Capitulo 11

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Alex fastidia demasiado. Pero creo que es algo natural en él. Sip. Al chico seguro lo criaron los ocelotes. No ha aprendido a convivir con los humanos. Ayer tiro de mi silla justo cuando me deje caer para sentarme. Mi trasero se golpeó fuertemente en el suelo. Creo que tengo un morete allí abajo por su culpa.

Maldito.

Lo que me recuerda que aún no me he cobrado su pequeña broma de la semana pasada. ¿Alguien recuerda lo que me hizo? Me tiro una sustancia verde. ¿Y el cree que yo lo voy a olvidar?

Iluso.

Tenía un plan para enseñarle a no meterse conmigo. Lo haria sufrir un buen tiempo. Despues de todo el fue quien inicio.

*****

Me encontraba en el área de lavandería. Era el único lugar con acceso al sótano. Toque la puerta frente a mí. Era Rectangular, color blanco con un rotulo de "Peligro". Una puerta inofensiva. La puerta se abrió y un monstruo rubio salió. Se apoyó en el marco de la puerta mientras sostenía con una mano el pomo de la misma.

-¿No crees que es demasiado temprano para obligarnos a dormir? Mamá y Papá no están y Dylan salió hace una hora.-Rodé mis ojos.

-No vengo a eso Ricky. Necesito...

-¿Necesitas?- Ricky enarco una ceja y me presiono. Suspire. En condiciones normales, no les pido ayuda a los monstruos. JAMÁS. Pero estuve pensando en esto todo el día y realmente necesito ayuda profesional.

-Necesito que me ayuden.- Silencio. Ricky me miro sin expresión alguna en su cara. Antes de que pudiera reaccionar cerró la puerta en mi cara. Procese lo que acababa de suceder y me enfurecí. ¿Cómo se atrevía? Trate de abrir la puerta y la golpee con más fuerza. -Abre monstruo o...

La puerta se abrió despacio. Todo estaba oscuro a excepción de las escaleras. Los escalones brillaban uno a uno con diferentes colores. Este lugar es muy distinto cuando los monstruos están aquí abajo. Si vienes y ellos no están solo ves un sótano, si acaso logras ver algo.

Ellos saben cómo cubrir sus huellas.

Baje despacio los escalones hasta que llegue al sótano. Todo estaba oscuro. Llame a los monstruos y una bombilla se encendió al fondo. Me gire. Iluminado por una bombilla había un escritorio de madera y una silla de cuero negra. Me acerque al escritorio. Un leve sonido se escuchaba a lo lejos. ¡Esperen! ¿Era música de fondo?

-Así que necesitas la ayuda de los hermanos.- Dijo Ryan. Él estaba sentado en la silla pero solo podía ver el respaldar de esta. Sip era música dramática como en las películas.- ¿Eres consciente de lo que implica la ayuda de los hermanos?

-Ryan deja las estupideces y gírate. No tengo todo el tiempo...-Ryan se giró y planto un puño en el escritorio.

-No hay Ryan aquí. Te diriges a nosotros como los hermanos. Tú eres la necesitada aquí. Seguirás las reglas de los hermanos y las condiciones impuestas.- Unió ambas manos en su regazo.- Eso, si quieres nuestra ayuda.

Los monstruos están viendo demasiadas películas de mafia últimamente. Decidí seguirles la corriente. Ryan tenía razón en algo, necesitaba su ayuda. Por mucho que detestara admitirlo.

-¿Qué tipo de ayuda necesitas de los hermanos?- Pregunto Ryan. Saco un gatito de peluche y comenzó a sobarlo. El gato de Joy, pelusa, sentiría envidia en estos momentos. Ricky apareció de la nada y se paró al lado de Ryan.

-Vengarme.- Ricky anotaba en su cuaderno.

-Fantástico. La venganza se sirve fría en bandeja de plata.- Dijo Ryan.- Ese es el lema de los hermanos.

Orgullo, Sam, OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora