sonrisa.

No esta vez. No bajo el escrutinio de la castaña. No cuando la realización lo golpeaba duro contra el suelo, y ahogaba la chispa de esperanza a la que se había aferrado desde el momento en el que recibió los mensajes.

—Puedo preguntar... ¿Qué te llevo a indagar en mi vida privada?

Ella pareció pensarlo. — Déjame ponerlo fácil. — dijo. — ella me lo pidió.

Orgullo, Sam, OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora