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La distancia entre ambos se hacía notable a cada zancada que daban. El peligris corría demasiado rápido, Ji Min trataba de alcanzarlo a pesar de que no estaba cansado, sólo el aire que necesitaba tomar lo obligaba a ir un poco más lento.

Lo nombró en gritos varias veces, esperando que Yoon Gi realmente volviera a escucharlo. Pero sólo corría y no se detenía ante nada que se le pusiera en medio del camino. Pasó por entre los vehículos sin mirar, cruzó varias calles chocando y empujando gente hasta alejarse a una zona en la que Ji Min nunca antes entró.

Los edificios de aquellas calles estaban en construcción y por lo tanto, todo estaba lleno de escombros y elementos de obras. Yoon Gi se adentró en uno de aquellos edificios y subió las escaleras sin buscar un rumbo, sólo tratando de alejarse de Ji Min. Al parecer lo había perdido de vista, cosa que por un momento lo alivió.

Su cuerpo ya dolía de forma diferente a otras veces, era como si por sus venas corriera lava. La cabeza estaba a punto de explotarle, ya no soportaba más tenerlo con él, Amón debía salir como fuera y, si no lo lograba, la última opción era matarse para terminar todo. A pesar de que el demonio no creía posible desaparecer si Yoon Gi lo hacía, en realidad al haber estado tantos años unidos en el mismo cuerpo ya los había vuelto uno.

Las rodillas de Yoon Gi impactaron contra el suelo, sus dos manos agarraron con fuerza su cabeza, enredando su cabello entre los dedos. Apretó con fuerza sus dientes y gruñó. Lo último que quería era dañar a Ji Min otra vez; alejarse de él era lo único que podía mantenerlo a salvo, Amón llegó a un punto en el que haría cualquier cosa para obtener lo que quisiera y sabia que Ji Min ya no le servía, se había aburrido de él como si fuera un juguete estropeado.


—No vas a poder conmigo—la voz demoniaca de Amon se entremezclaba con la de Yoon Gi—.Estás demasiado débil. Ji Min no te va a salvar.


Yoon Gi volvió a levantarse, caminó hasta lo que parecían ser unos baños y encontró un espejo sin colocar aún en la pared. Miró su rostro detenidamente. Su piel se veía demasiado pálida y sus ojos eran de color negro; golpeó con las pocas fuerzas que le quedaban aquel pedazo de cristal y lastimó su mano derecha, cortándose.


—¡Sal de mi cuerpo!


La lucha interna de ambos estaba  pareja. A pesar de que Amon creía poder tener un total control sobre Yoon Gi, éste estaba dispuesto a acabar con la tortura que tantos años tuvo que soportar.

Ji Min perdió de vista al peligris, pero eso no le impidió seguir corriendo para llegar a él. Tenía miedo de estar en un lugar desconocido, los edificios a medio construir se veían peligrosos y la idea de que alguno de los andamios cayera de repente lo ponían más nervioso. Tomó aire varias veces y siguió el camino hacia otro edificio en el que su instinto le dijo que allí estaba. Y mientras que subía los escalones, escuchó fuertes golpes, cosas chocando contra otras, gritos y gruñidos.


—¡Yoon Gi!—gritó, acelerando su paso hacia el sexto piso.


En el momento en que sus miradas volvieron a encontrarse una vez más, Ji Min ya no sentía miedo, por el contrario, la cobardía ya no formaba parte de él. El coraje se adueñó de su cuerpo por ese instante y su mente se centró en Yoon Gi. Si bien no sabía qué hacer, al menos comprendía que su presencia ahí tenía que servir para algo. No quería ser un estorbo, no quería perder una batalla de la que había estado formando parte hacía mucho tiempo, porque en definitiva, cuanto más tiempo veía aquellos ojos llenos de maldad, su mente volvía al pasado que una vez vivió, aquel pasado en el que sufrió y en el que se enamoró de la persona que estaba tras toda esa ira.


—Ji Min, vete. Aléjate de mí— le exigió, dando pasos hacia atrás.


—No, no te abandonaré—cada paso que el otro retrocedía, era un avance para el menor—.Ya recordé todo, Yoon Gi. Ahora entiendo por qué soñaba con ese lugar, por qué sentía todas esas cosas, yo...


—¡Es absurdo!—interrumpió la voz demoníaca—¡Aunque recuerdes no vas a salvarlo, maldito imbécil! ¡No pueden contra mí, no pueden! ¡Te mataré!


Estático y sin miedo en su rostro, Ji Min se quedó mirando a Yoon Gi. El cuerpo de éste dio un leve amago hacia delante, pero no avanzó. Estaba claro que Yoon Gi no iba a permitirle moverse y menos volver a tocar al otro con intención de acabar con su vida. Era inútil decirle a Ji Min que corriera porque obviamente se negaría una y otra vez; el saber que recordaba el pasado le volvió a dar fuerzas y algo de esperanza.


—No tengo miedo—dijo Ji Min con voz firme—. Voy a salvarte, como sea.      


Las pisadas que Ji Min daba con seguridad sin miedo a ser lastimado, avanzaron rápidas  hasta llegar al otro corriendo; no se paró a pensar esta vez si lo que haría era arriesgado o no, eso ya no importaba. Su cuerpo sólo se impulsó hacia adelante, sus brazos se abrieron y luego cerraron rodeando a Yoon Gi. Lo apretó con fuerza sin intención de soltarlo y apoyó su frente contra su hombro.

La sensación que Yoon Gi tuvo fue de tal sorpresa que su corazón dio un salto repentino. Se sintió bien, seguro y amado. Por otro lado, Amón trató de que aquella sensación no durara mucho ya que para él resultaba un fastidio sentir la emoción de Yoon Gi entre mezclarse con la ira que todo le generaba.


—Yoon Gi, siento que debo pedirte perdón, pero no sé por qué— Ji Min habló cerca del oído del peligris, con la voz a punto de quebrarse. Su cuerpo estaba experimentando muchos sentimientos que mezclaban el pasado con el presente.


Ni Amon ni Yoon Gi pudieron dejar que sus cuerdas vocales produjeran algún sonido, la pelea interna por dominar sobre el otro era la peor parte de todo. Pero aunque Ji Min sabía que era duro, tenía la corazonada de que podría salir victorioso. Aquel aura negra se desprendía de a poco del cuerpo de Yoon Gi como si realmente la maldad lo abandonase; Amon estaba siendo afectado por la fuerza y por los recuerdos y sentimientos de ambos jóvenes, pelear contra eso no lo creyó tan difícil como lo estaba siendo. Su verdadera forma estaba a punto de hacer presencia frente a ellos.


—Ji Min, no quiero que todo vuelva terminar mal—logró decir Yoon Gi, empujándolo antes de que Amon pudiera salir—.Si alguien muere, debo ser yo.


El cuerpo de Yoon Gi se retorció de forma exagerada, intentó alejarse de nuevo y Ji Min sólo se quedó congelado, observando cómo aquel demonio formaba una figura cada vez más clara y horripilante que le dio un escalofrío por todo el cuerpo.

Si realmente el cuerpo de Yoon Gi era libre en ese momento, podía también suceder una tragedia. No sabía si podría sostenerse, si tendría fuerzas o se sentiría débil y frágil, vulnerable a cualquier cosa. Ji Min quería ver que el demonio dejara de torturarlo, pero también era consciente, al igual que Yoon Gi, que podía pasar cualquier cosa y no estaba preparado si algo malo ocurría. Y a pesar de eso, no podía hacer nada, no podía interferir en aquello.

El grito desgarrador de Yoon Gi se escuchó en todo aquel piso vacío, haciendo un eco. Amon también sintió el dolor que le generaba el desprender su verdadera forma del cuerpo de Yoon Gi. La imagen que estaba formándose de su figura era aterradora a la par que extraña e irreal. Quien fuera que lo viese juraría que era todo producto de una alucinación, tal como lo estaba creyendo Ji Min en ese instante.

Yoon Gi perdió fuerzas, cayó desplomado contra el suelo, inconsciente. Ji Min lo miró preocupado, nuevamente sintiendo lo que era el miedo. Amon se veía furioso, sus garras cerradas en un puño y aquella mirada profunda se perdía en los ojos del menor, que, sin poder mover su cuerpo, empezó a temblar temiendo lo peor.

Haciendo un pacto con el Diablo +18 [Parte 1] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora