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Descarga tu odio en mí

Haz de mi cabeza tu víctima

Nunca creíste en mí

Soy tu torniquete.


[Narra Yoon Gi]


No podía hacer nada contra ese maldito demonio que estaba torturándome. Mi cuerpo ya ni siquiera podía seguir aguantando. Estaba entre la duda de si seguir tratando de que tomara más almas para que saliera por completo de mi cuerpo o si dejar que simplemente se apoderara de otro. Pero cualquiera de esas cosas acabaría mal. Seguramente si seguía alimentándose provocaría graves consecuencias en mí; por otro lado, dejar que consiguiera el cuerpo de Se Hun era algo peligroso. Estaba consiguiendo tener un poco de control, mucho más que antes, y si tomaba otro cuerpo seguramente se vengaría de mí de algún modo.

Ese día que ofrecí mi cuerpo fue la única opción que tuve para poder vengarme de ese desgraciado manipulador de mentes. Me regocijé durante tanto tiempo al saber que se había matado, aunque prefería haberlo visto sufrir. Recordar a Ji Min durante los años en que tuve a ese demonio conmigo me hicieron creer que nunca más lo vería. 

Después de salir de ese hospital con tantos malos recuerdos, con las ganas de querer más venganza, empecé a ceder al sentimiento de ira que ese demonio me provocaba. Estuve muchos años haciendo cosas de las que me arrepiento. Causé destrucción, arruiné familias, pueblos enteros, contribuí al asesinato de personas... Me dolía saber que había sido una terrible persona. Pero ahora era diferente.

Pude sentir que él vivía; Ji Min seguía en este mundo, su alma. La busqué por todos lados, un rastro de esperanza, de saber que no se marchó porque le prometí que lo iba a salvar. Quería volver a ver su cara, oír su voz llamándome. Y por fin lo pude encontrar.

Me alegraba estar a su lado, pero me dolía ver todo lo que le hacía. Nunca quise llegar hasta él para arruinarle la vida. Me dejé llevar por la intuición de saber que seguía vivo y las ganas de poder verlo de nuevo, pero todo acabó saliendo mal. No pude evitar ese pacto, lo único que podía hacer era hablar con él en sueños. Ese demonio me torturaba y no me dejaba expresar con claridad.

Al volver de la fiesta y regresar a casa, vi cómo Ji Min entraba al cuarto de baño y cerraba la puerta de golpe. Estaba molesto por haberlo metido en una pelea con ese chico. Aunque he de decir que Kim Jong Dae se lo tenía bien merecido por tratarlo como lo hacía. Ji Min parecía débil por fuera, pero en realidad tenía fuerzas para poder defenderse. 

Ahora no podía pensar con claridad. Quería ir hacia él y pedirle perdón por todo lo que pasaba. Si hubiese podido controlar mi cuerpo, en ningún momento lo habría tomado de esa manera tan vulgar y sucia. Ji Min no se merecía ser tratado así. Y saber que ese era mi cuerpo, utilizado sin mi consentimiento para hacerle daño, me dejaba asqueado.

Park Ji Min se merecía toda la atención y amor del mundo. Pero por más que intenté sacar al demonio de mi cuerpo, las cosas empeoraban. No pensaba confiar en alguien como Lu Han. ¿Qué podía esperar de un familiar del Dr.Lu? Nada más que traición, mentiras y jugarretas.

Vagando por mi pensamientos, quería buscar un momento adecuado para poder hablar con él de nuevo. Debía hacerlo y decirle que esto no podía seguir así. Tenía la idea repentina de largarme, o tratar de incitar al demonio a largarnos a otro lugar, a otro país. De ese modo, si nos alejábamos lo suficiente podría intentar sacarlo de mí. Nunca intenté suicidarme, pero era una posibilidad. Quizás si yo moría él moriría conmigo.

Me sentía arrepentido por haberlo buscado porque ahora su vida era una pesadilla, más de lo que ya lo fue. Pero necesitaba de él. Rompí mi promesa cuando dije que lo sacaría del hospital, era una basura.

Mi cuerpo estaba sentado sobre el borde de la cama. Ji Min salió del baño, tocando su labio inferior y haciendo un gesto de dolor. Quería poder acercarme a él y ayudarlo, pero mis pensamientos no eran transmitidos a mi cuerpo. Mucho menos mis palabras.

No quiso mirar en mi dirección y lo comprendía. Pero aunque hiciera ese tipo de gesto al demonio, también lo hacía para mí, por lo que me sentía terriblemente culpable.


—Mierda, me arde— se quejó por lo bajo tocando su labio.


—Estuvo muy entretenida la pelea, creí que Jong Dae acabaría llorando—comentó el demonio riéndose a carcajadas.


No me parecía gracioso, ni muchos menos entretenido lo que provocó. Ji Min pareció ignorarlo y salió del cuarto. Escuché sus pasos apresurados después de un rato, volviendo a subir por la escaleras. Entró nuevamente con una mirada que me perturbó.


—¿Dónde están mis padres?—se acercó apresuradamente hacia mí y me agarró del cuello con ambas manos—¡¿Dónde están?!


—No lo sé, ¿por qué debería saberlo?


Pude ver en sus ojos el temor mezclado con el dolor. No tenía idea de lo que había pasado con ellos. Habían estado hipnotizados durante muchos días y luego fueron poseídos por espíritus de pacientes del hospital. Me temía que ellos iban a acabar muy mal, pero no esperaba que fuera justo en ese momento. Ji Min se veía desesperado y seguramente sería capaz de golpear mi cuerpo a puñetazos hasta cansarse por creer lo peor.


—Tú les hiciste eso, deberías saberlo—habló entre dientes—Dime dónde están o juro que te mataré, maldito.


—¿Así que ellos realmente te importaban? Vaya... Es una lástima Ji Min, creo que ellos acabaron por caer en la locura y...


— No, ni lo digas.


El cuerpo de Ji Min comenzó a temblar. Incluso hasta a mí me sorprendía lo hijo de puta que podía llegar a ser ese demonio. Estaba aguantando las ganas de hacerlo sufrir, pero no quería que dañara a Ji Min. Estaba entre la espada y la pared; me sentía un inútil, ayudarlo y no hacerlo de todas maneras acabaría de la misma manera.


—¿Decir qué? ¿Que ahora están muertos?


—¡Maldito!


Ji Min se abalanzó sobre mi cuerpo y me golpeó con fuerza. Sentí la rabia en cada uno de sus puños, en cada insulto y hasta cada una de las lágrimas que caían de sus ojos sobre mi mejilla. El demonio no dejaba que mi cuerpo se moviera, por lo que me estaba haciendo sufrir la agresión de la persona a quien amaba. Era una tortura.

Los golpes duraron hasta que Ji Min se desplomó. Lloró desconsolado y apretó mi camisa entre sus manos. No podía verlo así, sentía que la culpa era mía, sentía que yo había sido quien mató a sus padres, aunque de algún modo era así.

Mi corazón pedía a gritos rodearlo con mis brazos y apretarlo, decirle que lo sentía hasta que me quedara sin voz.

Todo era tan jodidamente doloroso para mí. Ya no sabía lo que tenía que hacer. Ese demonio me la estaba jugando y tratar de vencerlo se me estaba haciendo imposible. 

Haciendo un pacto con el Diablo +18 [Parte 1] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora