Espero su respuesta, lleva unos segundos observándome.
-Te voy a ser sincero – asiento temiéndome lo peor – Pensaba que si, que me estaba convirtiendo en alguien como él, y por una parte me daba igual, lo había asimilado. Pero luego apareciste tu, y me hiciste remplantearmelo todo, y aquí me ves ahora, sentado en una cafetería con una chica preciosa a la que intento mantener a mi lado – Sonrío al escucharlo – Ahora sé que no, no me estoy convirtiendo en alguien como mi padre, el nunca haría lo que estoy haciendo yo.
-¿Y qué es exactamente lo que estas haciendo? - pregunto tímida pero a la vez coqueta.
-Luchar por ti, preocuparme por alguien más que no sea yo.
Agarro su mano que esta posada en la mesa y me sonríe.
-¿Te apetece dar un paseo? Parece que ya no llueve – propone él, miro por la ventana para ver el tiempo, esta algo nublado, pero mucho mejor que una hora atrás. Asiento.
Paseamos por las calles de Oregon, cada día me gusta más esta ciudad. Hablamos de muchas cosas, y la verdad es que disfruto mucho en su compañía. Es gracioso, pero sin perder su encanto misterioso, ese que llamó mi atención desde el momento que lo vi con sus gafas de sol a la salida de mi universidad.
Llegamos a un parque donde hay una madre con dos niños y unos ancianos. Sean coge mi mano y me lleva a un gran árbol, acto seguido se sienta en suelo. Al ver que no me siento junto a él me hace un gesto con su mano, invitándome a unirme. Pongo una mueca y a mi pesar me siento, digo a mi pesar porque se que me voy a acabar manchando la ropa.
Sean y yo observamos a la poca gente que se encuentra en el parque, en silencio, pero no un silencio incomodo, todo lo contrario, uno relajante.
Pasan unos minutos hasta que volvemos a hablar.
-Tu vida ha debido de ser dura – digo pensando en todo lo que me ha contado.
-Y por la conversación que tuvimos en tu casa deduzco que la tuya tampoco ha sido muy fácil.
-Supongo que nadie tiene una vida perfecta, aunque mucha gente lo aparente – eso es algo que siempre me he planteado, ¿habrá alguna persona sin ningún problema, con una vida perfecta?
-Estoy de acuerdo. - Sean me sonríe y yo siento que me derrito allí mismo, ¿cómo puede existir una persona tan perfecta? Siento que cuando estoy con el todo a mi alrededor deja de tener importancia, somos solo él y yo.
-Sean – llamo su atención, él me mira tiernamente, al parecer su fría expresión ha desaparecido - ¿Te gustaría acompañarme a San Diego el próximo fin de semana?
No se muy bien por que he preguntado eso, es una idea que se me acaba de pasar por la mente y simplemente lo he soltado. Es raro ya que quería hacer ese viaje para despejarme, pasar unos días con Louis y visitar a mi madre. Pero creo que sería como la prueba de fuego. Pasar unos días con él, el viaje en carretera y demás, supongo que después de eso sabré si estar con él es lo que quiero.
-¿A San Diego? - Sean parece bastante sorprendido con mi propuesta.
-Si, ya sabes, mi antiguo hogar. Desde que me fui me he estado sintiendo muy culpable por lo de mi madre, la dejé en ese centro sin siquiera plantearme si iba a estar bien o como le afectaría, y creo que hacerle una visita no estaría nada mal. Además así podrías conocer a Louis, mi mejor amigo, y por supuesto para que pasemos más rato juntos, conocernos... - hablo sin mirarle a la cara ya que soy bastante tímida y puede que piense que estoy yendo muy deprisa...
Sean hace que le mire moviendo mi cara con su mano.
-Me encantará acompañarte – inmediatamente sonrío – y así si veo al gilipollas de tu orientador podré darle una paliza. - Río ante su comentario, pero al ver su sonrisa sospecho que va muy en serio.
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Autumn
Teen FictionGrace una chica con sueños e ilusiones. Sean, un chico sin futuro ni esperanza. ¿Cómo dos personas tan diferentes pueden encajar tan bien juntas? Juntos se enfrentaran a muchos retos, su vida no será fácil, pero el amor es más fuerte que...