41. La boda I.

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El sol estaba radiante, al parecer también se alegraba de lo que iba a suceder esta tarde. Todo en el lugar estaba hermoso, llevaba semanas planeando y organizando todo, solo para que nada pudiera salir mal. Estaba dando vueltas de un lado a otro observando todo, no por la perfección, si no que estaba nerviosa, era el día de mi boda.

- Ashley. -Escuché a mi cuñada llamarme desde la parte de atrás.

Con rapidez fui donde ella estaba y me detuve a su lado. Bufé al verla probar uno de los panecillos del bufete.

- Debes irte a alistar. - Prácticamente me había dado una orden. Tenía razón, la ceremonia sería en pocas horas y yo estaba dando vueltas por todo el lugar.

Estaba nerviosa, más que nerviosa, temblaba y estaba sudando. Todos se movían de un lado a otro, cargando cosas, arreglando y eso me estaba volviendo loca. Mis hijos no estaban salieron con Angela unas horas antes y según lo acordado deberían estar aquí para alistarse. Llevo dos días sin ver a Royce, una noche anterior fue su despedida de soltero y no había ni siquiera hablado con él.

Estábamos en una villa en la Romana, donde se celebraría mi boda con Royce. Hace una semana están preparando todo, desde la mañana hasta la noche. Yo prácticamente no había hecho nada, de las invitaciones se había encargado mi suegra y mi cuñada, de mi parte sólo había invitado a dos personas, mi madre y a Luis, a mis amigas tenía años que no las veía y no había una forma de contactarme con ellas.

Cuando dispuse a subir las escaleras mi teléfono empezó a sonar y al ver la pantalla sonreí y no dudé en contestar.

- Royce. - Susurré disminuyendo los pasos.

- ¿Cómo estás? - Me preguntó del otro lado del teléfono.

- Muy bien, aunque un poco nerviosa ¿y tú?

- Bien. -Murmuró y ahí me llené de pánico. Su voz sonaba extraña, como si estuviese inseguro y triste.

¿Y si no quería casarse? ¿Se habrá arrepentido?

- ¿Seguro? - Le pregunté luchando con el nudo que se había empezado a formar en mi garganta.

- Sí. -Dijo unos segundos después. - ¿Cómo va todo?

- Todo muy bien. -Le respondí mientras entraba a una de las habitaciones. - ¿Quieres hacer esto?

-¿Hacer qué? -Dijo.

- La boda, te noto extraño. Si te has arrepentido sólo dímelo, aún es tiempo de cancelarla. - Le dije con la voz a punto de quebrarse.

-¡No! ¿Por qué dices eso? -Exclamó.

- No sé si son cosas mías, tal vez por el estrés, pero tú voz suena insegura y eso me siembra dudas.

- Es que acabo de despertar y al parecer comí algo que me hizo mal. -Una ola de alivio me arropó y pude respirar con más tranquilidad.

- Entonces nos vemos ésta tarde. -Le dije. Pasé mis manos por mis mejillas húmedas a causa de las tres lágrimas que se habían deslizado por estas.

- Hasta luego, futura Señora de Rojas. -Dijo y colgó.

(...)

Salí del baño envuelta en la toalla, mi cabello goteaba agua y lo empecé a secar con otra toalla. Alguien tocó la puerta de la habitación con desesperación y corrí a abrir. Mis ojos se inundaron de lágrimas y cubrí mi boca con una de mis mano. Seis radiantes rostros sonriendo estaban frente a mí, las chicas se abalanzaron sobre mí y me abrazaron a la misma vez. Llevaba años sin verlas y las había vuelto a ver, justamente el mismo día de mi boda.

Casada Con Una BESTIA  | EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora