Gruñí. Gruñí de nuevo. Grite frustrada. No lograba que el ejercicio de cálculo coincidiera con la respuesta de la parte posterior del libro. Se avecinaba una catástrofe. El fin de mi existencia y todo lo bueno de esta vida desaparecerían si no sacaba al menos un notable en este examen. Reprobaría el semestre.
Necesitaba ayuda... y urgente.
Lu era mi mejor opción, pero en semana de exámenes era imposible dar con ella; Estudiar con Jazz y Jacob era como lanzarme a mí misma al vacío, por obvias razones; Will y Dylan eran un par de idiotas con altas dosis de testosterona.
Mis opciones se reducen al cerebrito de mi clase...
¿Desde cuándo se había convertido en un mal necesario? Cuando antes, ni recordaba su pobre existencia. Ahora, me debatía entre llamarle en busca de ayuda o resignarme a obtener una mala calificación. Mi tercera opción es utilizar la escopeta que esconde Papá en el estudio.
Decisiones difíciles señores.
Cogí mi teléfono, el metal era frio al tacto. Marque el número, pero justo antes de presionar el teléfono verde, vacile.
Mi yo interior se niega a tirar la toalla tan fácilmente. No necesitaba del idiota, podía terminar los ejercicios por mí misma.
Por otro lado la voz de la razón (que no suelo escuchar muy a menudo por aquí) insiste en hacerme cree que si no le llamaba era probable y posible que reprobaría a lo grande.
Y si reprobaba no me graduaría.
Y si es que sobrevivía a la ira de mis padres, tendría que buscar empleo en algún tipo de banda, seguro con mi talento encontraría mi lugar fácilmente, y en un par de años estaría sentada en mi yate tomando una refrescante limonada. Y luego la vida cobraría mis malas acciones y tendría que pagar mis deudas vendiendo mi yate.
Y no pensaba perder mi yate. Así que, trague mi orgullo y telefonee a Alex Black. Después del segundo timbre, Alex tomo la llamada.
— ¿A qué se debe el honor?— dijo con fingida sorpresa. — Ya se. Al fin haz aceptado que extrañas mi presencia.
¿Por qué no puede contestar como un ser inferior normal?
—No tengo tiempo para que te hagas el payaso conmigo, Black. Esta es una llamada de negocios.
—Suena serio. — se burló. Masajee mi cabeza, muy frustrada. Todo sea por tu yate Sam. — ¿Qué puedo hacer por ti?
—Calculo.
— ¿Disculpa?
—Calculo. Mi problema es Cálculo.
— ¿Te está tomando mucho esfuerzo, Sam? Anda, dilo de una vez.
—Me está tomando mucho esfuerzo no mandarte a la mierda, Black. LA ESTUPIDA MATERIA ESTA ACABANDO CON MI VIDA. Estoy en un aprieto. —Alex rio. — No es gracioso. ¿Por qué te ríes?
—Nada, nada. Mira, cruza la calle y espera en mi casa, llegare en veinte...— Un bullicio de personas y el estallido de dos objetos de metal impactando lo interrumpió. — Debo colgar. — Y eso hizo.
Fulmine a mi teléfono. — ¿Dónde murió la cortesía? — Apoye mi cabeza sobre la almohada y suspire.
No fue tan difícil, pudo haber sido peor. Solo deje la mitad de mi dignidad en esa conversación.
Que decepción.
Quince minutos después me encontraba frente a la puerta principal de los Black. Jamás había estado en este lugar, al menos no de día. Me invadieron los recuerdos de la noche en que los monstruos y yo le gastamos una pequeña e inocente roma a Alex.
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Orgullo, Sam, Orgullo
Teen FictionOrgullosa hasta la medula, más un carácter explosivo, es igual a : Sam. Una adolescente cuyas únicas pasiones son las bromas, el skateboard y los dulces. Para una adolescente promedio, Sam vive una vida medianamente normal. Con padres incomprens...