37. Mi luz.

1.1K 77 11
                                    

Al abrir los ojos y una luz provocó que los volviera a cerrar al instante. Traté de escuchar algo o a alguien, pero lo único que escuché fue el sonido de una de las máquinas, a la que estaba conectada. Por lo que mis ojos volvieron ha abrirse.

Cuando pude adaptarme, recorrí la habitación con la vista, aunque no pude girar bien la cabeza ya que la mascarilla no me lo permitía. Estaba conectada a todo tipo de máquinas.

Sentía un inmenso dolor en todo el cuerpo, mayormente en el pecho y una de mis piernas. Sentía que la cabeza me iba ha explotar.

Realmente había despertado, pero, ¿y los doctores, las enfermeras? No se suponía que cuando un paciente despierta ellos deberían estar ahí. Miré a los lados que me fueron permitido, vi un pequeño botón rojo a un lado de la cama que decía "emergencia", pero las agujas en mis brazos no me lo permitieron tocarlo.

Tal vez sería mejor que continuara durmiendo. Aunque no me parecía buena idea, aún así tenía que hacerlo.

Cuando me dispuse a cerrar los ojos la puerta fue abierta y entró un doctor junto a una enfermera. Una sonrisa se formó en los labios del Doctor y caminó hasta mi.

- ¿Cómo se siente? -Me preguntó el Doctor. Llevó sus manos a la mascarilla y la retiró de mi rostro. Sentí un ardor y se me hacía pesado respirar, traté de responderle pero sentía la boca seca y también un fuerte dolor de garganta.

El Doctor sonrió y volvió a poner la mascarilla donde estaba, al darse cuenta del esfuerzo que estaba haciendo por hablar. Un alivio me inundó al sentir como aquel aparato me ayudaba con la respiración. Cerré los ojos por varios segundos y traté de calmar mi respiración.

- Bien. -Murmuró el Doctor-. En unos días podrá respirar con normalidad. El humo afectó sus pulmones, pero ya se están recuperando. -Me informó, asentí y traté de levantarme un poco en la camilla.

La enfermera se percató y acomodó las almohadas detrás de mi, la chica me ayudó a levantarme un poco. Traté de sonreír como muestra de agradecimiento, ella lo notó y asintió con una sonrisa.

- Le haré varios chequeos, para ver si todo estaba bien. También veré si su pierna tiene movilidad. -Dijo el Doctor.

...

La enfermera tomó la sábana que me cubría y la subió hasta la altura de mis rodillas.

- Voy a mover su pierna en círculos. Cuando sienta dolor, mueva la otra pierna. -Dijo el doctor. Asentí lentamente.

El Doctor sostuvo mi pierna derecha y su toque provocó que soltara un gemido de dolor. Inmediatamente levanté levemente mi otro pierna, la enfermera me miró e inmediatamente el Doctor soltó con cuidado mi pierna.

- Bien. -Miré al Doctor y asentí levemente. Éste anotó algo en una libreta y me miró con una sonrisa-. La enfermera Denisse te ayudará con los ejercicios para tu pierna. Yo soy el Doctor Miller.

Quité la mascarilla de mi cara para hacerle una pregunta, pero él volvió a ponerla de inmediato. Denisse volvió a cubrir mis piernas con la sábana y salió de la habitación.

- Ahora no es correcto que se la quite y, tampoco que se esfuerce para hablar. Acaba de despertar de un coma. -Dijo el Doctor. Entre cerré los ojos y sólo asentí.

Realmente no me importaba si acababa de despertar, sólo quería ver a Royce. Tal vez me sentiría mejor si pudiera verlo, que me confirme que mi hijo está bien, que me vuelva a decir que me ama.

- En el pasillo está su novio. El joven está desesperado, le diré que entre. -Las palabras del Doctor Miller provocaron que asintiera de inmediato.

A sinceridad eso de sólo asentir me estaba cansando, necesitaba hablar, no podía estar moviendo la cabeza a cada momento.

El Doctor salió de la habitación y a los segundos entró Royce, fue como ver a un Ángel. Con rapidez se puso a mi lado y besó mi frente, fue entonces que sentí como mi corazón se aceleró y la maquina del pulso hizo un sonido extraño.

- ¿Estás... bien? -Me preguntó al escuchar la máquina. Sus hermosos ojos me miraron esperando una respuesta. Y dejándome ver como las lágrimas rodaron por sus mejillas.

No quería asentir, quería hablarle, quería poder decirle cuanto lo amo. Sentía una alegría inmensa, como si después de años en la oscuridad vi la luz. Eso era el para mi, aquella hermosa y radiante luz en la oscuridad.

Las emociones que sentía eran tan grandes que las lágrimas no tardaron en brotar de mis y rodar por mis mejillas. Levanté mi mano izquierda para poder tocarlo, pero él la sostuvo y la acercó a sus labios, para depositar varios besos.

- Te amo. -Murmuró mientras acariciaba mis nudillos. Con una de sus manos secó las lágrimas que estaban en mis mejillas y besó mi frente.

Con mi mano libre retiré la mascarilla, traté de hablarle pero no podía, el ardor en mi garganta y la dificultad para respirar me lo impedían. Sentía una furia por dentro, quería decirle que lo amo.

- No hagas eso. -Me ordenó. Volvió a poner la mascarilla en mi rostro y volvió a besar mi mano - . Perdóname.

Varias lágrimas rodaron por sus mejillas y con mi mano libre las retiré. No dudé en acariciar sus mejillas.

- Necesitamos que te mejores, eres la única que puede terminar todo lo que está pasando. -Dijo unos minutos después-. Tú y Geoffrey están en peligro, Raúl y Vanessa están dispuestos ha cualquier cosa, solamente por verte muerta... Vanessa te trató de envenenar hace unos días y temí que haya logrado su cometido, no me puedo ni imaginar mi vida sin ti.

Eso era lo que siempre quise escuchar, que me dijera lo importante que soy para él.

- Todo el pasillo está repleto de policías, todos tememos que eso vuelva a pasar... No te imaginas lo que sentí cuando te vi dentro de aquel edificio, rodeada de tanta sangre, inconciente. -Su hermosa voz se quebró y apretó mis manos con más fuerza, que en ves de doler me hizo sentir segura-. Pasé días esperando que, por lo menos dieras señales de que estabas respondiendo al tratamiento. Quería morir cuando me comunicaron que debían desconectarte -sollozó-. Sólo pensaba en Geoffrey, aquel pequeño que crecería sin su mamá, eso me desmoronó tantas veces, con tan sólo pensarlo.

Sus labios temblaban y las lágrimas en sus mejillas, me daban a la vista una de las peores escenas, la cual nunca quise imaginarme y menos estar presente. La tristeza en sus ojos me rompían el corazón en millones de pedazos y el alma se me encogió.

- No te imaginas cuanto te amo, como sufrí cuando leí aquella carta. Me sentí el hombre más imbécil del mundo, al darme cuenta de cómo te había lastimado, al ver como te usé. -Suspiró y trató de calmarse un poco. Él acarició mis mejillas y me percaté de cómo las lágrimas habían mojado mi rostro por completo-. Perdóname... Perdóname por eso y más, por todo el daño que te hice, por jugar contigo de esa forma, por no, darme cuenta de lo estúpido que fui. Perdóname, te lo ruego...

Sentía un dolor en el pecho, pero estaba completamente segura que aquel dolor era por él, por verlo tan destrozado, por escuchar como su voz se quebró.

Cerré los ojos y sentí como sus labios rozaron mis mejillas, aún mojadas por las lágrimas. Eso sólo despertó mis ganas de sentir sus labios contra los míos, esas ansias que tenía desde hace más de un año y que no podía contener por más tiempo.

Con rapidez me quité aquella mascarilla que se había vuelto un estorbo, y abrí los ojos e inmediatamente me encontré con los de él, mis manos fueron a su rostro y lo acerqué a tan sólo unos centímetros de mi.

- Te... amo -logré murmurar.

No me pude contener y no había nada que impidiera aquel beso que tanto e anhelado. Sus labios se encontraron con los míos y sentí como si tuviera explosivos en el estómago.

Casada Con Una BESTIA  | EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora