Capítulo 35

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En la recepción se alegran de vernos, al parecer mi madre no ha recibido ningún tipo de visita desde que entró interna. Las palabras de la recepcionista me hacen sentir incómoda y a la vez culpable.

-Siempre es muy recomendable que los pacientes reciban visitas, es una forma de terapia. Al sentirse queridos aumentan las ganas de recuperarse.

Yo no doy ninguna explicación del por qué no visito a mi madre, simplemente asiento y voy a donde nos indica.

Entramos en un gran pasillo, donde nos espera un hombre de mediana edad, vestido con una bata blanca y larga.

-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles? - pregunta cordial y profesionalmente el hombre.

Nos conduce hasta la habitación 102, la de mi madre. El doctor llama a la puerta y entra sin esperar a que digan "pasa" o algo por el estilo.

-Señora, dos jóvenes han venido a verla – informa.

-No quiero ver a nadie – escuchar la voz de mi madre me estremece, y el hecho de que no quiere verme también.

El doctor se gira hacia nosotros.

-Es normal mostrar cierta hostilidad – ambos asentimos – pueden pasar, voy a enviar a uno de seguridad para que se quede junto a la puerta, si en cualquier momento la paciente se vuelve violenta, él intervendrá.

Yo doy el primer paso y entro en la habitación, Sean no se separa de mi en ningún momento. Lo primero que veo al entrar es la cama en la parte derecha de la habitación, un escritorio a la izquierda y una silla delante de la ventana, en la cual se encontraba mi madre sentada, dándonos la espalda.

-Hola, mama – es lo primero que digo, pero no recibo respuesta alguno. Miro a Sean con cara preocupada, pero su pequeña sonrisa y apretón de manos me dan el valor para acercarme a ella.

-Soy yo, Grace.

Ella dirige su mirada en mi dirección para segundos después desviarla de vuelta a la ventana, sin mencionar una palabra. Sean se sitúa a mi lado, en el campo de visión de mi madre, por lo que ella vuelve su mirada de nuevo hacia nosotros, más bien hacia él.

-¿Quién eres tu? - pregunta con cierta grosería.

-Soy Sean, un amigo de su hija, es un placer señora – él habla cortés y no me extraña ni molesta que me haya descrito como su amiga. La noche anterior decidimos que era mejor no mencionar nuestra relación ya que sé con total certeza que mi madre no se lo tomaría bien.

Ella se limita a asentir y volver, de nuevo, la vista a la gran ventana con vistas a uno de los jardines de la residencia.

-Me siento muy decepcionada, Grace – me sorprende escuchar a mi madre con una voz tan neutra e indolora, pero me sorprenden más sus palabras. - Abandonarme aquí mientras tu estas en Oregon viviendo a las casitas con tu padre y la tía esa. Haciendo amigos – cuando pronuncia esta última frase le da un tono agudo en forma de burla y desaprobación.

-Mamá, yo no te he abandonado, esto era necesario – no recibo ninguna respuesta, lo que me pone de los nervios - ¡por Dios, acabaste en el hospital! Y además, ¿qué esperas, que renuncie a toda mi vida por ti?

-Tu hermana lo habría hecho.

Me quedo en blanco, sin saber que decir, sabiendo que diga o haga lo que sea, no servirá para nada.

Sean me mira y se que se está mordiendo la lengua para no saltar y decir todo lo que piensa.

-Tal vez – finalmente respondo – pero supongo que nunca lo sabremos, ya que ella no está aquí – mi madre se gira de golpe mirándome con acusación – y nunca lo estará. - termino. Se que no ha estado bien de mi parte esto, pero no soporto su actitud.

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2017 ⏰

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