Capitulo 49

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— ¿Qué demonios significa?— Pregunte por segunda vez. Alex estaba petrificado. Acababa de soltar la mierda más grande del mundo. Me tomo del brazo y me llevo casi a rastras al estudio cerrando la puerta fuertemente detrás de nosotros.

Pero la pregunta ya había sido contestada antes de ser formulada.

Alex era Owen. Mi antiguo amigo del campamento Macaw. Mi compañero de travesuras. El chico al que de pequeña considere mi mejor amigo. Hasta que metió la pata.

—Puedo explicarlo.

—Mierda, espero que sí. Porque no pareces muy sorprendido, aterrado y constipado tal vez, pero no sorprendido. Lo sabías desde un principio.

El negó. — No al principio. Cuando nos conocimos creí haberte visto en algún otro lado, pero lo descarte al no tener nada en concreto. — Presionaba sus nudillos, nervioso. — Fue hasta que fui a tu casa y observe una fotografía tuya. Tendrías unos once años, pero me di cuenta que eras la misma chica del campamento.

—Increíble. Yo no puedo con esto. Estoy furiosa y planeo sacarte los ojos de la cara. — Salí del estudio y corrí hecha una furia, importándome poco lo que los demás llegaran a pensar de mí. Me detuve en el jardín, para asegurarme de que el idiota había captado el mensaje y me hubiera seguido hasta afuera. Por fortuna así lo hizo. — Ahora suéltalo.

El asintió. Se sentó en el césped y palmeo el lugar a su derecha. Me tumbe a su lado, esperando. — Recuerdas la broma que me obligaste a hacer. — dijo. Rodé los ojos.

Aquí vamos.

*****

Recuérdame por qué razón estamos aquí con dos galones de jarabe y crema batida en medio de la noche. — Rodé mis ojos y suspire frustrada.

Porque tú y yo nos vengaremos de la pelirroja y sus secuaces.

¿por qué yo?- Owen negaba con la cabeza. — Tú y tu venganza. Necesitamos trabajar en tus impulsos. O de lo contrario, terminaremos en la cárcel por tu culpa Sam.

Cobarde. —Lleve uno de los galones de jarabe en mis brazos hasta la ventana de la cabaña ocho. — Solo vigila que no se acerque ningún consejero.

O la Mamá de Joanna.-aporto sonriente.

En especial su madre. No puedo creer que un engendro del mal haya salido de una mujer tan buena. — Ambos nos sacudimos perturbados y yo hice una mueca al pensar en ello.

Creo que voy a vomitar. — Le di un golpe a Owen.

Shhhh. Calladito. Vomitas después, ahora es momento de la dulce venganza. — Subí por la ventana y entre a la cabaña. Todo está muy oscuro y las brujas estaban durmiendo. Seguramente soñando con escobas y masacres de murciélagos.

Regué el jarabe por todo el suelo y en algunas prendas por aquí y unas pertenencias por acá. Me acerque a la ventana y le pedí a Owen la crema batida. El me la dio sin refutar aunque por su expresión sabía que estaba reprochándome todo.

Es hora de ser artista.-susurre para mí. Cinco cabezas fueron lienzos de mi arte. Saque mi móvil y le tome una fotografía a cada una. Necesitaba un recordatorio de mi hazaña, hoy en día no obtienes diversión de los mismos lugares de antes. Estos son los momentos que, orgullosamente, vale la pena recordar.

Ahogue una carcajada. Era demasiado buena. Salí de la cabaña con éxito. Owen aun vigilaba, al escuchar mis pasos se giró y levanto la cabeza interrogante. — Hecho. Mañana no sabrán quien les golpeo.

Orgullo, Sam, OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora