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Ji Min buscó por toda la casa a sus padres, una y otra vez; sin poder creerse que se habían marchado, sin poder creerse que ese demonio los había matado. Pero en verdad, no había rastro alguno de ellos. Ni un ruido, ni siquiera sentía sus presencias cerca.

Se pasó la noche sentado en el sillón de la sala, agazapado y llorando. Ya no quería seguir con esa situación, no lo soportaba más. Se veía hundido, sin ninguna solución. Además, Lu Han y Se Hun ni siquiera aparecieron en la casa de Baek Hyun. Se sentía traicionado, herido.

¿Qué se suponía que iba a hacer ahora sin sus padres? Los necesitaba y los quería, a pesar de todas las peleas, a pesar de que no le prestaban atención.

No durmió nada y, al día siguiente, sus ojos de veían rojos e hinchados. Pero no le importaba, ya nada le importaba. No pensaba ir a la escuela, ¿qué sentido tenía? Simplemente se quedó allí, acostado en el sillón, tratando de cerrar los ojos y de escaparse a otro lugar dentro de su imaginación.

Y así es como terminó por dormirse. El sueño lo venció, ya que pasó toda la madrugada despierto, hasta que los rayos del sol se empezaron a asomar por el espacio que las cortinas amarillentas de la sala dejaban.

Sintió su cuerpo relajado, calmo y sereno en el mundo de los sueños. Pero aunque intentase dormir y dejar su mente siempre en blanco, Ji Min acababa despierto dentro de su propia mente, o bien porque tenía una pesadilla o bien, como esa vez, Yoon Gi quería hablar con él.

Y así, efectivamente, una vez más se encontraba en una sala totalmente vacía. Yoon Gi estaba frente a él, mirándolo con los ojos cristalizados; podía notar que hasta incluso el peli gris estaba mal. Ji Min no sabía qué hacer o qué decir; sólo lo miró sin expresión.


—Lo siento, Ji Min—el peli gris dio unos pasos hasta quedar a una corta distancia, alzó su mano para tocar el rostro del menor, pero éste volteó su cabeza hacia un lado.


—Estoy cansado, no puedo más—dijo en voz baja, sin poder mirarlo a la cara.


—Sí, si puedes. Ji Min mírame, por favor.


Yoon Gi tomó el rostro del pelinegro con ambas manos y lo obligó a mirarlo. Sentía su dolor y sufrimiento, no quería verlo así y aunque había pensado en marcharse para que viviera en paz, ahora sin sus padres no podía dejarlo solo. Ese Ji Min depresivo de antes podía hacer cualquier cosa y lo que no quería Yoon Gi era que cometiera un error.

Sus ojos llenos de lágrimas lo miraron fijamente. Y sin apenas fuerzas para hacer algo, Ji Min posó sus manos sobre las de Yoon Gi débilmente. Le agradaba el tacto y, por alguna razón, lo hacía sentir algo más tranquilo.


—Mis padres...—su voz casi se quebró—¿Están vivos?¿Dónde fueron?


—No lo sé—las manos del peligris apretaron un poco más el rostro de Ji Min, sin hacerle daño— De verdad que no lo sé. Ellos fueron poseídos y actuaban de a cuerdo a quién estaba dentro de sus cuerpos; pueden haberse marchado lejos, pero no quiero creer que estén muertos.


—Estoy solo, Yoon Gi.


—No, yo estoy aquí—lo rodeó con sus brazos y lo apretó contra su cuerpo—.Quiero hacer algo, pero si actúo él te hará daño. No quiero verte sufrir porque te amo.

Haciendo un pacto con el Diablo +18 [Parte 1] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora