Renovando castigo

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Los días se les pasaron volando, realmente habían disfrutado mucho haber encontrado todos esos libros, habían aparecido cientos de ellos, y Rose no podía esperar para terminar su castigo y volver a tener tiempo libre para leer. Aunque algo que no le gustaba era que su tiempo con Scorpius se había acabado. Ya no tendrían el pretexto de estar juntos y aunque habían sido pocas horas y todas las habían pasado hablando de libros, había sido muy divertido, sabía que extrañaría el simpático humor del rubio, sus sonrisas sinceras y sus ojos brillantes de emoción al descubrir un nuevo tomo. Pero esa noche, que era ya la última de su castigo, Albus y Lily ya se habían ido porque ya habían terminado y estaban aburridos de ver a Scorpius y Rose leer y hojear cada libro. La tarea estaba hecha, así que sintiéndose mas relajados comenzaron a hojear los polvorientos tomos y comentaban entre ellos cuando escucharon a alguien carraspear a su espalda

Ambos se sintieron como petrificados por un momento, giraron sus cabezas lentamente y miraron a McGonagall observándolos con semblante serio

— Veo que tuvo ayuda señorita Weasley

— Oh, no, es que él solo estaba

— Es que yo quería, ella no pero la obligue

— No, de hecho fue mi culpa, yo le pedí que

— Pero yo quise, entonces

McGonagall sonrió enternecida al verlos hablar atropelladamente tratando de protegerse el uno al otro

— Esto era un castigo señorita Weasley, se supone que debía hacerlo usted

— Lo se, perdón yo podría hacer unas horas más

— No profesora, yo haré esas horas esto fue mi culpa

— Señorita Weasley, señor Malfoy, como al parecer ustedes dos tienen un común interés en los libros, y como ambos hicieron algo indebido al permitirse ayuda y ofrecerla durante un castigo, ahora ambos me ayudarán a llevar todo esto a la biblioteca y acomodarlo, ¿entendido?

Ambos sonrieron y respiraron aliviados, ahora estaban castigados juntos y tendrían mas tiempo a solas, además, haciendo algo que ambos disfrutaban.

McGonagall sonrió también, las vueltas que daba la vida: el joven Malfoy y la niña Granger Weasley, si alguien se lo hubiera dicho cuando observaba a sus padres pelear, nunca lo hubiera creido, pero tampoco hubiera creido la amistad Potter - Malfoy y sin embargo ahí estaba, era tan real y tan fuerte como la del trío dorado en si, y ahora esto... eran sumamente tiernos, los había encontrado sentados en el suelo con las cabezas juntas y cuchicheando alegremente, luego la forma como se habían tratado de proteger, aunado a la expresión de sus rostros al saberse castigados juntos, le habían dado demasiada información a McGonagall

— Bien, ahora vayan a sus salas comunes, mañana nos veremos en la biblioteca

Scorpius se levantó de un salto y le ofreció su mano a Rose para levantarse, ella la tomó y ambos salieron de ahí sin soltar sus manos... cuando estuvieron en el pasillo comenzaron a reír un poco histéricos

— Por Merlin... que susto, pensé que te castigaría otra vez

— Bueno, lo hizo, técnicamente, aunque este nuevo castigo me gusta mucho más

— Será genial ¿cierto?

Ella volvió a reír

— Scorpius... eres raro, se supone que un castigo no debería entusiasmarte tanto

— ¡Lo se! Pero todos esos libros perdidos... además, estaré contigo, no podría pedir nada más

Habían detenido su rápido andar. Ella sintió su corazón paralizarae dolorosamente, para luego comenzar a latir como loco ante sus palabras, ahí fue cuando notó que él no había soltado su mano, se sentía protegida, siendo sostenida por su mano, que envolvía la suya con cariño y con cuidado, pero luego algo más la trajo a la realidad, sintió como su otra mano acariciaba su rostro, levantó la mirada y se sintió hipnotizada por él, la miraba fijamente, sus ojos brillaban con un destello que hizo su corazón desbocarse aún más, se sintió perdida en ellos, mientras disfrutaba la sensación que su mano le transmitía a su cara, era una caricia que a la vez la relajaba pero que le hacía acelerar su corazón, no se sintió incómoda por ello, al contrario, sentía familiaridad en su toque aunque nunca la había tocado así, de repente se dio cuenta que estaban muy cerca, pero no tanto como ella quisiera, sin pensar con claridad y sólo dejandose llevar, puso su mano sobre la de él y se acercó un paso más, él hizo lo mismo y ahora estaban tan cerca que cuando respiraban sus pechos se tocaban, ella estaba nerviosa, nunca había estado así con un chico, sentía que su pecho iba a estallar y luego cuando él se inclinó un poco, sintió que el mundo daba vueltas, pero reaccionando por puro instinto, levantó más su cara y cerró los ojos...

La lástima fue el comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora