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Año 1866

Hospital Psiquiátrico.

No era uno de los mejores días en ese horrendo lugar. Pero como siempre, los gritos desgarradores que recorrían los pasillos podían erizar la piel de hasta el más insensible de los seres humanos.

Eran cerca de las 23:00 horas. Los enfermeros ya solían retirar las bandejas de comida de los pacientes: una simple sopa sin sabor que más bien parecía puré y un vaso de agua tibio.

Ahí no se preocupaban por tratar de curar a los pobres enfermos, claro que no. Al director del hospital, el doctor Lu, no le interesaba otra cosa que no fuera observarlos, analizarlos y luego llevárselos hasta ese cuarto al fondo del pasillo.

Una vez que apagaban las luces, los chillidos se intensificaban, como si pidieran que fueran encendidas otra vez porque le temían al no poder ver nada. Muchos tenían la idea de que algo los acechaba, algún extraño ser salido de su propia imaginación.

El doctor Lu estaba acostumbrado a escucharlos durante todo el día. A los más escandalosos los solían dormir con anestesia para que dejaran de molestar, porque siempre en la noche se quedaba en su despacho leyendo un libro. Y cuando terminaba una parte, salía en busca de uno.


—Bien, son las 23:55—dijo mirando el reloj de la pared, ese viejo y tan poco cuidado reloj que ni siquiera se molestaba en limpiar.


Salió de su despacho, con un libro en la mano y se encontró en la puerta con tres enfermeros que lo esperaban para hacer lo mismo de todas las noches.

El hombre pasó por entremedio de ellos y éstos lo siguieron. Fueron por los pasillos, iluminando con un candelabro oxidado hasta una de las habitaciones. Al doctor Lu le fascinaba ese momento de abrir la puerta y encontrarse así con el rostro de felicidad del tan poco afortunado elegido.


—Buenas noches, Park—canturreó e ingresó al cuarto, se acercó a la cama del paciente y fijó su mirada en él, esperando una reacción más.


Park era un paciente de dieciocho años, el más joven de todos los ahí internados. A simple vista no parecía sufrir ningún tipo de desorden mental, pero revisando su historial, las cosas eran diferentes. Su familia decidió dejarlo allí, confiando en que el doctor Lu podría lograr que su hijo se recuperara, pero eso en realidad nunca iba a pasar. Todos desconocían quién era en verdad ese hombre y lo que pasaba de las puertas para adentro.


—Vino a mí... ¡Doctor vino por mí!— gritó con una enorme sonrisa y se levantó de la cama.


—Como te prometí— le devolvió una falsa sonrisa y tocó su cabeza, acariciándolo como un perro—.Ahora debemos irnos, no hagas ruido.


—No, no lo haré doctor— dijo apresurado y con la mirada totalmente perdida.


Park sufría depresión, y a un nivel sumamente grave. Los primeros días en los que estuvo allí intentó suicidarse golpeándose contra las puertas y paredes de su cuarto, pero nunca lo consiguió. El doctor Lu después de observar ese comportamiento decidió ponerle un compañero de cuarto; aquel compañero estaba sedado en ese preciso momento porque era uno de los escandalosos.

Haciendo un pacto con el Diablo +18 [Parte 1] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora