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Mantén firme tu fulgor.

Soy tu Dios o soy tu guardián.

Mantén firme tu fulgor,

con una mano en el gatillo, la otra es mía.

Porque ahora...Ahora Cupido,

Cupido lleva un arma.



El cuerpo desnudo del menor estaba tendido sobre la cama, las sábanas apenas cubrían parte de su cadera, dejando a la vista todo lo demás.

Abrió sus ojos con cuidado. Le era difícil ya que el sueño y la pereza no lo habían abandonado todavía. Apenas con la mirada cansada, observó la hora. Era mediodía y debido a que las persianas del cuarto estaban cerradas, no terminaba de creerlo.

No recordaba lo que pasó, ni por qué estaba desnudo. Pero lo suponía.

Se levantó lentamente tras varios quejidos de dolor, tomó ropa de su armario y fue hasta el baño.

Se metió bajo la lluvia caliente y lavó su cara y cuerpo. Cuando las gotas de agua chocaron con su piel, hubo zonas en las que sintió un terrible ardor. Llevó así su mano hacia su hombro, parte de cuello y espalda. Se miró asustado y notó unas marcas rojas que sobre saltaban en contraste con el color de su piel. Eran marcas de dientes y también de algún arañazo.

Gruñó por la molestia que le ocasionaba el roce del agua y, al terminar su baño, pasó un poco de alcohol por las heridas.

Se cambió y salió del cuarto de baño maldiciendo. El cuerpo le seguía doliendo como si hubiese corrido una larga maratón. Lo que menos quería en ese momento era ver a Yoon Gi.

Y si bien no recordaba ciertas cosas, si sabía que sus padres ahora actuaban como otras personas. Recordó también que estuvo a punto de matar a su padre y a Yoon Gi.

Como era un día lunes festivo y dado lo mal que se encontraba, obviamente agradecía que fuera así. Pero si no fuera por eso preferiría haber ido a la escuela antes que estar en su casa aguantando las locuras de quienes vivían con él.

Bajó las escaleras y fue hacia la cocina. No escuchaba ningún ruido, lo que lo hizo sospechar. Tomó un desayuno no muy pesado, ya ni siquiera tenía apetito hacía varios días. Y era muy extraño que sin apenas comer, eso no le afectara tanto.

Buscó por la casa a sus padres. No estaban por ningún lado, pero a quien sí encontró fue al peli gris. Éste estaba sentado en un sillón, de piernas cruzadas con el arma en su mano. Pasaba el filo por su dedo, acariciando su piel.

Ji Min se quedó parado mirando lo que hacia y rogando porque no notase su presencia. Lo veía muy entretenido con eso.


—Buenas tarde, Ji Min—le dijo sin mirarlo—Has dormido mucho, demasiado diría yo...


—¿Dónde están mis padres?


El otro detuvo sus movimientos con la daga y se levantó del asiento. Caminó a pasos lentos hacia él y se inclinó un poco hasta casi tocar sus labios.


—¿Te gustó lo de ayer?


La expresión de Ji Min reflejaba una confusión que a Yoon Gi lo divertía. No dijo nada, ya que no sabía de qué hablaba exactamente.

Haciendo un pacto con el Diablo +18 [Parte 1] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora