Capítulo especial: El comienzo de una historia.

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Narrador omnisciente:

10 años antes.

Era la primera mañana de verano de aquel año. Un cielo azul despejado y los radiantes rayos de sol era la principal característica de este día.

Los niños jugaban y saltaban por doquier, celebrando que aquel lugar que a veces tanto odiaban finalmente había terminado y no sólo era un descanso por dos días ¡Serían tres meses sin regresar a la escuela!

Sin embargo, no todos celebraban la llegada de la  época más querida del año—Después de la navidad, claro estaba—. Un niño de unos seis años estaba sentado en la grama, con la cara apoyada en sus manos.

Se encontraba triste ya que no podría ver a su mejor amigo durante todo el verano, ya que este se había mudado al otro lado del país hacia dos semanas, dejando al otro pequeño completamente solo y aburrido.

A veces, el niño deseaba tener un hermano con el cual compartir y jugar. Sus tres hermanas podían jugar y hacerse compañía entre ellas, pero él en cambio siendo el único varón, no tenía ese privilegio.

Si, quizás a veces estás lo incluían a sus juegos, pero a el no le gustaban para nada las fiestas de té en las que tenia que hacer de oso de peluche.

Preferiría morir de aburrimiento a jugar esas cosas de niña tonta—Pensaba.

Mientras miraba aburrido a la calle, pudo divisar a lo lejos el camión de los helados. Salió corriendo a su casa, para pedirle a su madre que le comprara uno.

El no fue el único que se dio cuenta. Frente a la calle donde el chico vivía, dos casas más allá de la suya, una castaña de tez pálida notó venir también el camión de helados.

Estaba esperando ansiosa su llegada, ya que el calor era sofocante y eso era lo único que podría refrescarla un poco. Estaba jugando a los naipes con su padre, y este también al notar el camión, fue a buscar su billetera dentro de casa para poder comprar un par de helados para él y su hija. La pequeña de lacios cabellos largos lo siguió, dando saltitos.

Al igual que los otros dos, otra pequeña castaña de cabelloz ondulados de unos cinco años, notó la presencia del camión de helados. Preguntó a su madre, quien junto a su padre estaban terminando de descargar las cosas del camión de mudanzas, si podia comprar uno. La madre de esta acepto y le dio el dinero, para suerte de la pequeña el camión de helados se estaba estacionando justo frente a su casa.

Caminaba calmada en dirección a éste, cuando nota que otra niña estaba corriendo como si el camión fuera a escaparsele y no notaba el poste que había en su camino.

Fue cuestión de tiempo para se estrellara contra este y quedara inconsciente en el suelo.

Pasados cinco minutos, la niña todavía no se habia levantado del suelo. La castaña la miraba desde donde se había quedado parada cuando la vio estrellarse, el camion seguía ahí y había una fila enorme por lo tanto podría esperar y revisar si la otra todavía tenía signos vitales. Tomó una ramita que tenia al alcance de la mano y se acercó.

Comenzó a tocarla con la rama y la niña no respondía.

—¡Mamá!—Gritó—Creo que esta niña está muerta.

Su madre, que estaba muy ocupada no presto mucha atención a sus palabras—Que bien, hija. Me alegro.

La niña rodó los ojos y continuó tocandola con la ramita, para ver si reaccionaba.

El pequeño de hace un momento, había cruzado la calle para comprar el helado y al notar la situación, preocupado preguntó—¿Está muerta?

La niña se encogió de hombros—Creo que si.

Ayúdame A Enamorarla [Bradley Steven Perry Y Tú] [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora