PARTE 3

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Parte 3: Cuando el idiota deja de ser un problema. (Claro, como si eso fuera a suceder)

—Hay algo raro en ti. — señalo Jazz atreves de la pantalla.

—Soy la misma de hace un día. No es como si algún extraterrestre hubiera succionado mi cerebro. — por alguna razón la idea me hizo sonrojar.

—Hmm. No es eso. Hay un aura extraña a tu alrededor.

— ¿Cómo puedes siquiera saberlo? Es un video chat.

Jazz miro intensamente a través de la pantalla. Lu rio.

—Creo que Jazz tiene razón, Sam. Hay algo extraño en ti el día de hoy. Ayer estabas algo, no sé, deprimida. Y hoy estas prácticamente radiante.

—NADA. Solo comí un helado y mi vida cambio. — me defendí.

—Está inventando excusas. — dijo Lu.

—Seguro esconde algo. — Jazz sonrió.

—Crees que tenga que ver con Alex. — inquirió Lu.

Mis ojos se abrieron como dos platos de la vajilla de mi Mamá. — ¿De qué demonios están hablando? No pueden dejar a Alex fuera de esto por una vez en su vida

Jazz sonrió. —Notaste que lo llamo por su nombre, y no por un insulto de su base de datos.

Lu aplaudió. — ¡Sí! Esto es prometedor.

—Estoy aquí y puedo escucharlas. Están exagerando sobre una tontería. Alex...el idiota no tiene nada que ver aquí.

—Sus ojos brillan cuando dice su nombre, ¿crees que...?

—NO OCURRIO NADA ENTRE ALEX Y YO. ABSOLUTAMENTE NADA.

— ¿Quién dice que ocurrió algo entre ustedes? — Jazz elevo ambas cejas de manera sugestiva.

Deje escapar un suspiro. — Ustedes son un par de amigas estropeadas. Debo buscar nuevas amigas...

Mi teléfono sonó. Era una llamada de Alex, chille espantada y cerré mi laptop. No importando la conversación que había dejado a media con mis amigas.

— ¿Tan rápido extrañas mi presencia? — bromee. — Eso es muy desesperado de tu parte. — dije intentando sonar relajada.

—Creo que robaste mi línea, debería demandarte por derechos de autor.

—Ja. Tu ego no te dejaría hacerlo, ya sabes, te la pasas diciendo yo soy el mejor en esto, el mejor en lo otro. Sinceramente deberías darte un respiro. Es demasiado abrumador.

—Pero es que soy el mejor. Y tú lo sabes, has sido testigo de mi genialidad.

— ¿Disculpa? — Me tire en la cama, sonriendo. — Creo que hoy te inyectaste demasiado ego por la mañana. Espero no mueras por sobredosis.

—Me extrañarías demasiado, ¿verdad?

—Claro. Porque sin ti mi vida no tendría sentido.

—Es bueno que lo aceptes. Es un gran paso. ¿Sabes aun me parece surrealista?

Enarque una ceja. — ¿El qué?

—Ya sabes, lo que ocurrió esta mañana...

— ¿El que haya dormido en tu cama... o el que te haya besado?

Alex rio. — Ambas. Aunque estoy seguro que fui yo quien te beso.

—Hombres, no pueden aceptar que una chica tome la iniciativa, ¿no?

Orgullo, Sam, OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora