Capitulo 43

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Todos dormían. Los consejeros ya habían hecho el chequeo nocturno para asegurarse que todos los campistas estuviesen en su cabaña cerca del quinto sueño. Baje de mi camarote y busque la mochila que ya había ocultado en mi cabaña. Con mucho cuidado, retire la malla de la ventana y salte.

Una vez fuera, me escabullí por el bosque a la cabaña de los chicos. Probablemente la forma más fácil y normal para llegar era atravesando el pabellón, pero no podía arriesgarme a ser atrapada por la patrulla nocturno. Me había tomado un tiempo para leer el manual del consejero de mi cabaña, (robarlo había sido tan fácil), y sabia con exactitud cuál era el sistema de patrullaje. Solo había requerido un poco más de esfuerzo de mi parte, y sobornos acaramelados, saber con exactitud cuáles serían los turnos para esta noche.

"El conocimiento es poder" suele decir mi Madre, anqué no estoy tan segura de que le alegre mi manera de utilizarlo. Meh... simple conveniencia.

Llegue a la cabaña de los chicos. Ugh, desde donde me encontraba parada podía sentir la peste de las bestias. ¿Por qué los chicos huelen tan mal? Vivo con cuatro chicos y son todos desagradables. En especial mi primo, él es una cucaracha.

Arroje dos bellotas, esperaba que mi cómplice no hubiera olvidado el plan. O estuviera tan asustado que se hubiera arrepentido.

El niño era un cobarde. Me dispuse a lanzar otras mil bellotas, cuando un extraño tomo mi mano. ¡Rayos! Me atraparon.

Shhh. Si sigues lanzando bellotas los despertaras.

Me gire y sonreí ampliamente al ver su rostro, en realidad solo vi sus enormes anteojos. — Creí que te habías arrepentido.

El chico me miro, claramente ofendido. — Te dije que vendría. No iba a perderme esta oportunidad.

Meh. Tenía mis dudas. Los chicos no suelen ser dignos de mi confianza.

Puedes confiar en mí, pertenezco a los scoutts. — Alzo la mano como símbolo de su juramento.

Te tomare la palabra. ¿Has traído todo?

El chico acomodo sus gafas después de asentir. Me llevaba una cabeza de alto. — Traje todo lo de tu lista, e incluí un botiquín de primeros auxilios. — ¿Qué cosa dijo? — Por seguridad, Sam. Tú no sabes que accidente puedes tener en la naturaleza. Es mejor estar preparado.

Empuje una rama — Nope, yo soy una chica de acero. Nada puede dañarme. — Solté la rama, la cual golpeo al chico de los anteojos.

Eres una niña con demasiada fe en ti misma para tener solo diez años.

No soy una niña. Cumpliré once en noviembre. ¡Soy casi una preadolescente!

Para eso falta mucho...­—Puse mi mano sobre su boca.

Deja el tema o me asegurare de dejarte a ti colgando de una rama.

Anotado. Eres muy agresiva. — se burló.

No me tientes.

Caminamos una eternidad. Y cuando digo una eternidad, es realmente una eternidad. Me preguntaba si el torpe sabía dónde nos llevaba, porque lo que era yo, venia perdida desde que habíamos dejado su cabaña.

¿Ya llegamos?

Es la quinta vez que lo preguntas. — respondió con aburrimiento. Seguramente ya o había sacado de quicio, eso me hizo feliz.

Orgullo, Sam, OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora