Capitulo 31

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Amarre mis zapatillas y salí por la puerta trasera con mucho cuidado. Mis padres recién habían recibido mi reporte de conducta. Ahora, se supone que ellos no debían recibirlo. Básicamente me había desecho de todas las copias. Y con ayuda de los monstruos habíamos revisado los correos de ambos para eliminar cualquier prueba de su existencia.

Después de todo, esos dos son unos viles demonios.

De todas maneras, los idiotas no fueron capaces de detectar un fallo en todo el plan.

Mamá había solicitado una copia a su oficina.

Y como adivinaran ella no estaba para nada feliz con el resultado. Solo diré que mi madre estallo como un volcán y nos castigó con una tortura en el infierno.

Sip, a todos.

Solté un suspiro y salte la verja que dividía mi casa de la del vecino. Caí de manera triunfal y Salí al patio delantero, donde Alex me estaba esperando.

El imbécil tecleaba ferozmente sobre la pantalla de su teléfono con el ceño fruncido. La imagen frente a mí me hizo vacilar. Jamás había visto a Alex con esa expresión. Lo había visto furioso, engreído y arrogante, rebosante de alegría y concentrado pero jamás así... ¿preocupado?

Alex alzo la vista y al verme su semblante cambio totalmente. — Ya era hora de que aparecieras. — dijo mientras guardaba su teléfono en el bolsillo de sus vaqueros.

—Hasta hace poco enviaste el mensaje.

—No. Lo envié hace más de media hora. Me tienes esperando como estúpido desde ese tiempo.

—Te recuerdo que estoy castigada. — Rodee el auto y abrí la puerta para entrar. — No es tan fácil salir de la prisión.

—Ah, Hubiera sido interesante presenciar a una fiera como tu siendo adiestrada. — se burló.

Le lance una mirada cargada de odio mientras abrochaba el cinturón. —Harás que me arrepienta de haber puesto un pie fuera de casa.

—Lo dudo. — dijo. Encendió el auto y las luces del tablero se encendieron y lo hecho a andar. Encendí el estéreo y busque una emisora decente antes de que Alex me torturara con su apestosa música. Alex arqueo una ceja. — ¿Linking Park?

—Vaya, me sorprende que alguien como tu sepa quiénes son.

— ¿Alguien como yo?— su voz cargada de falsa sorpresa me hizo bufar.

— ¡Oh vamos! No finjas inocencia conmigo, Black. Sabes de lo que hablo.

—Siendo sincero, lo ignoro. — confeso. — Pero me encantaría saber qué tipo de persona soy en tus ojos, Sam. — abrí mi boca pero la cerré de inmediato. ¿Quién era Alex Black para mí? Una pregunta para la cual no tenía respuesta. ¿Me importaba? No lo sé. ¿Le tenía aprecio? Obviamente no. ¿Lo detestaba? Con todo mi ser. Pero entonces porque me encontraba camino a quien sabe con él al volante.

¿Por qué había aceptado su invitación? Me había propuesto alejarme totalmente de él. Pero algo en sus ojos y en su manera de actuar te invitaban a confiar.

Y ese era el problema. Se me hacía difícil confiar en Alex. Algo en su manera de ser me frustraba, no estaba segura si era su actitud, su constante alegría u optimismo. O la manera en la que busca incansablemente en hacerme sonreír.

No sé quién es. Y creo que ese es el problema, no quiero llevarme una decepción.

No de nuevo.

Orgullo, Sam, OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora