Capitulo 47

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Mi corazón era desgarrado poco a poco. Lagrimas amenazaban con brotar de mis ojos. La culpa carcomía lentamente la poca cordura que me quedaba.

¿Por qué no me di cuenta antes?

¿Cómo pude ser tan egoísta?

Apenas y podía distinguir lo que sucedía a mí alrededor. Mi cerebro no procesaba la información. Sentía como si esto no me podía estar pasando. No a mí. No a mi bebe. Mi mejor amigo.

Alguien sostuvo mi mano con fuerza. Era Dylan. Sus ojos estaban manchados en preocupación. Él sabía que era grave. Hizo un intento amargo de sonrisa.

—Todo saldrá bien. — mintió. — Él va a estar bien. Es fuerte.

Seguio diciendo mentiras. Más para sí mismo. Ricky y Ryan estaban en casa de los abuelos, les avisaríamos una vez el medico diera alguna noticia. Mamá hablaba con una enfermera. Supuse que estaba buscando algún tipo de distracción. Papá había entrado al quirófano con él y el equipo médico.

¿Qué haría si él no lograba sobrevivir?

¿Qué sería de mí sin mi amigo?

¿Por qué él tenía que pasar por esto?

Había sido un buen chico, me había acompañado en las buenas y en las malas. Había estado conmigo en los peores momentos. Era mi compañero de travesuras.

—Debes entender que el promedio de vida es de trece a quince años. Bruno tiene casi dieciséis. Está en sus horas extra, princesa.

—Ya lo sé. — Le espete con dureza. — Lo sé. No debes repetirlo.

Dylan asintió.

La puerta de recepción se abrió. Mire esperanzada. Pero no era nadie importante.

— ¿Cómo sigue? — Pregunto Will.

— Es un problema cardiaco. Entro al quirófano. El Dr. Noble, no está seguro que vaya a sobrevivir.

— Ya veo. ¿Fue repentino?

Dylan negó. — El doctor dice que es posible que su corazón se haya ido deteriorando. Era difícil saberlo. Un perro con una vida activa no se deteriora visiblemente. Él luchó hasta el final.

—No hablen de él, como si estuviera muerto. — Tome la mano de Dylan con fuerza. — El solo está enfermo. Necesita que seamos fuertes por él.

—Nena, lo siento tanto.

—No lo lamentes. El estará bien.

Comencé a mentir, para mí misma. Parece que todos éramos unos mentirosos en situaciones de dolor. No estábamos aferrando a una esperanza para mantener la cordura.

La puerta del consultorio se abrió. Esta vez fue Papá quien salió. Lucia abatido. Intento sonreírnos. Pero el gesto fue más doloroso que motivador.

—Está durmiendo. — dijo. — Mañana sabremos más de él. — Luego añadió. — El doctor no cree que pase de esta noche. Lo siento.

El resto de la noche fue más dolorosa. Cerré mi habitación, puse el seguro y comencé a ordenar todo. Estaba totalmente segura que Bruno regresaría. Tenía que hacerlo. Y como estaba segura que regresaría, tenía que ordenar mi habitación. Aquí cuidaría de él, como a un cachorro. Acomode todo. El tiempo pasó sin llamar mi atención. Cuando termine, eran cerca de las dos de la mañana. Hubo un golpe n mi ventana.

Hice a un lado las cortinas. Quite el seguro y deje que Alex entrara. El escaneo la habitación y luego me observo detenidamente. — ¿Qué necesitas?

Orgullo, Sam, OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora